Elecciones en Ecuador: 2023 tendrán un profundo impacto en la estabilidad nacional y regional
En su artículo exclusivo para Al Mayadeen English, el autor apunta que un gobierno de izquierdas en Ecuador sería un reflejo de lo sucedido en Colombia, que vio llegar al poder a su primer presidente de izquierdas, Gustavo Petro.
En Sudamérica, los acontecimientos en países como Brasil, Argentina, Chile y Colombia suelen acaparar los titulares mundiales debido a su inmensa influencia, relativa prosperidad y dinámicas que repercuten indirectamente en la estabilidad internacional. Sin embargo, países como Ecuador merecen la misma importancia dado el efecto dominó de los acontecimientos políticos en un país sudamericano sobre la estabilidad regional. Gran parte de América Latina, al igual que África, experimenta profundos cambios políticos debido a cambios en los espectros políticos internos, lo que hace que las elecciones ecuatorianas de 2023 sean muy relevantes.
Lo que ha ocurrido hasta ahora es bastante sorprendente en un país que está siendo testigo de un grave colapso económico. La violencia política, incluido el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, que era un crítico mordaz de las supuestas conexiones entre la delincuencia y la política. Posteriormente, el actual presidente, Guillermo Lasso, anunció el estado de emergencia durante 60 días, lo que sumió al país en una mayor incertidumbre. Pedro Miones, miembro del izquierdista Partido de la Revolución Ciudadana de Rafael Correa, también fue asesinado seis días antes de las elecciones.
Activistas como Phil Kelly atribuyen la violencia en el país a la sumisión de Ecuador al orden neoliberal de Estados Unidos, con la inmensa influencia de los cárteles contribuyendo a su desaparición como Estado fallido.
Sin embargo, después de semanas de caos, la votación presidencial ahora está entre la abogada socialista y de izquierda, Luisa González y el empresario de centro a centro derecha, Daniel Noboa con una segunda vuelta electoral en octubre de 2023. Con el 85 por ciento de los votos considerados, González, discípula del expresidente de Ecuador, Rafael Correa, logró hacerse con el 33 por ciento de los votos haciendo campaña sobre la reactivación de programas de desarrollo social para los pobres y los más desfavorecidos de la sociedad ecuatoriana. Noboa, por su parte, procede de la élite empresarial y es el vástago del prominente empresario Álvaro Noboa. Consiguió un impresionante 24 por ciento de los votos, lo que los observadores consideran una sorpresa.
Una segunda vuelta significa que Ecuador podría caer a cualquier lado del espectro político, lo que podría tener repercusiones considerables en la estabilidad nacional. Es importante señalar que la segunda vuelta se produce en medio de la votación de los ecuatorianos en un referéndum histórico para detener la explotación de pozos petrolíferos en el Parque Nacional Yasuní, que forma parte de la selva amazónica. La selva en sí no es nueva para la explotación, ya que sufrió daños considerables debido a la deforestación descarada bajo la mirada del gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil. Los votantes optaron por salvaguardar la biosfera por un margen de casi el 20 por ciento con más del 90 por ciento de las papeletas escrutadas. Además, más del 58 por ciento estaban a favor frente al 41 por ciento según la Comisión Nacional Electoral ecuatoriana.
Estos resultados, que tuvieron lugar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, son un claro repudio al hipercapitalismo que ha dañado desde dentro la economía y el medio ambiente de Ecuador. Ecuador se convirtió en uno de los primeros países del mundo en establecer límites a la extracción de recursos a través de una votación democrática. Además, en un segundo referéndum, los ciudadanos de Quito optaron por bloquear la extracción de oro en las sensibles tierras altas de Choco Andino por un impresionante margen del 68 por ciento. El referéndum vinculante prohíbe la perforación petrolífera en el proyecto del Bloque Petrolero 43, situado en el extremo oriental del Parque Nacional Yasuní, lo que, según los economistas, podría acarrear mayores medidas de austeridad para el maltrecho país.
Mientras los partidarios de la extracción de combustibles fósiles siguen clamando contra el referéndum, lo interesante de las elecciones ecuatorianas será el resultado final. La carrera a la par significa claramente que el procapitalista y neoliberal Daniel Noboa sigue en liza. Su resonancia entre los segmentos desencantados de la sociedad ecuatoriana se produce en un país sacudido por la alta criminalidad, el desempleo, la violencia relacionada con las drogas y la corrupción generalizada. Para su rival González, sin embargo, el reto consiste en mantener su liderazgo y proyectar su Movimiento de Revolución Ciudadana como panacea para la polifacética situación de Ecuador, en lugar de ser percibido como un partido que mantendrá su statu quo. Defender la causa del izquierdismo por sí solo no se traducirá en un cambio significativo.
Los errores garrafales de González se traducirían en una gran victoria para Noboa. La plataforma de su Partido de Acción Democrática Nacional es asegurar que el liberalismo económico prospere con promesas de oportunidades para el empleo juvenil y la creación de puestos de trabajo, y con grandes pretensiones de reactivar la tambaleante economía. Mientras esté detrás de la carrera, cualquier lapsus por parte de la CRM juega a favor del NDAP. Noboa ha apelado a la juventud y a los votantes privados de sus derechos, desilusionados por el statu quo político. Muchos consideran que su planteamiento de mano dura para hacer frente a la delincuencia que asola Ecuador es el antídoto para un país que ha visto cómo los narcotraficantes se disputaban un lugar para exportar cocaína desde sus costas. Sin embargo, a pesar de la amenaza existencial de que Ecuador descienda hacia el populismo, los referendos petroleros demuestran que no será un camino de rosas para Noboa a pesar de su nuevo atractivo populista.
Sin embargo, para el continente sudamericano, un gobierno de izquierdas en Ecuador sería un reflejo de lo ocurrido en Colombia, que vio llegar al poder a su primer presidente de izquierdas, Gustavo Petro. La "marea rosa", que consiste en el rechazo del neoliberalismo en favor de gobiernos de izquierdas y socialmente progresistas, ha sido una característica definitoria del continente: Perú, Chile, Brasil y Colombia han sido testigos del ascenso de regímenes que se oponen al multimillonario orden capitalista estadounidense que ha privado a sus respectivas sociedades de un nivel de vida respetable. Un giro a la derecha sería una anomalía para Sudamérica que tanto el continente como Ecuador no pueden permitirse.