Lula ha vuelto. ¿Qué significa esto para Brasil?
El presidente electo Lula tomará pronto posesión de su cargo en Brasil, más de una década después de que finalizara su segundo mandato. ¿Qué le espera a este tercer gobierno de Lula?
El 1 de enero de 2023, Luiz Inácio Lula da Silva, comúnmente conocido como Lula, será investido presidente de Brasil. Lula, que ocupó el cargo entre 2003 y 2010, se impuso por un estrecho margen al derechista Jair Bolsonaro en una tensa segunda vuelta electoral, y su victoria marca un brusco cambio en la trayectoria política del país más grande e influyente de Sudamérica. Los expertos afirman que le queda un difícil camino por delante.
¿Cuáles serán los mayores retos de gobierno de Lula?
Brasil se enfrenta a una serie de retos de enormes proporciones, como el lento crecimiento económico, el aumento de la pobreza, los altos índices de delincuencia y una crisis educativa.
Tras ganar la segunda vuelta por menos de dos puntos porcentuales (unos dos millones de votos), el partido de Lula, el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), gobernará un país profundamente polarizado. Los observadores afirman que algunas de las opciones que ha elegido hasta ahora tienen por objeto reducir las diferencias, como la elección de un político de centro-derecha y pro-empresarial, el exgobernador de São Paulo Geraldo Alckmin, como compañero de fórmula.
Pero no será fácil. La primera prueba del nuevo gobierno será avanzar en un Congreso cada vez más poderoso después de que el conservador Partido Liberal (PL) de Bolsonaro ganara docenas de escaños adicionales en las elecciones generales; el PL y sus aliados ahora tienen la mayoría. "Eso significa que [Lula] probablemente tendrá que llegar a acuerdos con exactamente los mismos líderes políticos que se han aliado con Bolsonaro en los últimos dos años y medio", escribe Richard Lapper, de Chatham House.
¿Qué propone para la economía?
En sus anteriores mandatos, Lula presidió una fuerte actuación económica que le convirtió en uno de los líderes más populares de la historia de Brasil. Aumentó el gasto social, creció la inversión extranjera y se redujeron drásticamente los índices de pobreza y hambre. Lula se ha comprometido a hacer frente a problemas similares, como el bajo crecimiento, la desigualdad y la creciente crisis del hambre. Entre sus propuestas de campaña figuran planes para aumentar el salario mínimo y los impuestos a los ricos, introducir un programa de condonación de la deuda y ampliar las viviendas sociales financiadas por el Estado.
Lula ya ha logrado algunos avances en las negociaciones con el Congreso. En diciembre, los legisladores aprobaron una enmienda constitucional que allana el camino para el regreso del programa Bolsa Família de Lula, una iniciativa muy elogiada en la que se realizaban pagos directos en efectivo a las personas más pobres. (Bolsonaro sustituyó el programa en 2021.) La enmienda aumentará el límite de gasto del gobierno en al menos 28 mil millones de dólares para el próximo año, con el fin de cubrir el coste del programa. Sin embargo, los economistas temen que las desfavorables condiciones económicas mundiales y la inflación obstinadamente alta puedan socavar los planes de gasto de Lula.
¿Cómo abordará las cuestiones medioambientales?
La conservación de la selva amazónica brasileña es desde hace tiempo una prioridad de Lula. En sus dos primeros mandatos se redujo la tasa de deforestación en más de un 70 por ciento, y su gobierno presionó para que los países más ricos financiaran medidas de mitigación del cambio climático. Después de que la deforestación alcanzara su nivel más alto en quince años con Bolsonaro, los ecologistas esperan que un tercer gobierno de Lula le dé la vuelta.
Bolsonaro se ha comprometido a alcanzar la deforestación neta cero para 2030 y a crear un nuevo ministerio para promover los intereses de los pueblos indígenas de Brasil, aunque al parecer esta decisión está ahora en el aire. En las últimas negociaciones de la ONU sobre el clima, prometió además tomar medidas enérgicas contra la extracción ilegal de oro, restaurar los ecosistemas críticos para el clima y reavivar el liderazgo de Brasil en la lucha mundial contra el cambio climático. Alemania y Noruega ya han anunciado que reanudarán los pagos al Fondo Amazonia, creado en 2008 para promover el uso sostenible de la selva tropical. Los dos países habían pagado anteriormente más de mil 200 millones de dólares al fondo antes de que Bolsonaro lo archivara en 2019.
Aun así, existe la preocupación de que Lula esté prometiendo más de la cuenta. El gobierno brasileño ha ofrecido durante mucho tiempo incentivos económicos para despejar tierras, incluso para proyectos de infraestructura, ganadería y minería. Algunos responsables políticos sostienen que imponer restricciones al desarrollo en la Amazonia podría obstaculizar el crecimiento económico del país, que es el principal exportador mundial de carne de vacuno y uno de los principales productores de mineral de hierro. Y sin el control del Congreso, los expertos dicen que las posibilidades de que se aprueben las políticas medioambientales de Lula son escasas, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte del apoyo político de Bolsonaro procede de estados amazónicos, como Mato Grosso y Rondônia.
¿Cómo se espera que Lula trabaje con otros líderes mundiales?
Lula se ha comprometido a restaurar el liderazgo mundial de Brasil, argumentando que la oposición de Bolsonaro a las instituciones multilaterales y su creciente aislamiento han socavado la influencia del país. Dice que volverá a unirse a foros regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Su elección también podría reabrir las negociaciones comerciales entre Mercosur, bloque comercial sudamericano, y la Unión Europea, que llevan varios años bloqueadas por el deficiente historial medioambiental de Brasil. Para muchos observadores, el regreso de Lula probablemente signifique un aumento de la cooperación entre Brasil y los países de renta baja, a menudo denominados el Sur Global. Por ejemplo, Lula pretende restablecer relaciones diplomáticas con Nicolás Maduro y estrechar lazos con China y los países africanos.
Mientras tanto, con la invasión rusa de Ucrania todavía dominando los titulares, muchos observadores esperan que Lula mantenga la postura neutral de Bolsonaro sobre la guerra. Aunque Lula ha criticado públicamente la decisión del presidente ruso Vladimir Putin de iniciar la guerra, ha culpado a los líderes occidentales, incluido el presidente estadounidense Joe Biden, de no haber hecho lo suficiente para evitar el conflicto. Además, al parecer se opone a las sanciones occidentales a Rusia, por considerar que aumentan el riesgo de escalada, y los analistas afirman que éste podría ser un punto de tensión permanente con Estados Unidos y Europa.