Aguantar la respiración hasta las elecciones de octubre
El cuadro social de Brasil es dramático: 113 millones de brasileños reciben alimentación en cantidad insuficiente y otros 19 millones están hundidos en el hambre y la miseria.
Los brasileños transitan preocupados los primeros nueve meses de 2022, hasta que lleguen las elecciones presidenciales del primer domingo de octubre, cuando esperan que comience el final de los desmanes y exabruptos del ultraderechista presidente Jair Bolsonaro.
Sólo el 19 por ciento de los brasileños apoya la gestión de Bolsonaro, mientras que el 65 por ciento la desaprueba y señala que los mayores problemas son las corrupción, la pobreza y la desigualdad social, seguidos por la inflación y el alza de precios, el desempleo y la falta de crecimiento, reveló "Valor Económico"; pero el ultradrechista sigue manejando los hilos del poder, apoyado por el llamado Partido Militar.
El cuadro social es dramático: 113 millones de brasileños reciben alimentación en cantidad insuficiente y otros 19 millones están hundidos en el hambre y la miseria.
El escenario económico es por demás sombrío, y se espera para un sensible aumento en la inflación. El 40 por ciento de la fuerza laboral vive de trabajos eventuales, sin garantías laborales, y 13 por ciento está desempleado.
Unos 75 millones de brasileños sobreviven en situación precaria.
El cuadro de miseria se repite por todo el país, con énfasis en las grandes metrópolis, especialmente São Paulo y Río, mientras Bolsonaro pasea en jet sky o en moto. Si bien la gente pasa hambre, el valor destinado a inversiones en las instalaciones militares, acordes con el presupuesto previsto para 2022, supera por mucho el previsto para educación y salud.
La encuestadora Datafolha reveló que al menos el 37 por ciento de los brasileños de bajos ingresos no cuentan con el alimento suficiente para abastecer a todos los miembros de la familia en su consumo. El 45 por ciento de los desempleados admitió que no cuentan con la comida necesaria para su familia.
Asimismo, del porcentaje general, el 26 por ciento de los encuestados admitió que no tienen comida suficiente para alimentar a su familia. Dentro del sector de desempleados, uno de los más golpeados por la crisis alimentaria que vive Brasil, el 45 por ciento admitió que la comida le es insuficiente para su familia.
El círculo rojo y la reelección
Bolsonaro sabe que su popularidad va en caída libre y crece vertiginosamente la reprobación de su gobierno. Su reelección es apenas un sueño, algo cada vez más alejado de la realidad, ya que en todas las encuestas el favoritismo es para el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La publicación de tres encuestas electorales agitó la disputa por la Presidencia. Los sondeos realizados por Paraná Pesquisas, PoderData e Ipespe señalaron la consolidación del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva al frente de los sondeos de cara a las elecciones del año próximo, y la tendencia a la baja de Bolsonaro.
Brasil, con el ultraderechista Jair Bolsonaro, un capitán retirado en la presidencia que acaba de afiliarse al Partido Liberal, el noveno de su carrera, es un caso modélico de la inestabilidad de la democracia en América Latina, al rehabilitar a los militares y a la corrupción en la política. Su referencia es el período más brutal del régimen de excepción, con la dictadura entre 1969 y 1975, cuando más imperaban los órganos de represión política, con torturas y asesinatos de opositores y exilios masivos.
Bolsonaro fue el candidato de los militares y representa un intento de regresión a los años de dictadura que duró 21 años. Construyó en sus 30 años como legislador una simbiosis con las Fuerzas Armadas, que mantuvieron la confianza de la población pese al período dictatorial. Eso le permite contar con una base social que aún le asegura cerca de 20 por ciento de apoyo popular pese a su desastrosa actitud respecto a la pandemia de covid-19, responsable en parte de los 614 000 muertos por la pandemia.
No es casual que el nuevo partido de Bolsonaro, el Liberal, es uno de los más involucrados en los escándalos de corrupción, que consolida su adhesión al llamado “Centrão” (Gran Centro), una coalición informal de partidos derechistas definidos como “pragmáticos”, sin idearios o escrúpulos ideológicos, que apoyaron a casi todos los gobiernos a cambio de beneficios personales y partidarios.