¿Una guerra civil en Estados Unidos?
Joe Biden llevaba un año con la esperanza de que Estados Unidos volviera a la normalidad. Pero el pasado jueves, cuando se cumplió el primer aniversario de la mortal insurrección en el Capitolio estadounidense, el presidente reconoció por fin toda la magnitud de la actual amenaza a la democracia norteamericana.
Es una pregunta que muchos dentro y fuera de Estados Unidos se hacen ahora. En una sociedad profundamente dividida, en la que incluso una tragedia nacional como la del 6 de enero no hizo más que separar a la gente, se teme que ese día sea sólo el comienzo de una ola de disturbios, conflictos y terrorismo interno.
Así lo describe el diario británico The Guardian en una aproximación al tema. Con el país polarizado y los republicanos abrazando el autoritarismo, algunos expertos temen una insurgencia al estilo de Irlanda del Norte, pero otros dicen que el conflicto armado sigue siendo improbable, señala el rotativo.
Joe Biden llevaba un año con la esperanza de que Estados Unidos volviera a la normalidad. Pero el pasado jueves, cuando se cumplió el primer aniversario de la mortal insurrección en el Capitolio estadounidense, el presidente reconoció por fin toda la magnitud de la actual amenaza a la democracia norteamericana.
"En este momento, debemos decidir", dijo Biden en el Statuary Hall, donde los alborotadores se habían arremolinado un año antes. "¿Qué tipo de nación vamos a ser? Vamos a ser una nación que acepte la violencia política como norma?"
Una serie de encuestas recientes muestran que una minoría significativa de estadounidenses se siente cómoda con la idea de la violencia contra el gobierno. Incluso se habla de una segunda guerra civil en Estados Unidos, que ha pasado de ser una fantasía marginal a la corriente principal de los medios de comunicación, precisa The Guardian.
"¿Se avecina una guerra civil?" era el contundente titular de un artículo de la revista New Yorker esta semana. "¿Nos enfrentamos realmente a una segunda guerra civil?" planteaba el titular de una columna en el New York Times del viernes. Tres generales retirados de Estados Unidos escribieron recientemente una columna en el Washington Post en la que advertían de que otro intento de golpe de Estado "podría conducir a una guerra civil", precisa la valoración.
El mero hecho de que estas nociones sean de dominio público, subrayo, demuestra que lo que antes era impensable se convirtió en pensable, aunque algunos sostienen que sigue siendo firmemente improbable.
La ansiedad se ve alimentada por el rencor en Washington, donde el deseo de Biden de lograr el bipartidismo choco con una oposición republicana radicalizada. Las declaraciones del presidente el jueves - "No permitiré que nadie ponga una daga en la garganta de nuestra democracia"- parecieron reconocer que no puede haber negocios como siempre cuando uno de los principales partidos de Estados Unidos abrazo el autoritarismo, asevero el diario británico.
Con el culto a Trump más dominante que nunca en el partido republicano, y grupos de derecha radical como los Oath Keepers y los Proud Boys en marcha, algunos consideran que la amenaza a la democracia es mayor ahora que hace un año. Entre los que dan la alarma está Bárbara Walter, politóloga de la Universidad de California en San Diego y autora de un nuevo libro, How Civil Wars Start: And How to Stop Them.
Walter trabajó anteriormente en el grupo de estudio de inestabilidad política, un panel asesor de la CIA, que tenía un modelo para predecir la violencia política en países de todo el mundo -excepto en los propios Estados Unidos-. Sin embargo, con el auge de la demagogia racista de Trump, Walter, que ha estudiado las guerras civiles durante 30 años, reconoció señales reveladoras en su propia puerta.
Uno era la aparición de un gobierno que no es ni totalmente democrático ni totalmente autocrático: una "anocracia". La otra es la evolución hacia una política identitaria en la que los partidos ya no se organizan en torno a la ideología o a políticas específicas, sino en torno a líneas raciales, étnicas o religiosas, agrega The Guardian.
Walter declaró al Observer: "En las elecciones de 2020, el 90% del partido republicano era ya blanco. En el grupo de trabajo, si viéramos eso en otro país multiétnico y multirreligioso que se basa en un sistema bipartidista, esto es lo que llamaríamos una superfacción, y una superfacción es particularmente peligrosa".
Ni siquiera el más pesimista predice una reedición de la guerra civil de 1861-65 con un ejército azul y otro rojo librando batallas campales. "Se parecería más a Irlanda del Norte y a lo que experimentó Gran Bretaña, donde es más una insurgencia", continuó Walter. "Probablemente estaría más descentralizada que en Irlanda del Norte porque tenemos un país tan grande y hay muchas milicias por todo el país".
"Recurrirían a tácticas no convencionales, en particular al terrorismo, tal vez incluso un poco de guerra de guerrillas, en la que atacarían edificios federales, sinagogas, lugares con grandes multitudes. La estrategia sería de intimidación y de asustar al público estadounidense para que crea que el gobierno federal no es capaz de cuidar de ellos.”, señalo la politóloga.
Un complot en 2020 para secuestrar a Gretchen Whitmer, la gobernadora demócrata de Michigan, podría ser una señal de lo que está por venir. Walter sugiere que las figuras de la oposición, los republicanos moderados y los jueces considerados antipáticos podrían convertirse en potenciales objetivos de asesinato, precisa la aproximación del diario.
Walter señala que la mayoría de la gente tiende a asumir que las guerras civiles son iniciadas por los pobres o los oprimidos. No es así. En el caso de Estados Unidos, se trata de una reacción de una mayoría blanca destinada a convertirse en minoría hacia 2045, un eclipse simbolizado por la elección de Barack Obama en 2008.
En este escenario también está la perspectiva de que Trump se presente de nuevo a la presidencia en 2024. Los estados liderados por los republicanos están imponiendo leyes de restricción de votantes calculadas para favorecer al partido, mientras que los leales a Trump buscan hacerse cargo de la gestión de las elecciones. Una disputa por la Casa Blanca podría ser un cóctel incendiario, advierten expertos.
James Hawdon, director del Centro de Estudios para la Paz y la Prevención de la Violencia de la universidad Virginia Tech, dijo: "No me gusta ser alarmista, pero el país se ha ido acercando cada vez más a la violencia, no alejándose de ella. Otras elecciones disputadas pueden tener consecuencias nefastas".
Esa tendencia es calificada de aterradora por diversos analistas, entre ellos, Larry Jacobs, director del Centro para el Estudio de la Política y la Gobernanza de la Universidad de Minnesota.
A la aproximación del Guardian se suman opiniones de expertos que señalan que los republicanos son más propensos que los demócratas a respaldar la violencia política si pierden las elecciones de 2024,
Un informe del sitio fivethirtyeight.com (Por qué muchos estadounidenses podrían estar aceptando cada vez más la violencia política) indico que para algunos investigadores que estudian la violencia política, los acontecimientos del 6 de enero eran inquietantemente predecibles.
Señaló que en una serie de encuestas realizadas entre 2017 y 2020, los politólogos Lilliana Mason y Nathan Kalmoe descubrieron que una pequeña pero significativa parte de los estadounidenses -alrededor del 15 por ciento- creía que la violencia contra personas del partido contrario estaba al menos un poco justificada.
Estos son resultados alarmantes - particularmente cuando nuestra política reciente no ha sido precisamente pacífica, subrayó fivethirtyeight.com.
Según la investigación de Kalmoe y Mason, el apoyo a la violencia es en gran medida bipartidista, aunque la amenaza real procede de los conservadores, dirigida tanto a los demócratas como a los republicanos que se perciben como que rompen filas con figuras como Trump.
Algunos analistas coinciden en que la guerra civil o el desenfreno de la violencia en Estados Unidos pueden estar tan cerca como el voto en la próxima elección presidencial en 2024.