No al Estado-Nación ni judío, ni musulmán, ni cristiano
La razón por la cual la entidad colonial de (Israel) ahora solicita que se le reconozca como Estado-Nación de la religión judía (ellos le denominan pueblo judío), es para abolir la Resolución 194 de la ONU, que estipula el Derecho Inalienable de Retorno de los Refugiados Palestinos, que son más de 6 millones.
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La carta demográfica es el verdadero temor de esa entidad racista. Su temor no es Hamas, ni las tiranías árabes, tampoco los terroristas islamistas, su temor es el vientre de las madres palestinas.
El secularismo (la separación de lo religioso de la administración política), al igual que la laicidad (la diversidad religiosa), le costaron al Estado-Nación mucha sangre humana. Hoy podemos sostener que la gran mayoría contemporánea nos reafirmamos en el secularismo y la laicidad como una posible avanzada humanista.
Pero más allá del secularismo, las teocracias y la laicidad como sistema político en un Estado-Nación, es ver hoy el retroceso y la burla donde la religión pasa a ser el gentilicio mismo, es ver un Estado-Nación que no proviene de un pueblo sino de una religión.
Es ver cómo se fabrica un gentilicio partiendo de la religión y no de la etnicidad que es la raíz de todo gentilicio. Eso, ni en el peor de los pasajes del oscurantismo existió.
Nota. Es urgente explicar y aclarar que el colonialismo euro-sionista no sólo coloniza la tierra, sino que también coloniza la Historia del pueblo nativo y este hecho ha permitido hacer creer a gran parte del mundo que ese (Israel) que se impuso en 1948 en Palestina está ligado al pueblo hebreo, al israelita, cuando en verdad ésta es la Historia ancestral del propio pueblo semita palestino. Ese (Israel) se funda por arios europeos que abrazaron la religión judía y la fundan sobre las bases de la falsificación de la Historia.
El llamado o la reflexión que busco en este artículo es, sí somos sensibles y creemos en los valores del secularismo por qué apoyamos un Estado Judío.
Ahora, el colonialismo israelí hoy solicita que se le reconozca como el Estado-Nación de la religión judía. Atención, no está solicitando ser un Estado confesional, teocrático, que de hecho lo es, aunque lo oculte con su estampado occidental, sino que la religión y el Estado-Nación es lo mismo. Que ser judío no es solo ser correligionario de dicha religión, sino que pasa a ser también su misma una condición ciudadana, el gentilicio mismo. Imaginémonos una nacionalidad, judía, una nacionalidad musulmana, una nacionalidad cristiana, todo esto no en la Edad Media, sino en nuestro siglo XXI.
Hay islamistas que hablan de la nación del islam, eso es una manipulación. Sería entonces válido y saliendo de lo religioso que la comunidad gay y atea fabriquen su Estado-Nación.
La actual plutocracia, la atrofia imperial en la que aún se encuentra atrapada la humanidad y el anacronismo colonial con su fascinante santuario académico intelectual en la que en algunos casos es una seudo-ciencia-social, dentro de nuestro propio secularismo, pueden ilustrar a los judíos como un caso particular, una mutación hermafrodita de la antropología, un sui-generis...bla, bla, bla, todo sea para ocultar o justificar un clásico y anacronismo colonial en el amanecer de nuestro siglo XXI.
La razón por la cual la entidad colonial de (Israel) ahora solicita que se le reconozca como Estado-Nación de la religión judía (ellos le denominan pueblo judío), es para abolir la Resolución 194 de la ONU, que estipula el Derecho Inalienable de Retorno de los Refugiados Palestinos, que son más de 6 millones.
La entidad colonial de (Israel) ya ha tomado toda la Palestina histórica, la batalla colonial/topográfica la han ganado, pero queda la demográfica, y es que la población nativa palestina crece más que la población colonial israelí. La carta demográfica es el verdadero temor de esa entidad racista. Su temor no es Hamas, ni las tiranías árabes, tampoco los terroristas islamistas, su temor es el vientre de las madres palestinas.
Golda Meir, ex Primera Ministra, en sus memorias confesó: Mi mayor temor es el nacimiento de niños palestinos. La Ministra de Justicia, Ayelet Shaked, había expresado: Hay que matar a las madres palestinas. La construcción del Muro, que divide a los palestinos de los palestinos, es para estrangular el crecimiento poblacional nativo.
Ahora, no es en vano que esa entidad colonial apoye hoy a terroristas islámicos, para fragmentar y balcanizar naciones árabes en Estados religiosos como Siria, entre otros, y así justifican su razón como Estado de la religión judía.
Aquí vemos que la condición etnológica que ha sido la base histórica de todo Estado-Nación está siendo amenazada y la etnicidad árabe también, con la instauración de Estados-Nación judío, musulmán o cristiano.
Ahora, ante nuestra conciencia secular, laica, humanista, de izquierda, progresista, liberal, activistas políticos, activistas de derechos humanos, demócratas, revolucionarios, escritores, artistas, filósofos, feministas, intelectuales. A los etnólogos, etnógrafos, arqueólogos, antropólogos, sociólogos, juristas, historiadores, politólogos, teólogos y los mismos religiosos, pregunto: ¿Qué son los judíos, los musulmanes y los cristianos? ¿Un pueblo o una religión? Las corporaciones transnacionales también son las que definen y determinan, dependiendo por ejemplo de la ruta de sus gaseoductos.
Debemos liberarnos de nuestra propia autocensura, donde el eurocentrismo/sionista que, desde la inquisición mediática, más la delincuencia académica intelectual nos chantajean. Me he autocensurado y me siento puerca, cómplice/verdugo, adúltera de mi alma; el miedo es un infiel que uno lleva por dentro. Yo no reconozco al régimen colonial de (Israel). Desde mi tejido y corteza humana, desde mi sanidad humana, me opongo al anacronismo colonial, al Apartheid, al negacionismo, al racismo, a la supremacía humana y al exterminio de mi pueblo árabe palestino. Además, de ser una entidad colonial, es expansionista: tomar territorios de otras naciones árabes, crear la Gran Israel, igualmente es el eje de los dolorosos e inhumanos conflictos de todo el Medio Oriente. Que me condenen de panfletaria los think-tanks (el otro es siempre el culpable), no me autocensuraré. Fue el lobby sionista que arrastró a los Estados Unidos a invadir a Iraq después de los atentados del 11 de septiembre y…, la lista es larga.
Ahora bien, que muchos profesantes de la religión judía porten el sentimiento de pueblo, se respeta, pero lo que nunca debemos aceptar es la falsificación de la historia para justificar la colonización de Palestina y que además es una colonización donde existe una programada praxis de limpieza étnica con fines de hacer desaparecer al pueblo originario, el pueblo palestino que lleva en su haber mucho más de 11 mil años en la luz de la historia de la humanidad. Soy de las que cree que el pueblo puede desaparecer frente a la política de la potencia colonial de (Israel).
Pero tampoco se trata de detenerse en nuestras narrativas, sino también desafiarse en parir justicia para ambas partes ante esta realidad. Es impostor en nuestro siglo XXI y ante la buena fe humana el reconocimiento de un Estado-Nación religioso que tiene además una esencia colonial. La propuesta de dos Estados (que está siendo violada) es una modalidad de colonialismo, es cercenar, enajenar y nadie debe renunciar al universo de la dignidad humana.
La solución está en un solo Estado-Nación (federativo), en la que convivan los palestinos e israelíes en un Estado-Nación democrático, en igualdad de derechos para todos sus ciudadanos. Un Estado-Nación secular y laico. Donde se aplique la Resolución 194 de la ONU en la que contempla el Derecho Inalienable de Retorno de los Refugiados Palestinos.
La alucinante vanguardia tecnológica colonial israelí hoy solicita ser reconocido como el Estado Judío. Sin embargo, fue enriquecedor ver como a través de un referéndum nacional se refundó la República de Bolivia como un Estado plurinacional, fue un instrumento de sobrevivencia para estos pueblos milenarios. Fue todo un tributo a los pueblos, esa vanguardia democrática indígena en Bolivia ha sido derrocada por la atrofia imperial estadounidense que hoy sostiene al Estado Judío.