El bloqueo y la Cumbre
La Cumbre de las Américas en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, es un hecho. Con la asistencia de 23 jefes de Estado o Gobierno y otras seis representaciones, 29 países del hemisferio respondieron al convite de Joe Biden.
Sin embargo, los números fríos no expresan la realidad de la cita. Las exclusiones arbitrarias de Cuba, Venezuela y Nicaragua han generado un clima de crispación regional que evidenció el declive hegemónico de Estados Unidos en la zona y puso en tela de juicio el éxito de la convocatoria. Las críticas a esta actitud prepotente y excluyente fue casi general y varios mandatarios decidieron declinar la invitación en señal de protesta.
Paradójicamente, el tema Cuba y especialmente el bloqueo genocida que mantiene Estados Unidos sobre el pueblo cubano, será punto obligado en los debates y sesiones de la Cumbre, quiera o no el anfitrión.
Alberto Fernández, mandatario argentino, lo ha dejado claro. Como presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) criticará la arbitraria decisión de no invitar a tres países por razones ideológicas y reafirmará su rechazo a la guerra económica que mantienen contra Cuba los gobiernos de Estados Unidos hace ya seis décadas.
México es otra voz que desde hace semanas hace vibrar la Cumbre aún sin comenzar. La ausencia anunciada del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue un fuerte mensaje a la Casa Blanca. En los últimos meses, AMLO ha insistido en la importancia de comenzar a construir una nueva relación entre las Américas para enfrentar los desafíos que impone la emergente multipolaridad global. Y en esa propuesta, México dice que Cuba tiene que estar incluida.
Justo antes de partir hacia California, territorio usurpado a México, el canciller azteca subrayó en una entrevista para el diario La Jornada que “la nueva realidad geopolítica lo que busca son acuerdos, hallar un sistema diferente al anterior, y lo que lo impide ahora, lo que no permite pasar a un nuevo capítulo es el bloqueo a Cuba”.
Símbolos y política
La altura política y diplomática de AMLO es notable. El mandatario es un estadista. Su visión con prisma mexicano lo lleva a insistir en la necesidad de construir un escenario interamericano distinto al existente que asegure a la economía estadounidense, y con ella a la mexicana, un aterrizaje seguro y beneficioso en una pista cuya torre de control les hablará en mandarín.
En esa “pedagogía”, un líder como AMLO, con ideas claras e invariables, lanza su llamado con Cuba a su izquierda, consciente de que, además de intentar reparar una injusticia histórica y mostrar su solidaridad con el pueblo cubano, puede servir de puente para construir una relación civilizada entre una Isla celosa defensora de su soberanía y símbolo global de la dignidad, y una potencia cuya hegemonía se desmorona progresivamente y parece no captar la tabla salvadora del presidente mexicano.
AMLO, mirando al futuro, sabe que sin superar la hostilidad de Estados Unidos contra la isla antillana, su idea de una nueva relación interamericana se desvanece, pues son conocidas las contrapuestas influencias políticas e ideológicas de ambos actores en la región.
La Cumbre de las Américas ya está en marcha y Biden intentará sacar el mayor provecho. Dinero tiene para hacerlo y promesas no faltarán, como no faltan necesidades e indignidades.
Pero el bloqueo a Cuba, la exclusión de La Habana, Caracas y Managua, y el llamado a una nueva etapa en las relaciones interamericanas marcarán la agenda, más allá de los importantes temas de salud y emigración que también se abordarán.
Ya Maduro lanzó otro salvavidas a la Casa Blanca. Le pidió a su homólogo argentino que en su calidad de dignatario de la CELAC convoque a una Cumbre del mecanismo integracionista e invite a Biden.
Veremos cuál será la reacción del presidente estadounidense. Tal vez las palabras del canciller Marcelo Ebrard antes de partir a Los Ángeles son proféticas o simplemente fueron parte del mensaje que lleva a la Cumbre: “hay voluntad por parte del gobierno del presidente Biden, para avanzar en el cambio, si no fuera así, para qué citar a la Cumbre (de las Américas).”