La resistencia está cerca de volver a la ecuación anterior al 2000
Durante el período posterior al 2000 y el logro de la liberación, la resistencia adoptó una nueva ecuación que permitió un espacio mucho mayor para enfatizar el papel de las instituciones estatales en la gestión del conflicto con la ocupación y el proceso necesario para desarrollar el potencial de la resistencia, con el fin de establecer una ecuación de disuasión que pudiera impedir las agresiones israelíes después de la liberación.
Esta ecuación fue radicalmente diferente a aquella que era necesaria para obligar al ente ocupante a retirarse y requirió de tiempo y de silencio; la formulación de esta ecuación no fue, como algunos suponen, el resultado de la participación de Hizbullah en los gobiernos posteriores a 2005, lo que sucedió durante la guerra de julio de 2006 le aclaró a la resistencia dos realidades opuestas, la primera es que su ecuación en cuanto a la creación de un potencial de disuasión logró el objetivo deseado y esto fue expresado en su victoria histórica sobre uno de los ejércitos más fuertes de la región y uno de los ejércitos más fuertes del mundo y en una guerra semi regular, esto por un lado, pero por el otro lado, el interior libanés no se había recuperado de las enfermedades que acompañaron la fase de liberación, y muchas fuerzas dentro y fuera del gobierno, buscaron transformar las diferencias políticas en una disposición para prestar a la ocupación servicios gratuitos con el fin de congraciarse y acercarse a los estadounidenses, y favorecer las relaciones con los países árabes que buscan normalizar sus relaciones con la ocupación.
Lo ocurrido a raíz de la operación de los drones lanzados por la resistencia, confirmó las conclusiones opuestas que resultaron de la guerra de julio; puesto que todas las reacciones procedentes desde el interior de la entidad y los comentarios que las acompañaron tanto dentro del ámbito militar, o del estamento político, afirman, que la resistencia se anotó una gran ventaja en puntos sobre el ejército del ente ocupante, y planteó dentro de su dirigencia política y militar, una nueva ecuación, cuyo título es el de una sensación de incapacidad para brindar protección por medios militares y de seguridad a las plataformas de gas, y una incapacidad para evitar un ataque, y ante la imposibilidad de proceder con las operaciones de extracción sin tomar en cuenta los riesgos que representa la ecuación de la resistencia, reconociendo el peligro de dar la espalda a sus amenazas de atacar las plataformas de extracción, sin abordar el riesgo de una guerra sobre cuyas consecuencias “Israel” no tiene control; asimismo, habían comenzado los cuestionamientos estadounidenses y europeos sobre cómo manejar el expediente del gas sin tener en cuenta cómo evitar la escalada de amenazas de la resistencia, lo cual demostró a través de los detalles de la operación la magnitud de la confusión israelí que se prolongó durante más de quince minutos, lo cual podía permitir a la resistencia destruir las plataformas de gas si así lo hubiera querido, o cuando lo desee; mientras que dentro del Líbano, se produce el mismo resultado registrado en 2006, y el mismo registrado en 1983, con el lanzamiento de la resistencia en paralelo con el curso humillante de las negociaciones que produjeron el acuerdo del 17 de mayo con la misma mediación y promesas estadounidense, hecho que conoce de cerca el canciller Abdallah Bouhabib desde su cargo en aquel momento como embajador del Líbano en Washington, pero las lecciones de aquellos hechos no dejaron un efecto en la memoria del ministro y al parecer son inexistentes para otros.
El tema de las riquezas gasíferas y petroleras abrió la puerta a otro tipo de discusión y evaluación por parte de la dirigencia de la resistencia; el tema ya no es el de desarrollar una capacidad disuasoria que sea suficiente para prevenir una agresión, sino de cómo la resistencia podría enfrentar una agresión a los intereses nacionales, equiparando la resistencia, según la analogía hecha por el secretario general de Hizbullah, al Sayyed Hassan Nasrallah, los yacimientos de petróleo y gas con la franja fronteriza ocupada; y el asunto tampoco sería cómo trataría la resistencia con las instituciones estatales sobre el tema de que posturas adoptar con respecto a las continuas violaciones israelíes por mar y aire, porque las instituciones estatales son las encargadas de gestionar el expediente de negociación sobre la soberanía y la riqueza marítima, con mediación estadounidense, más bien, en medio de una fuerte presión estadounidense continua desde 2017 y cuyo fin es la de someter al Líbano, los funcionarios estadounidenses no ocultan que están detrás de un plan para implosionar al Líbano bajo la influencia del colapso económico, con el fin de socavar su resistencia, atendiendo con esto los intereses del ente ocupante; el tema del petróleo y el gas mostró una de las facetas de los objetivos de estas presiones, y la crisis energética mundial también ha mostrado la importancia de estos objetivos para la entidad; dejar que las ecuaciones internas decidan por si solas el equilibrio de poder que manejaría la relación con estas presiones estadounidenses, significaría alcanzar un resultado similar al obtenido para resolver el curso del expediente financiero; paralelamente, el expediente de petróleo y gas, según lo describe la resistencia, es en lo único que se puede confiar para sacar al Líbano del fondo del atolladero en el que se encuentra, estando de facto propenso a un mayor deterioro, y el factor tiempo en relación a ese expediente es más que decisivo para evitar la pérdida de estas riquezas, o sea que esto no significa que esto no se parece al caso de las Granjas de Shebaa ocupadas, donde es posible tratar con el vaivén oficial, ya que con el paso del tiempo la geografía no cambiaría; todos estos elementos elevan el estatus de este expediente al nivel de prioridad estratégica para la resistencia.
Antes del año 2000, la relación entre la resistencia y las instituciones estatales se basaba en que el estado determinaba la línea fronteriza, por ejemplo, la resistencia no reclama los siete aldeas ocupadas a pesar de su convicción de son libanesas, ya que el estado adopta la línea fronteriza internacional que otorga estas aldeas al ente ocupante, pero la resistencia formula unilateralmente sus tácticas y el momento de su acción para imponerle al ejército de ocupación una retirada, una vez que el estado haya completado su tarea al definir lo que acepta y lo que rechaza de acuerdo con su oferta al mediador estadounidense, lo cual puede no satisfacer a la resistencia, como es el caso del abandono de la Línea 29, pero basta con su intención de detener la extracción de los campos del Mar de Acre hasta que finalicen las negociaciones y el logro de un acuerdo; a partir de ahí comienza la tarea de la resistencia y que sería la de obligar a la ocupación a aceptar las condiciones y términos del estado libanés, comenzando por detener la extracción, hasta aceptar las líneas libanesas no negociables.