En Venezuela, comunicación contra el fascismo
Revolucionarlo todo a nivel contra informativo es la tarea que nos debemos imponer, ser audaces en el discurso, decir las cosas por su nombre y no utilizar subtefugios que solo sirven para confundir.
“¿Qué somos?”, preguntaba repetidamente y con ímpetu uno de los animadores del III Encuentro de la Comunicación: “¡La Red!”, respondían al unísono alrededor de 400 delegados y delegadas del evento. Es que precisamente eso, una gigantesca red comunicacional que dé respuesta al oscurantismo fascistoide que viene instalándose en distintos puntos del planeta, es lo que se planteó construir en los dos días de deliberaciones en Caracas.
La sede la UICOM (Universidad Internacional de las Comunicaciones), fue el espacio donde periodistas gráficos, radiales, televisivos, cineastas, muralistas, videastas y otras variantes de lo que significa debatir y comunicar ideas, informar desde abajo y a la izquierda, o fotografiar la realidad de nuestros pueblos, fue plasmado como una necesidad urgente. Precisamente porque estamos en tiempos en que los grandes enemigos de la Humanidad, no nos dan chance para que nos paralicemos.
En cada uno de los capítulos en que se dividió la actividad de este III Encuentro, se abordaron temas que nos conciernen como sujetos de la comunicación alternativa, pero que inevitablemente trascienden la especificidad y nos obligan a socializar propuestas que puedan, a corto y mediano plazo, servirnos como herramientas para pasar a la ofensiva frente a los discursos y prácticas que viene imponiendo el fascismo en varios de nuestros países. Ese terrorismo mediático que no cesa ni un instante de embestir contra procesos transformadores y revolucionarios.
Se trata de temas tan básicos como agudizar la formación, para que las nuevas tecnologías que tenemos a nuestro alcance nos sirvan como instrumento para gestar avances y no para alienarnos y desmovilizarnos. Se hace necesario meternos a fondo en cada una de las disciplinas comunicacionales existentes, que van -se dijo repetidamente en las mesas de discusión- desde las redes, que como se sabe están motorizadas y controladas por los grandes pulpos del discurso imperial y colonizador, hasta los medios tradicionales, radio, prensa escrita, televisión, incluyendo las paredes, el muralismo y hasta el dazidabo.
Nada es excluyente a la hora de comunicar, porque nuestros enemigos sí que utilizan todos los medios para intoxicarnos con sus estrategias de control, adormecimiento y cooptación hasta de nuestras emociones. Esta guerra cognitiva que hoy se descarga sobre las poblaciones, le permite a la estructura de dominación capitalista poder colar su mensaje en amplios sectores sociales, y no solo eso, sino ganar para sí la batalla de la desideologización masiva. Los resultados de esas batallas son las que permiten que sectores de población humilde o de clase media, sigan confiando en falsas democracias o en liderazgos que disfrutan sojuzgando a pueblos enteros.
Frente a esos escenarios se impone, hoy más que nunca, dar respuestas al desafío de quienes desde el corazón del monstruo nos convocan a la “batalla cultural”. La nuestra pasa por mostrar como, a pesar de todo, la Revolución (en los países donde se generen ese tipo de cambios) produce avances en todos los aspectos, inclusive claro está el rubro cultural y comunicacional, para quienes son protagonistas de la misma.
Revolucionarlo todo a nivel contra informativo es la tarea que nos debemos imponer, ser audaces en el discurso, decir las cosas por su nombre y no utilizar subtefugios que solo sirven para confundir. Acudir a los grandes maestros y maestras del pasado reciente que crearon paradigmas indestructibles: José Martí, Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh, Roque Dalton, Rosa Luxemburgo, Haroldo Conti, Carlos María Gutiérrez, Virginia Bolten, Jorge Ricardo Masetti, Paco Urondo, Alejo Carpentier, María Esther Gilio, y tantos otros y otras, incluyendo a esos dos grandes comunicadores que siguen siendo Hugo Chávez y Fidel Castro. Leerlos, estudiarlos, apropiarse de sus conocimientos, ayuda, sin dudas, a recrear nuevas formas de alfabetización comunicacional para las nuevas generaciones.
De eso y muchos otros items fundamentales para la etapa saben lo suficiente quienes, desde el doble rectorado de esta valiosa Universidad Internacional de la Comunicación, se echaron al hombro la tarea maravillosa de construir un espacio socializador de ideas y de prácticas emancipatorias. Me refiero a Tania Díaz, periodista, diputada, militante de la causa revolucionaria chavista, y Fernando Buen Abad, filósofo de la comunicación y la imagen, internacionalista consecuente. Junto a ellos, un esforzado grupo de colaboradores, fueron los que hicieron realidad que este nuevo Congreso nos permitiera darnos cuenta que somos muchos y muchas los que estamos dispuestos a no bajar las banderas de un periodismo comprometido con nuestras realidades, por más dolorosas que sean algunas de ellas. Que no retrocederemos ante los amagues inquisitoriales, las nuevas formas de censura o las presiones y represión física que se dan en varios sitios de este mundo convulso. Que aborrecemos la autocensura y llamamos a desafiarla con el coraje de reconocernos en la dignidad de quienes nos antecedieron poniendo el cuerpo en circunstancias parecidas a las que hoy vivimos. Que nos contagiamos de optimismo cuando vemos que países como Venezuela bolivariana, nos abre las puertas para recibir el afecto de su bravo pueblo, a fin de demostrarnos una y otra vez, que el enemigo que enfrentamos no es invencible.
Por eso, el agradecimiento a la UICOM por haber gestado este encuentro de voces y conocimientos, circunstancia que indiscutiblemente deberá ser retribuida con hechos que permitan seguir gestando en cada sitio, en cada calle, en cada nota, foto, video o mural. la utopía liberadora que permita empujar al fascismo hacia su definitiva derrota.