Se intensifica la tensión política bajo el encabezado de la batalla de la cosecha electoral: existen serios interrogantes sobre las presidencias del parlamento y del gabinete ministerial
La tensión prevalece aún en el discurso político de los ganadores y perdedores en esta gesta electoral; no es probable que el duelo entre las partes se detenga en los días que nos separan de la celebración de la primera sesión del nuevo parlamento, durante la cual tendrán lugar las elecciones a la presidencia y vicepresidencia del consejo, en medio de una incertidumbre, contrario a lo que habían sido las cosas en toda apertura de las sesiones anteriores del parlamento desde 1992.
Eso no quiere decir que el presidente Nabih Berri no será el candidato a la presidencia del parlamento, pero tomando en cuenta la postura de los diputados electos esto indican que no sería elegido con una mayoría cómoda como había sucedido antes, esto abre la puerta muy temprano a la discusión sobre la naturaleza de los frentes políticos que surgirán en el periodo postelectoral.
Del lado cristiano, se espera que se intensifique la campaña entre los dos principales partidos: el Movimiento Patriótico Libre, que demostrará su capacidad para superar las divisiones y mantener un peso amplio y cualitativo en el parlamento, con un descenso confirmado en el número de escaños obtenidos, y las Fuerzas Libanesas, que no podrán aprovechar el aumento del número de sus escaños para convertirse en una mayoría parlamentaria que les permita imponer sus condiciones; por lo tanto, todas las interacciones que podremos presenciar se limitarán a que las Fuerzas Libanesas buscaran obtener el reconocimiento de parte de los otros partidos en el país, especialmente los islámicos, para tratar con los mimos como una fuerza paralela al Movimiento Patriótico Libre, y es una discusión que se intensificará en relación con los próximos eventos, o sea, de la elección del presidente del parlamento, a la elección del vicepresidente del parlamento (ortodoxo), al nombramiento de primer ministro y posteriormente la formación de un gabinete ministerial, pero el debate real entre los dos grupos cristianos se centrará en efecto en el evento más importante relacionado con las elecciones presidenciales del próximo otoño.
La otra cara de la confrontación cristiana-cristiana concierne al bloque de representantes que no pertenecen directamente a los bloques de las Fuerzas Libanesas y al Movimiento Patriótico Libre; hasta el momento, no hay indicios de la formación de un frente que reúna a todas estas personas en un marco político como una tercera fuerza; los datos preliminares indican que las otras fuerzas cristianas se encontrarán divididas en varios bloques parlamentarios que tratarán con las tareas planteadas una por una, sobre todo porque entre ellos también hay candidatos a la presidencia.
Por otro lado, no parece que Hezbollah tenga problemas para acomodar la situación particular del equipo parlamentario que representa en alianza con el presidente Nabih Berri; el partido apoya la permanencia de Berri en la presidencia del parlamento, así como apoya la formación de un gobierno nacional de consenso capaz de asumir la responsabilidad política y económica; pero se verá obligado, una vez más, a enfrentar una nueva ola de la campaña en contra de la resistencia y su posición política, con el objetivo de arrastrarlo a diferentes batallas y chantajearlo en relación a expedientes, entre los que se encuentran los peligrosos temas de las elecciones presidenciales, la demarcación de las fronteras y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional; existen indicios que señalan que el partido no será un obstáculo ante un nuevo intento de parte del presidente Berri para ordenar la disputa con el bloque del exdiputado Walid Jumblatt y otros que ganaron los escaños suníes en más de un distrito, un proyecto que requiere de grandes compromisos cuyo fin es lograr un consenso sobre los temas importantes desde la presidencia del parlamento, pasando por la presidencia del gabinete de gobierno, hasta llegar al tema de la presidencia de la república.
En cuanto a los drusos, Jumblatt tuvo éxito en la “guerra de exclusión” que libró contra todos sus oponentes tradicionales, tras transformar la consigna de enfrentar y abolir a al Mukhtara, en una guerra de inhabilitación de todos los candidatos y fuerzas contrincantes, desde la familia Arslan y la familia al Daoud, alcanzando a los nuevos liderazgos como lo son el ex ministro Wiam Wahhab y los aliados de la resistencia pertenecientes al partido Nacionalista Social Sirio; y aunque no puede pretender decir que tiene control sobre los jóvenes opositores que han ganado las elecciones, sin embargo no teme que ellos afecten su liderazgo, y el desafío ante su hijo Taimour sería grande dada la naturaleza del bloque parlamentario que tiene a su lado; la principal preocupación de Jumblatt no sería preservar el número de sus escaños, sino preservar ese derecho de veto, que lo representa en el club de las confesiones, en todo lo relacionado con los drusos en el estado y sus instituciones.
En otro orden de ideas, el debate volverá nuevamente a la arena sunita, que hoy no tiene una representación única o definida, a pesar de que quienes permanecieron fuera del foro parlamentario, desde el primer ministro Saad al Hariri hasta el primer ministro Najib Mikati y otros, continúan alegando que poseen una verdadera representación política; y esto lo confirman las elecciones, ya que la participación electoral en los distritos suníes de todo el Líbano mostró los efectos claros a la renuencia de al Hariri y del club de los jefes de gabinetes ministeriales; además, los candidatos sunitas ganadores no están en una posición que les permita unirse en el marco de un frente único y ellos mismos no se perciben como parte de un frente que represente a los sunitas, lo que hace que hablar de una referencia sunita sea algo muy difícil, esto mantiene la puerta abierta a mayores influencias de fuerzas externas y en especial de Arabia Saudita.
Las Fuerzas Libanesas, no podrán aprovechar el aumento del número de escaños para convertirse en una mayoría parlamentaria que les permita imponer sus condiciones
En la nueva fila de escaños parlamentarios, los libaneses tendrán largas semanas para esclarecer la realidad del escenario con nada menos que un diez por ciento de los nuevos parlamentarios que llegaron en nombre del cambio o del resentimiento contra las fuerzas tradicionales o del enfrentamiento al sistema gobernante; ya que estos no son de una misma tendencia, y los primeros indicios muestran que ni siquiera están de acuerdo sobre temas importantes, desde el armamento de la resistencia, al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, o a cómo abordar la formación del primer gobierno, aunque entre todos existe un consenso hasta el momento y es que la mayoría declara que no votarán para renovar la presidencia de Berri; puede que seamos injustos al esperar desde el comienzo una fórmula clara para la alineación de estas personas, y necesitaríamos tiempo para conocer su potencial, o la referencia fuera de ellos que podría reunirlos dentro de un marco unificado.
Mientras tanto, el Líbano está a la espera de las resoluciones que serán adoptadas en la última sesión de gobierno, que muchos esperan que no se utilicen para hacer desaparecer decretos y decisiones que afecten la situación general del país, ante la expectativa de mayores problemas económicos y sociales.