El despertar africano del siglo XXI
El diplomático cubano y embajador en varias naciones de África, Oscar Oramas, conversó con Al Mayadeen en torno al desarrollo y desafíos actuales del continente africano
Especialista en temas africanos y testigo del desarrollo de ese continente durante las últimas cinco décadas, Oscar Oramas, ponderó el papel de África en este nuevo mundo multipolar y su rol durante la Cumbre del G77 y China a celebrarse en La Habana, Cuba.
La región africana vivió muchos cambios a lo largo de la historia y usted, como especialista, fue testigo de varios de estos procesos. ¿Pudiera contextualizarnos sobre el África actual?
En mi opinión, el África que yo conocí en 1964 es muy distinta a la que existe actualmente. Sobre todo, porque tras casi medio siglo y como todos los países del mundo, el continente africano vivió y vive disímiles dificultades y procesos complejos para trascender en el subdesarrollo.
En estos años la región avanzó en múltiples campos. No todo es guerra ni dificultades como intenta reflejar la prensa occidental. Millones de seres humanos en ese continente alcanzaron los caminos de la educación y muchos ocupan cargos de relevante importancia en sus respectivos países.
En el cursar de estos años, África recibió también ayuda de otros países del mundo en desarrollo y de otras potencias como en su tiempo fue la Unión Soviética o la República Popular China.
El África de hoy es muy diferente, incluso podemos hablar de un despertar africano en este siglo XXI.
Tiene muchas perspectivas, posibilidades, sobre todo comparado con la realidad de 1960. En Argelia, por ejemplo, está totalmente cambiado. Al llegar hace poco, me sorprendí del grado de desarrollo alcanzado en su capital.
Lo mismo sucede en la República de Guinea, otrora santuario del partido africano para la independencia de Guinea Bissau y Camube. Hoy es otro mundo, como lo es Angola, un país que conocí en 1975 a pocos días de la independencia y que visité recientemente. Allí también encontré un mundo en desarrollo, con otras ideas, pensamientos y preocupaciones.
¿Cómo se pueden aprovechar los participantes en esta Cumbre todo este cambio en África?
África hoy, reitero, no es la misma que cuando la conocí. Hay un desarrollo en el nivel de las ideas y en las aspiraciones de los pueblos, después de haber sufrido profundamente siglos de colonialismo. Recordemos que el grueso de las independencias ocurrió en la década de 1960.
Desde entonces, África creció y se desarrolló y el ser humano alcanzó otras aspiraciones e intereses.
El mundo actual vive un instante estelar, porque se perfila un nuevo horizonte para el sur global, y es ahí donde África tiene que jugar un papel de singular importancia por sus propias aspiraciones y por la contribución que ella puede hacerle a la humanidad en su conjunto.
África tiene culturas de un valor inestimable para la humanidad, pero poco conocidas e ignoradas para poder colonizarla y subyugarla.
Hoy el hombre africano produce literatura y un arte basado en siglos de experiencia de esos pueblos.
Yo creo que hoy más que nunca existe una conciencia africana dirigida a jugar el papel que le corresponde en la historia de la humanidad.
¿Qué ofrecerá África a esta Cumbre?
No se puede negar la abundancia de materias primas en el continente. Esa es la razón por la cual las grandes potencias imperiales insisten en controlar las que ya tienen o intervenir en nuevos espacios que están descubrimiento.
África viene a contribuir con sus grandes aspiraciones de libertad, de igualdad, de desarrollo, de deseos de contribuir también al desarrollo científico de la humanidad.
El continente, en el curso de estos años, desarrolló también sus universidades, instituciones culturales y científicas que marcan el devenir de sus países.
Creo que la sabiduría de los pueblos africanos y su historia es inmensa. Tras la llegada del europeo al continente ya existían imperios y sociedades que fueron interrumpidos en su desarrollo. Y ahora renace y conocer eso contribuirá enormemente al desarrollo espiritual de la humanidad.
En estos momentos el desarrollo científico e industrial es imprescindible. Hay países que trabajan en esa esfera, entre ellos Argelia que tiene una industria química y gasífera muy respetable.
Si usted va a Sudáfrica, Egipto u otros países de la región se dará cuenta que lentamente en el curso de estos años se forjó un movimiento hacia el desarrollo científico industrial.
Pero, para que ese desarrollo sea realmente el que necesitan los pueblos africanos, es preciso que el mundo en desarrollo brinde facilidades crediticias y acceso a la tecnología para el avance de los africanos.
Disponibilidad e interés existen, pero se necesita recursos financieros para el desarrollo, tecnología indispensable y que se les considere como iguales porque no son hermanos menores, sino hermanos.
Esta cumbre reúne a los países de América Latina, Asia y África, naciones con enormes capacidades, pero a su juicio ¿en qué medida la presencia de China da un fuerte impulso para que la voz del Sur emerja con mayor claridad?
China juega un enorme papel en el despertar del mundo en desarrollo y de los países africanos, y ayuda a enrumbarlos por los caminos del desarrollo.
En 1966, cuando yo llegué por primera vez a la ciudad de Conakri, en la República de Guinea, los chinos ya estaban allí construyendo, fábricas, espacios para actividades culturales y políticas. Pero, al mismo tiempo, se empeñaron en ayudar a ese país en el desarrollo de su educación.
Es por ello que el papel de la República Popular China es vital en el desarrollo del continente, como también lo fue en su momento la Unión Soviética.
Un país no puede aspirar a desarrollarse si es una colonia, y la ayuda que China, Rusia, Cuba y otros países le dieron al movimiento de liberación nacional, fue esencial y permitió que hoy África transite por el camino del desarrollo.
Ante todo ese panorama de desarrollo descrito por usted entre las naciones africanas, ¿cuál considera sea la mejor vía de cooperación entre todos estos países?
Los países en desarrollo necesitan intercambiar sus experiencias y conocimientos, apoyarse los unos a los otros en el desarrollo en general y no utilizar -como las viejas escuelas imperiales- la supuesta ayuda para controlar la vida de los países.
Esa página tan dolorosa de la historia de la humanidad queda atrás, puesto que emerge el sentimiento de que llegó la hora de resolver a fondo los problemas acumulados a lo largo de los siglos, los cuales pasan por el desarrollo de la educación, la salud y el desarrollo científico técnico.