Slogan
Editor de CounterPunch.
Para cualquier periodista no hay mayor honor que el hecho de que el Estado policial sobre el que ha escrito toda su vida –el mismo Estado que la asesinó mientras hacía su trabajo– acuda en masa a su funeral, golpee salvajemente a los asistentes e intente profanar su cadáver. El periodismo de Shireen ha sido plenamente revalidado.