Comunicación Contrahegemónica y Paz
La Paz, es una construcción histórica para la que es fundamental recuperar el derecho natural que tienen los Pueblos a contar, narrar, relatar, analizar críticamente sus vivencias y recuperar la memoria histórica, desarrollando una comunicación contrahegemónica que contribuya gestar una nueva historia.
Si algo caracteriza al sistema capitalista en esta fase que alcanzó a final del siglo XX, en la década de los 90, es la acelerada concentración del poder político, económico e ideológico. Esto implicó la conformación de gigantescos monopolios, carteles o más claramente, mafias, entre las que contamos, los llamados “medios de comunicación de masas”, que se han ido agrupando en grandes corporaciones transnacionales, para configurarse a favor de los intereses de esos monopolios capitalistas y concentrar un poder inédito para operar como armas estratégicas de las guerras de IV y V generación contra los Pueblos.
Estos carteles mediáticos, sostienen una doble moral en su mensaje hegemónico. Por un lado, posicionan un discurso “pacifista” que, como señalara Lenin en su texto “el socialismo y la guerra”, de ningún modo apunta a resolver las contradicciones que generan las guerras; mientras legitima la explotación de la mayoría de los seres humanos para lucrar a una minoría cada vez más reducida y toda la desigualdad que ello genera, a la vez que promueve el racismo, la xenofobia, el clasismo y en el actual contexto geopolítico, también promueven la islamofobia, la rusofobia, la sinofobia y todas las fobias y los miedos que son imprescindibles para que el sistema capitalista logre mantener su supremacía.
Sus argumentos, se convierten en grandes líneas editoriales que son difundidas a través de sus múltiples medios con un alcance cada vez más masivo, para sostener, avalar y promover las guerras.
Lo cierto es que la Paz con mayúscula, que implica justicia en sus distintas dimensiones y es muy distinta del pacifismo antes descrito, tampoco está de moda desde el punto de vista comunicacional. Lo que está de moda en el planeta entero es la guerra y el supuesto derecho supremo que tiene el imperialismo a emprenderla cuándo y dónde le antoje.
Esa estrategia comunicacional ha alimentado la deshumanización de un mundo que hoy está presenciando, sin asombro y con escasa sensibilidad, el genocidio más brutal, el crimen más visibilizado de la historia que es el que está cometiendo Israel contra el Pueblo Palestino. Imponiendo a través de estos carteles mediáticos la matriz de opinión según la cual ciertas potencias tienen derecho a defenderse del “terrorismo” mientras desconocen el derecho a la legítima defensa de un Pueblo ocupado.
Hablar de Paz en estos tiempos, contradice y obstaculiza la estrategia mediática hegemónica en plena crisis capitalista, cuando el imperialismo está promoviendo la guerra en todo el planeta para poder garantizar la continuidad de su mundo unipolar en declive, por eso, requiere no sólo valentía, exige postura política, ética, honestidad y más conciencia del compromiso que implica la comunicación en la lucha por desmantelar la hegemonía guerrerista y abusiva del sistema contra los Pueblos del mundo.
Defender la Paz, se convierte en un ejercicio subversivo, y vale la pena decirlo así con todas sus letras, porque esa es la realidad y el riesgo que corremos quienes hablamos de Paz en tiempos de guerra.
Cerca de 123 periodistas víctimas de asesinato en Palestina y dos en Líbano por el sionismo israelí en los últimos cuatro meses, dan cuenta de ello. La continuidad del proceso genocida en Colombia que también asesina periodistas, comunicadores y comunicadoras populares y alternativos, es otra triste evidencia de cuán cierto es lo que aquí afirmamos.
El inmenso poderío de los carteles mediáticos descansa sobre su alto nivel de masificación a través de la industria del entretenimiento y las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, cada vez más controladas por algoritmos y otras formas de censura y condicionamiento. Esos mensajes y narrativas se convierten en discurso único, en una guía de valores y conductas definidas como “ejemplares”, política y socialmente “correctas”, es decir, en discurso hegemónico.
La versión de la historia continúa siendo escrita por los vencedores, cada vez más en tiempo real, negando la historia de los Pueblos, sus diversas expresiones de resistencia, de lucha y la necesidad de construir, lo que Gramsci llamó una nueva hegemonía.
Desde nuestro punto de vista, desafiar ese discurso que sostiene un sistema de relaciones sociales injusto y violento, es imprescindible para poder realmente aportar a la construcción de la Paz. Ese ejercicio de confrontar el discurso hegemónico, es lo que llamamos comunicación contrahegemónica.
En tiempos en los que se ejecuta una guerra comunicacional contra los Pueblos y gobiernos no subordinados al imperialismo, se plantea una disputa comunicacional en la que la comunicación popular como comunicación contrahegemónica que se enuncia desde las luchas populares, no sólo desafía el discurso dominante sino que a la vez procura sembrar unos valores contrarios a los antivalores impuestos por el capitalismo como el egoísmo, el individualismo, la avaricia, la violencia, la competencia, que trata de disfrazar como expresiones de “la verdadera libertad”, cuando en realidad son antivalores responsables de que los seres humanos se enfrenten unos contra otros, legitimen la explotación y la opresión de unas pocas personas sobre la gran mayoría.
Esta comunicación entonces, también debe promover valores que llamen a la solidaridad, al equilibrio, a la colectividad, la fraternidad, la equidad, el respeto, entre otros.
La comunicación contrahegemónica desde lo territorial se convierte también en un elemento esencial para la recuperación y construcción de autonomía, de autoestima, de autorreconocimiento de la individualidad del ser humano, pero también de las comunidades, que al reconocerse a sí mismas como constructoras de su propia historia, podrán avanzar a la construcción de otro mundo. La comunicación contrahegemónica en suma, defiende la vida, el sagrado derecho de los Pueblos a lo que el cantante revolucionario Víctor Jara llamara, “el derecho de vivir en Paz”.
La disputa comunicacional, debe extenderse incluso al terreno de lo semántico, donde palabras tan importantes como “Paz”, se llenen de contenido desde las luchas decoloniales y antiimperialistas de nuestros Pueblos.
Debemos asumir que la Paz no es simplemente un asunto de resolución de los conflictos armados que incomodan a las minorías poderosas, mientras se estigmatizan los levantamientos populares o la digna rabia de los Pueblos que se levantan, sino que contiene en su esencia la igualdad, la dignidad, los derechos humanos y de la naturaleza, la felicidad, la soberanía alimentaria, la educación, el respeto por la cultura y los territorios, la abolición del patriarcado y de toda forma de discriminación.
La Paz, es una construcción histórica para la que es fundamental recuperar el derecho natural que tienen los Pueblos a contar, narrar, relatar, analizar críticamente sus vivencias y recuperar la memoria histórica, desarrollando una comunicación contrahegemónica que contribuya gestar una nueva historia.