Estados Unidos impuso a su candidato Almagro en la OEA
La reelección del uruguayo Luis Almagro como secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), por cinco años más, pese a no lograr –por primer vez en la historia de la organización panamericana- la unanimidad de los 33 países, es muestra evidente del control de Washington sobre su ministerio de colonias.
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Estados Unidos impuso a su candidato Almagro en la OEA
Con 23 votos a favor, Almagro se impuso a la excanciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa, que sumó 10, entre ellos los votos de México y Argentina, en una votación que se desarrolló pese a que un grupo de países, entre ellos México y 13 miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom), demandaron que se aplazara debido al coronavirus.
Estados Unidos fue protagónico, una vez más, y presionó el voto de algunos países caribeños-, Brasil y Colombia, para sacar adelante a un desprestigiado candidato, cuyo más reciente servilismo fue la consumación del golpe de estado contra el presidente constitucional de Bolivia, Evo Morales.
Como prueba de la gran manipulación, a la candidata ecuatoriana María Fernanda Espinosa, se le impidió estar presente en la sala de la OEA, con la excusa de limitar la asistencia por el virus. Su candidatura fue presentada por Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas.
Washington presionó y uso toda su influencia para “reunir votos para Almagro”, identificado como su aliado en la lucha contra Nicaragua, Venezuela y Cuba, y cualquier otro gobierno progresista en la región.
Con esta elección, la OEA se ratifica como un antro sin capacidad de interlocución y volviéndola menos relevante, convirtiéndola en una mera espectadora de lo que ocurre sin poder ofrecer soluciones efectivas”, manifestó la representante de Argentina, Graciela Curia.
Ejemplo de su servilismo es que Almagro, en sus primeros cinco años en la OEA, apoyó al autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, y consiguió que el opositor venezolano Gustavo Tarre ocupara el asiento de Venezuela en la OEA y pudiera participar como miembro de pleno derecho, lo que fue duramente criticado por varios países.
Tras el gran rechazo contra Almagro, Estados Unidos movió su maquinaria y en enero, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, dio un discurso en la OEA para hacer campaña por el secretario general y posteriormente se reunió en Jamaica con los cancilleres de seis países caribeños para presionarlos para que le respaldaran, aunque estos se inclinaban por Espinosa.
También en su papel de guardián de lo que consideran su traspatio, la Casa Blanca instó públicamente al embajador de Perú en Estados Unidos, Hugo de Zela, a retirar su candidatura a la Secretaría General, considerando que podía dividir algunos votos pro-Almagro.
Como algunos analistas advirtieron con antelación, de Zela, que había propuesto una vía institucional favorable al diálogo, anunció a último momento que abandonaba la campaña, y permitió a Almagro aumentar su ventaja sobre Espinosa, lo que le permitirá estar hasta 2025 al frente del ente.
Para la embajadora de México es “muy lamentable” la reelección del peón de Washington y su continuidad marca el “triunfo de las malas prácticas democráticas” y la profundización de las fracturas en el hemisferio.
Según el sitio en internet thegrayzone.com, el nuevo mandato de Almagro promete más corrupción, amiguismo y golpes de estado, a la vez que califica al peón de Washington como el secretario general más incompetente, poco ético y de mentalidad imperial en la historia de la organización.
El sitio publica antecedentes de la gestión del funcionario uruguayo, al que algunos medios denuncian como agente de la inteligencia estadounidense.
El Secretario General invoca apasionadamente los principios de la democracia y los derechos humanos, citando la Convención Americana de Derechos Humanos, la Carta Democrática, la Convención Interamericana contra la Corrupción. Pero en sus acciones, contraría flagrantemente su elevada retórica, señala la publicación.
La vanidad es una característica que lo define, construida a partir de la creencia de que ahora es el líder más influyente de una organización internacional con presencia en los medios de comunicación social.
Almagro es hoy todo lo contrario a lo que prometió en 2015 cuando en su discurso inaugural el 26 de mayo dijo que no le interesaba ser el administrador de la crisis de la OEA, sino el facilitador de su renovación.
Su predecesor como Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, preparó al foro para las amplias reformas que él llamó "la visión estratégica". Sin embargo, Almagro detuvo el proceso de reformas casi tan pronto como reemplazó a Insulza.
La gestión de Almagro agravó la larga crisis institucional de la organización. El presupuesto ordinario de la OEA no ha aumentado y, por el contrario, sigue dependiendo de las contribuciones del gobierno de Estados Unidos.
Con la esperanza de garantizar la independencia de la OEA, los Estados miembros propusieron cuotas de contribuciones. Pero Almagro evitó rigurosamente el tema de la independencia, asegurando que hoy en día, ya no se discute dentro de la organización.
En la gestión del uruguayo destaca que ese “Ministerio de Colonias” estuvo ausente de los principales debates internacionales en los que el hemisferio pudo tener una voz fuerte, incluso en cuestiones que unen a las Américas y el Caribe.
El sujeto abandonó los planes de modificar la OEA y utiliza ese foro para construir su imagen personal y posicionarse como un actor global, a la vez que se rodeó de amigos y compinches políticos corruptos.
Por ejemplo, Luis Porto, uno de los más cercanos confidentes de Almagro, fue nombrado asesor superior de estrategia y desarrollo organizacional en la OEA pese a su amplio historial documentado de contratos turbios y corrupción, que lo llevaron a ser sancionado e inhabilitado para el servicio público.
Por otra parte, señala Grayzone las intervenciones de Almagro en la política interna de los países miembros de la OEA revirtieron completamente los avances diplomáticos en la resolución de controversias, profundizando la división del continente.
Bajo su liderazgo, el hemisferio se polarizó en torno al tema de Venezuela. Las estrategias unilaterales de la organización y las acciones del propio Secretario General demuestran ser un fracaso colosal. La confrontación y la polarización han roto la confianza de las partes hacia la OEA, la confianza entre ellas y han disuelto importantes espacios de diálogo.
Como ejemplo de sus malas políticas, Almagro amenazó con una intervención militar para derrocar al gobierno elegido del presidente venezolano Nicolás Maduro en septiembre de 2018.
El altivo comportamiento de Almagro socavó en general una serie de compromisos organizativos para resolver los conflictos a través de la diplomacia y los medios pacíficos.
En otro ejemplo de malas prácticas, Almagro centró su energía en el cambio de régimen en Venezuela, y la OEA no adoptó una posición firme en defensa de los derechos de los migrantes, a pesar de las miles de muertes e innumerables violaciones de los derechos humanos contra ellos en Estados Unidos.
Según Grayzone, Almagro posee un récord de desastre y su reelección establece el escenario para un futuro de conflicto, en el cual sus opiniones y acciones responderán a sus posiciones personales o las de sus partidarios en Washington.
El informe de grayzone resume lapidariamente que Almagro llevó a la organización a un callejón sin salida, haciendo añicos las posibilidades de integración latinoamericana y caribeña. Elegido para un segundo mandato, es casi seguro que sumirá al organismo hemisférico en una confrontación regional sin precedentes.