La estrategia de Seguridad Nacional de Biden, dos páginas sobre Latinoamérica
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Joe Biden afirma que Estados Unidos se mantendrá en el lugar de líder mundial, señala a China como su principal retador en la disputa geopolítica mundial, propone controlar a una Rusia peligrosa, y afirma que América Latina es la región que más impacta directamente a Estados Unidos.
La Casa Blanca presentó el miércoles una estrategia de seguridad nacional largamente demorada por la crisis de Ucrania, que no incluye grandes cambios de pensamiento ni introduce nuevas doctrinas importantes para una política exterior centrada en contener el ascenso de China, y que reitera que el liderazgo de EE.UU. es clave para superar amenazas globales como el cambio climático y el ascenso de” regímenes autoritarios”.
Incluso después de la invasión rusa a Ucrania, China representa el desafío más importante para el orden mundial, afirma el documento, que resalta que Estados Unidos debe ganar la carrera armamentística y económica con la superpotencia, si espera mantener su influencia en todo el mundo.
A diferencia de los documentos presentados por sus antecesores en la presidencia, la estrategia de la administración Biden aborda como asunto clave de seguridad nacional la amenaza interna al sistema democrático estadounidense. También aborda la amenaza que representa el terrorismo doméstico en Estados Unidos y declara que el país no tolerará la interferencia externa en sus elecciones.
En la estrategia dada a conocer el miércoles 12, Biden señala que la necesidad del liderazgo estadounidense es más grande que nunca, y reitera su mensaje básico de que la coyuntura tanto doméstica como internacional se define por la batalla entre la democracia y la autocracia. La estrategia “busca avanzar en nuestros intereses vitales y buscar un mundo libre, próspero y seguro empleando todos los elementos de nuestro poder nacional”, señala el documento.
Dos páginas para Latinoamérica y el Caribe
La estrategia afirma que ninguna región impacta más directamente a Estados Unidos que el hemisferio occidental, aunque el capítulo dedicado a la región Latinoamérica y el Caribe ocupa sólo dos de las 48 páginas del documento, y casi al final, marcando una de las prioridades: detener la migración.
El documento bidenista diagnostica que la pandemia de covid-19 y la recesión económica subsiguiente exacerbaron retos estructurales antiguos, nutrido el malestar político y social, “minado la fe en la capacidad de la democracia en cumplir y generado niveles sin precedente de migración irregular a Estados Unidos y a través de la región”.
Añade que Estados Unidos continuará construyendo “seguridad regional” al apoyar esfuerzos para enfrentar tanto amenazas domésticas como las del crimen organizado, y las externas provenientes de “actores malignos” que buscan establecer presencia militar o de inteligencia en la región, en clara referencia a China y Rusia.
Ante este panorama propone revitalizar las relaciones con el fin de construir y mantener la resilencia económica, la estabilidad democrática y la seguridad ciudadana dentro del hemisferio, y continua con el latiguillo de que EE.UU. busca promover la cooperación para generar crecimiento económico inclusivo y duradero.
Para Washington, dentro de este contexto la prioridad es trabajar con México y Canadá para promover una visión norteamericana para el futuro, tras proclamar que Estados Unidos promoverá la estabilidad democrática de la región, incluyendo “proteger contra la interferencia o coerción externa de China, Rusia o Irán”.
El documento señala que a través de instituciones interamericanas revitalizadas, y en asociación con la sociedad civil y otros gobiernos, apoyará la autodeterminación democrática para los pueblos de Venezuela, Cuba, Nicaragua y cualquier otro país donde la voluntad popular es suprimida. Se interpreta que no es voluntad popular votar por candidatos que no sean del agrado de Washington.
Imponer las reglas
El asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, subrayó ante la prensa que el país necesita establecer las reglas del camino para el siglo XXI en varios rubros que van desde tecnología hasta inversión, para que el orden internacional continúe reflejando sus valores e intereses. Dijo que las alianzas internacionales (OTAN, en el Pacífico y otras) están al centro de esta estrategia, y afirmó que el Grupo de los 7, ahora revitalizado, ha vuelto a ser una especie de comité directivo para el mundo libre sobre temas críticos.
“La República Popular China alberga la intención y, cada vez más, la capacidad de reconfigurar el orden internacional a favor de uno que incline el campo de juego global en su beneficio, incluso cuando Estados Unidos sigue comprometido a gestionar la competencia entre nuestros países de forma responsable”, dijo Sullivan.
El funcionario destacó que Estados Unidos debe gestionar la relación con China al tiempo que se enfrenta a un conjunto de retos transnacionales como el cambio climático, la inseguridad alimentaria, las enfermedades contagiosas, el terrorismo, la transición energética y la inflación.
Biden aún debe resolver algunos debates clave de política exterior, como los aranceles a los productos chinos establecidos por Donald Trump, que costaron miles de millones a los importadores, y enfrenta a otros nuevos problemas como el desgaste de las relaciones con Arabia Saudita y la dependencia de India de la energía rusa.
Sullivan se hizo eco de los comentarios de Biden de principios de semana en el sentido de que Estados Unidos está “reevaluando” su relación con Arabia Saudita después de que la OPEP+ anunciara la semana pasada que recortaría su objetivo de producción de petróleo a pesar de las objeciones de Estados Unidos.
En síntesis, la óptica de la visión de seguridad combina la competencia estratégica, sobre todo con China, a la cual califica como el único competidor tanto con la intención y la capacidad para remodelar el orden internacional, contener a una Rusia peligrosa, y, al mismo tiempo, abordar los desafíos compartidos trasnacionales –el cambio climático, el control de pandemias, la seguridad alimenticia o la inflación– de una manera cooperativa con otros… pero con el liderazgo de EE.UU., y acorde a sus intereses.