Escáner: El arabismo, una voluntad anticolonial en África y el Levante
El establecimiento de bases militares norteamericanas y el apoyo a regímenes locales permitió a Washington saquear las riquezas y mantener el atraso en estas naciones, además de usar a la región como escenario geopolítico a favor de sus intereses globales.
Desde la colonización directa de los franceses e ingleses y el posterior neocolonialismo estadounidense, el continente africano enfrenta conflictos internos y tradicionales ambiciones por sus recursos.
El establecimiento de bases militares norteamericanas y el apoyo a regímenes locales permitió a Washington saquear las riquezas y mantener el atraso en estas naciones, además de usar a la región como escenario geopolítico a favor de sus intereses globales.
Por cercanía geográfica, los países africanos, en especial los del norte, comparten vínculos culturales, económicos, demográficos, sociales y políticos con sus homólogos de Medio Oriente y el golfo Pérsico.
Fundada en 1945, la Liga Árabe reúne a 22 Estados miembros, de ellos nueve pertenecen a la actual Unión Africana (UA) con liderazgo de Egipto y Argelia en ambas organizaciones.
Para el politólogo y columnista jordano Mohammad Faraj, las naciones afro-árabes están expuestas a la imposición de la llamada teoría imperialista de centro y periferia en beneficio de las potencias capitalistas.
En ese sentido, ambas regiones cargan con el intento colonialista de sembrar complejos de inferioridad y sus proyectos de liberación constituyen un verdadero levantamiento contra Occidente.
Grandes revoluciones
A la par del ejemplo emanado por la Revolución cubana en toda Latinoamérica y el mundo, las luchas de Argelia y Egipto desempeñaron un papel similar en los procesos independentistas de África y el Levante.
En declaraciones a Escáner, el también director de la web árabe de Al Mayadeen subrayó que el proceso liberador argelino de 1962 constituyó el modelo básico para la soberanía de estos Estados explotados.
Según Faraj, el triunfo de Argelia contra Francia consolidó dos direcciones: la lucha armada y las vías para concluir la revolución y completarla después de la salida del colonizador.
En términos concretos, el analista puntualizó que Argelia y su Frente Nacional de Liberación protegieron y salvaguardaron el espíritu de resistencia de Nelson Mandela (1918-2013) en Sudáfrica y de Patrice Lumumba (1925-1961), en el Congo.
Junto a Argelia, el proyecto de Gamal Abdel Nasser (1918-1970) en Egipto influyó en la causa de muchos países en la región como Kenya y Etiopía, además de convertirse en un líder arabista y panafricano.
El profesor egipcio Abbas Sharaqui comentó a Escáner que antes de la Revolución de julio de 1952 y del presidente Nasser, solo cuatro países del continente africano, de un total de 54, gozaban de independencia.
Sobre este tema, Faraj agregó que el discurso nasserista para África fue también mediático y sociocultural, pues introdujo de una forma u otra, la musa de la revolución.
A juicio del politólogo, más de 25 canales o emisoras de radio durante el gobierno de Nasser transmitieron no solo en idioma árabe, sino en diferentes dialectos a los pueblos africanos.
Para el especialista, el expresidente egipcio entendió los tres círculos en los que debía moverse para romper el cordón imperialista en la región: árabe, africano e islámico.
Enemigo regional
En medio de los crímenes, ataques y violaciones sionistas contra el pueblo palestino a partir de 1948, Egipto, Argelia y Libia jugaron un papel clave en la no aceptación de vínculos entre los países africanos y dicho régimen.
Nasser se percató de las ambiciones de Estados Unidos junto a su aliado Israel, y bien temprano, en 1955, durante la Conferencia de Bandung reafirmó ante representantes africanos y asiáticos el rechazo a cualquier trato con el régimen sionista.
Sin embargo, posteriormente Argelia quedó sumida en la “Década Oscura”, desde inicios de 1990, con ataques terroristas de islamistas radicales; Egipto y la ocupación israelí firmaron el acuerdo de Camp David (1994) y Libia entró en la crisis de la llamada Primavera Árabe (2010).
Estos tres elementos rompieron el triángulo árabe que influía en el continente africano contra Tel Aviv y las relaciones pasaron a una nueva etapa explotada por una propaganda falsa de enriquecer a dichos países y barajar con la inversión en el sector agrícola.
Al valorar este escenario, el doctor Sharaqui expresó que algunos países africanos buscaron el desarrollo, dispuestos incluso a cooperar con Israel, pues prevaleció el principio de los intereses frente a la solidaridad.
Sobre este asunto, Faraj apuntó que el declive político, cultural y económico egipcio dejó después de Camp David junto a las conversaciones de Madrid (1991), Oslo (1993) y los tratados de Wadi Araba (1994), un gran vacío que facilitó la movilidad israelí en la región africana.
Palestina es Árabe
En julio de 2021, la Unión Africana (UA) otorgó a Israel la condición de observador, decisión criticada por Jordania, Kuwait, Qatar, Palestina, Yemen y la misión de la Liga Árabe.
A principios de agosto pasado Argelia, Túnez, Egipto, Libia, Mauritania y la República de las Comoras objetaron formalmente esta decisión.
Como resultado, en febrero de este año fue expulsada la subdirectora general para África de la cancillería israelí, Sharon Bar-Li, de la 36 sesión de jefes de Estado y de Gobierno de la Asamblea de la UA en Addis Abeba.
En tanto, el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, agradeció el apoyo de la UA a la causa palestina y a los derechos legítimos de ese pueblo a poner fin a la ocupación israelí y establecer un Estado independiente.
La cita africana decidió por unanimidad suspender a la funcionaria Bar-Li y formó un comité de siete jefes de Estado para estudiar el asunto, incluido el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune.
Tras décadas de manipulación, el continente africano descubre hoy la falsedad del proyecto occidental e israelí ante la ausencia de apoyo frente a los movimientos terroristas, la no inversión, el saqueo y el hundimiento en la pobreza, puntualizó Sharaqui.
En esta línea de pensamiento, el académico egipcio añadió que la histórica influencia de Argelia y Sudáfrica, junto a otro matiz en la proyección regional de El Cairo, frenaron en los tiempos recientes los intentos sionistas de un acercamiento a la UA y la celebración de cumbres bilaterales.
A la luz de un clima de reconciliación en la región, el no reconocimiento a la existencia de un polo con Estados Unidos como centro económico, político y militar redibuja las relaciones internacionales en dirección al multilateralismo y la soberanía.
En una región donde las diferencias religiosas y étnicas a menudo se convierten en armas financiadas por el imperialismo y el sionismo, surgió un sentimiento que es en última instancia una afiliación secular, no un imperativo biológico, histórico o lingüístico, así el arabismo nació como una voluntad anticolonial.