Una carta abierta a las tres presidencias libanesas
Una carta abierta a las tres presidencias libanesas: El enviado estadounidense que sirvió en el ejército israelí no fue ni será imparcial… las amenazas del general Kochavi de destruir el Líbano son solamente un chantaje para obtener mayores concesiones… y ante el Líbano existen únicamente dos opciones.
Las amenazas del general Aviv Kochavi, jefe del Estado Mayor del ejército israelí, lanzadas el pasado domingo, de bombardear miles de objetivos en el sur del Líbano, con el pretexto de la existencia de misiles, drones y material bélico de Hizbullah, exigiéndole a los libaneses que evacuasen sus hogares, se producen un día antes de la llegada de Amos Hochstein, el enviado estadounidense para asuntos energéticos al Líbano, y en respuesta al reciente discurso de al Sayyed Hassan Nasrallah en el que afirmó que: “Hizbullah no se quedará de brazos cruzados frente al saqueo por parte del enemigo de la riqueza petrolera y gasífera del Líbano, y se le impedirá extraer esos recursos del campo de Karish”.
El general Kochavi sabe muy bien que no podría intimidar a Hizbullah, pero con sus declaraciones ofrece pretextos y cartas de presión a las fuerzas en el Líbano hostiles al partido, las cuales están vinculadas a los proyectos estadounidenses e israelíes en suelo libanés; y esto aclara los rumores que circularon y que señalaban que el enviado estadounidense, Amos Hochstein, mantuvo encuentros con algunas de las fuerzas políticas libanesas en el poder, señalando los mismos rumores, que estas fuerzas ofrecieron concesiones “tangibles”, que el enviado estadounidense consideró que respaldarían las negociaciones indirectas para resolver el conflicto.
El hecho de que aparezca el lado oficial libanés como la parte débil, ya sea convocando al enviado estadounidense a toda prisa para reanudar las negociaciones, o haciendo concesiones sobre sus derechos petrolíferos y gasíferos en sus propias aguas territoriales, inevitablemente favorecerían a los intereses de la arrogancia israelí y alentaría al enemigo sionista conocido por su gran habilidad para la extorsión, a que se aferre a sus términos y condiciones para no hacer ninguna concesión; treinta años de experiencia del trato de los palestinos con el enemigo confirman ese supuesto.
Los libaneses independientemente de su filiación política tienen solo una de dos opciones:
- La primera: es la de entablar negociaciones a largo plazo con el enemigo a la manera palestina y en la que se verán obligados a ofrecer una concesión tras otra sin obtener nada a cambio, más que chantajes adicionales y la exigencia de más concesiones, convirtiéndose indirectamente de esta manera en servidores del ente ocupante israelí.
- La segunda: la opción del uso de la fuerza, que es la opción que derrotó dos veces a “Israel”, la primera el año 2000 cuando no pudo soportar el desgaste que le impuso la resistencia, obligándola a retirarse de manera unilateral del Líbano, y luego de la Franja de Gaza en 2005.
Las tres presidencias libanesas, o la mayoría de estas, prefieren la opción de la negociación como pretexto para evitar la guerra, con la esperanza de alcanzar un acuerdo que permita al Líbano obtener parte de su riqueza gasífera y petrolera con el favor estadounidense, y este es un gran error que refleja la miopía y la falta de comprensión de los rápidos acontecimientos políticos en desarrollo en la región y en el mundo, entre los que destaca la formación inminente de una coalición israelí - árabe sunita liderada por Estados Unidos, para enfrentar militarmente a Irán, lo que significa que sus aspiraciones antes mencionadas están fuera de lugar, porque la decapitación de Hizbullah encabeza las prioridades de esta nueva alianza.
La extracción del gas libanés, sirio o palestino (en Gaza) está sujeta a la rendición de la resistencia, levantando banderas blancas y la entrega de su armamento, sin garantías de obtener nada a cambio, quizás la experiencia de la Autoridad Palestina con la toxica paz estadounidense-israelí sea uno de los ejemplos más destacados al respecto, y el resto de los detalles es bien conocido y no hace falta mencionarlo.
El ente ocupante israelí no permitirá que el Líbano extraiga su petróleo y su gas mientras haya un misil de Hizbullah en el sur del Líbano, porque lo que se requiere es poner de rodillas al pueblo libanés y matarlo de hambre, similar a lo que sucedió con su hermano iraquí después de que sus fuerzas invadieran Kuwait, y el hambre es en realidad más peligroso que una guerra civil.
El presidente Saddam Hussein permitió a los mediadores y a los inspectores, de hecho a los espías, que inspeccionaran sus palacios y que destruyeran sus capacidades militares, químicas y biológicas, a cambio de estas concesiones fue recompensado no solo poniendo fin a su régimen, arrestándolo y ejecutándolo posteriormente, sino que también ocupando Iraq, saqueando sus riquezas, conduciéndolo a la miserable situación en la que se encuentra actualmente.
Al Sayyed Nasrallah dijo en su última alocución, que el factor tiempo no favorece al Líbano y que la resistencia no se quedará de brazos cruzados, afirmando que su objetivo es evitar que el enemigo explote el petróleo y el gas del campo “Karish” y que extraiga estas riquezas, cuyo valor se estima según estudios occidentales en más de seiscientos millardos de dólares, estas son unas riquezas que habría que emplearlas para darle solución a la crisis libanesa y lograr que todos los libaneses, sin excepción, disfruten de una vida digna.
Las tres presidencias libanesas se sometieron por completo a las condiciones impuestas por los estados del Golfo y renunciaron a la soberanía y la dignidad del país, a cambio de nada, allanando el camino para que se repita el mismo pecado con el pretexto de la agudización de la crisis en el Líbano, sin reconocer que estos, o sea, Estados Unidos e Israel, son los que crearon esta crisis, destruyendo la economía del Líbano, hambreando a su pueblo e imponiendo un bloqueo, aprovechándose de las divisiones dentro del país y de la existencia de fuerzas que apuestan al espejismo del apoyo y respaldo estadounidense israelí para salvarlos, ¿Acaso Amos Hochstein, el enviado estadounidense, que nació en la Palestina ocupada y sirvió tres años en el ejército israelí, sería compasivo con los libaneses como mediador, reconociendo sus derechos?
Dejamos la respuesta a quienes le extienden la alfombra roja, apuestan por su integridad y le hacen concesiones.