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Ignacio Ramonet: “Los revolucionarios deben ganar la batalla comunicacional diciendo verdades”

  • Iván Padilla Bravo Iván Padilla Bravo
  • Fuente: Todasadentro
  • 14 Diciembre 2022 02:44
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El maestro de la comunicación ha dicho a Todasadentro que las redes crean otra opinión pública dentro de la opinión pública y lo hacen de manera totalmente salvaje.

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Ignacio Ramonet: “Los revolucionarios deben ganar la batalla comunicacional diciendo verdades”
Ignacio Ramonet: “Los revolucionarios deben ganar la batalla comunicacional diciendo verdades”

En la 18° Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) encontramos a Ignacio Ramonet, un periodista y maestro del periodismo que nos visita para presentar La era del conspiracionismo: Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio, uno de sus libros en la amplia bibliografía que ha generado como producto de sus estudios, investigaciones, ejercicio del periodismo y la docencia en esta área del conocimiento.

Egresado como Doctor en Semiología e Historia de la Cultura, de l’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (Paris), donde conoció y fue destacado alumno del polémico filósofo estructuralista y semiólogo Roland Barthes, Ramonet dirige Le Monde Diplomatique en su edición en lengua castellana y lo hemos querido entrevistar para Todasadentro, el semanario de las culturas en Venezuela, para que nos hable, fundamentalmente de la “cultura de la mentira” un tema recurrente en sus distintas disertaciones y escritos, e igualmente como reflexión crítica en el libro recién presentado en Caracas: La era del conspiracionismo: Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio.

-¿Por qué inscribe esa categoría en una coyuntura como la del asalto al Capitolio estadounidense en 2021?

-El asalto al Capitolio es una mentira. O es, si quieres, parte del culto de la mentira porque se realiza, precisamente, en nombre de una mentira. ¿Quién asalta al Capitolio? Los fanáticos de Donald Trump. ¿Por qué lo asaltan? Porque durante cuatro años, que duró el mandato de Trump -de 2017 a 2021- éste estuvo desarrollando una teoría conspiracionista, particular, contra el partido Demócrata. Y, cuando pierde las elecciones, en noviembre de 2020, él va a firmar que sí las ganó y que, en realidad, es víctima de un gran fraude.

"Entonces, en nombre de ese fraude, o de lo que él considera un fraude, y, por otra parte, en nombre de la teoría conspiracionista que quiere que los demócratas sean, de hecho, una especie de organización… como una secta pedófila, que dirige Hillary Diane Rodham Clinton y que domina Washington, así como domina los medios de comunicación hegemónicos. Donald Trump lanza a esos fanáticos suyos que le creen -en vez de creer la verdad- lo del asalto del Capitolio, lo cual es una tentativa de Golpe de Estado. Por eso, ese “asalto al Capitolio” es exactamente una manifestación más clara de este nuevo culto a la mentira, que se ha establecido ahora".

-¿Acaso la misma no es aplicable a las culturas de todos los países de Occidente, a la cultura del capitalismo?

-No, no es lo mismo, evidentemente. Es todo Occidente. No es el capitalismo. Evidentemente se trata de algo nuevo. Que la mentira exista es inherente a la condición humana y existe desde el origen de la humanidad. Pero toma hoy una forma nueva. Que es lo que trato de explicar en este libro. El culto de la mentira, que se ha establecido ahora, es algo nuevo. No tiene nada que ver con las mentiras que se  hayan podido decir en cualquier momento de la historia y en cualquier lugar del mundo. Estamos ante una concepción diferente de la propia derecha, del propio neoconservadurismo. Es, finalmente, eso lo que trato de explicar en mi libro: le especificidad de este culto a la mentira.

-Vayamos un poco más al fondo del tema: ¿Acaso el periodismo no fue creado para contribuir a soportar esa “cultura de la mentira”?

-No, no lo creo. No creo que el periodismo haya sido creado para sacrificar al culto de la mentira. El periodismo ha sido creado, sobre todo en el siglo XVIII, cuando se crea, para tratar de difundir una verdad diferente a la de los poderosos. En ese caso, los únicos que defendían que difundían su concepción de la verdad eran los monarcas, en momentos cuando sólo había monarquías en el mundo, y por otra parte la iglesia.

"Entonces, el periodismo ha tenido, en su origen esta vocación. Y, en este sentido, el periodismo es hijo de la ilustración, hijo de las luces.  Tiene la vocación, precisamente, de aportar una verdad diferente a la verdad de la Corona o a la verdad de la iglesia católica dominante. En ese sentido, evidentemente, no estamos en la continuidad de esto. El periodismo tiene muchos defectos, pero no sólo tiene defectos".

“Se habla, desde hace mucho tiempo, de la muerte del periodismo y el periodismo sigue vivo”.

-Si es así, ¿el respaldo “comunicacional” y “periodístico” soportado sobre estructuras cada vez más efímeras, como las redes digitales inmediatistas, acaso no termina por dar un espaldarazo y fortalecer la aludida “cultura de la mentira”? ¿Está por confirmarse la muerte del periodismo?

-Bueno, se habla, desde hace mucho tiempo, de la muerte del periodismo y el periodismo sigue vivo. Evidentemente que el periodismo ha tenido, cada vez, que adaptarse. Al contrario. Lo que yo creo es que nunca ha habido una “edad de oro” del periodismo. Nunca ha habido un período en el que el periodismo haya sido fabulosamente satisfactorio, exclusivamente honesto y ético. Eso no ha ocurrido jamás.

"El periodismo va de problema en problema y va de acusación en acusación, sea donde sea. Muy difícil hacer periodismo. Y, además, el periodismo tiene que soportar los cambios tecnológicos, en materia de comunicación, que han sido muy importantes, en particular a lo largo del siglo XIX y del XX, con la invención del telégrafo, con la invención de la fotografía, la invención de la radio, la invención de la televisión, del cine y también la revolución que ha caracterizado la aceleración de las comunicaciones, evidentemente.

"Entonces, a cada etapa el periodismo ha tenido que adaptarse y, además, ha tenido que sufrir por cambiar muchísimas maneras de hacerlo. Hoy, después de la revolución de internet y en la hora del dominio de las redes sociales, es tan difícil como siempre hacer periodismo. Y, en estas circunstancias, mucho más difícil en la medida que  las redes crean una nueva opinión pública.

"Evidentemente, la  historia del periodismo y el surgimiento de la opinión pública -que era el objetivo, en cierta medida, del periodismo en el siglo XIX- cambió la atmósfera general de lo que podríamos llamar “el civismo en la sociedad”. Pero ahora las redes crean otra opinión pública dentro de la opinión pública y lo hacen de manera totalmente salvaje por lo que es muy difícil poner orden ahí.

"Estamos viviendo la batalla actual de las redes, particularmente en twitter que quiere suprimir lo que él llama la censura y, de nuevo, recrear un territorio totalmente abierto a, precisamente, el conspiracionismo, al complotismo, al racismo, a la xenofobia, al antisemitismo. Evidentemente, esta es la batalla de hoy. El periodismo tiene que lidiar con estas redes y esto es tan difícil como en otras épocas, pero con las características de hoy"

-¿Escapan a esta realidad los países con proyectos revolucionarios no-capitalistas, como es el caso de Venezuela, Cuba y Nicaragua, entre otros?

-No, los países que tienen proyectos revolucionarios, como Venezuela, Cuba, Nicaragua o cualquier otro país similar, tienen sus problemas específicos. En la mayoría de los países, los medios, tienen tres propietarios: uno, el Estado. Hay medios del Estado en la mayoría de los países.

"Hay, luego, medios privados, que pertenecen a propietarios o a empresas. Y hoy hay medios individuales, es decir, los que tenemos nosotros, con nuestros teléfonos y con las redes. Entonces, en cualquier país, esos tres tipos de propietarios están ofreciendo una lectura diferente de la realidad. Y siempre es difícil, no hay una solución mágica. Si el Estado dirige la comunicación, pues también tiene fallas. Tenemos millones de ejemplos y, en particular, lo que existió en la Unión Soviética (URSS), en los países de Europa del Este, en Albania o Yugoeslavia, nos muestran que los errores han sido extremadamente importantes.

"Aunque, claro, Lenin afirmaba que la verdad es revolucionaria y el periódico que creó el Partido Bolchevique se le llamó Pravda, precisamente, La Verdad. Pero, sabemos, a lo largo de los 70 y pico de años que alcanzó Pravda, que, frecuentemente no dijo la verdad, la enmascaró o publicó, conscientemente, muchas mentiras. Entonces, digamos, los Estados tienen que hacer también un esfuerzo, por muy revolucionarios que ellos sean, para tener una información que sirva a la sociedad.

"Es un gran debate, a la vez, político, comunicacional, ético, moral, evidentemente y muchos Estados revolucionarios están en plena reflexión. Por cierto, Venezuela es uno de los países donde esta reflexión se ha llevado a cabo lo más lejos posible, porque es un país donde el presidente Chávez, el 11 de abril de 2002, padeció un Golpe de Estado mediático. Eso obligó al Gobierno a tener una política de comunicación autónoma, para tener que enfrentar la guerra mediática.

"Y, de todos los Estados revolucionarios recientes, ninguno ha soportado el asalto más violento. Ninguno más que la Venezuela revolucionaria, la Revolución Bolivariana. Y el presidente Maduro, igual. Por eso Venezuela es un buen ejemplo del tipo de respuesta que la Revolución Bolivariana ha opuesto a los medios golpistas o a las informaciones internacionales. Ahí hay materia de reflexión, para cualquier investigador".

-¿Cómo evalúa a la Revolución Bolivariana y a sus aparatos comunicacionales e informativos de cara a una sociedad de nuevo tipo, socialista?

-Bueno, insisto en que la Revolución Bolivariana es, en mi opinión, la que tiene la mayor experiencia en materia de confrontación con medios privados, con medios mentirosos, medios extranjeros, agencias de prensa que han tratado de dar una información totalmente distorsionada de la realidad. Y también han llevado a cabo una verdadera intención golpista.

"Por consiguiente, esto le ha dado la experiencia que ha servido de inspiración para otras experiencias revolucionarias, como en el Ecuador del presidente Rafael Correa, quien elaboró una Ley de Comunicación muy ambiciosa y muy inteligente. Igual en Argentina, cuando el gobierno del presidente Kirchner o de Cristina Fernández, donde también se desarrolló una ley de comunicación muy importante.

"Todo esto para luchar, no sólo, contra la guerra híbrida. Y la guerra comunicacional es un aspecto, un frente, una arista importante de esa guerra híbrida, en particular el law-fare, el recurrir a la Ley, pretendidamente a los tribunales, para tratar de dar un Golpe de Estado, como se hizo contra Dilma Rousseff, en Brasil. Entonces, todo esto moviliza a los medios hostiles, que se comportan como verdaderos partidos políticos. Repito, en ese sentido Venezuela tiene una de las experiencias más ricas de todo el contexto internacional".

-Usted afirma en diversos escenarios, y lo escribe en su reciente libro, que “lo que está en crisis es la verdad”. ¿Es necesaria «la verdad» para SER Revolución o ésta es un arma mellada para “combatir” por el futuro nuevo y necesario?

-Sí, así es. Yo creo que la verdad es revolucionaria, como lo decía Lenin. Fidel Castro, quien tenía un alto sentido de la ética, decía: “¡Nunca diremos una mentira!” y, de hecho, no se conoce una mentira que haya podido proferir Fidel Castro o que haya afirmado la Revolución Cubana, que ha tenido un alto sentido ética, en razón de su propia tradición Martiana, a la que pertenecía Fidel. Y yo creo que, precisamente, no faltarle a la verdad debe ser una exigencia fundamental.

"El Presidente Chávez lo dijo también, lo afirmó muchísimas veces en su célebre programa Aló Presidente y el presidente Nicolás Maduro, igual, tiene una alta concepción de lo que es la batalla comunicacional. Y los revolucionarios deben ganar la batalla comunicacional diciendo verdades. Porque, los demás, el sistema mediático dominante, son los que dicen mentiras. Los revolucionarios deben decir la verdad, aunque a veces cueste, aunque a veces sea difícil o muestre debilidades en el propio funcionamiento de la revolución. Un revolucionario no debe decir mentiras.

-Con el optimismo que siempre le ha caracterizado, regálenos una palabra de confianza que reafirme la frase guevariana de que “el futuro es nuestro”.

-El momento es poco optimista. Estamos en un mundo muy difícil, en una batalla sumamente difícil y en un momento justo cuando la humanidad está saliendo de una pandemia, de una covid-19 que ha llevado unos años y hasta podría tomar un nuevo impulso, de aparecer una variante nueva. Además estamos en un momento de guerra de alta intensidad, debido al conflicto que se desarrolla actualmente en torno a Ucrania.

"Estamos en una era, que insisto en calificar, de conspiracionismo, con unas redes en las que nadie es capaz de distinguir la verdad de la mentira. De modo que el optimismo consiste, precisamente, en lo que he tratado de hacer en este libro: En un contexto de enorme confusión, tratar de ver con la mayor claridad, para analizar lo que está pasando en el ámbito comunicacional, que hoy día pasa por las redes sociales.

"Y sólo si nos esforzamos por entender cómo nos están engañando al decir cuáles son los nuevos métodos con los que se engaña, con los que se embauca al pueblo, podremos defendernos de esa tentativa de embaucamiento de los nuevos “flautistas de Merlín”. Yo creo que mi libro: La era del conspiracionismo contribuye, en parte, por lo menos, a abrirnos los ojos".

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Iván Padilla Bravo

Iván Padilla Bravo

Poeta, escritor y periodista venezolano.

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