Deciden en Nicaragua futuro del diálogo político
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se reunirá este jueves con obispos de la Conferencia Episcopal para valorar la conveniencia de llevar adelante el diálogo nacional, a fin de superar la crisis sociopolítica que vive el país desde el 18 de abril.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se reunirá este jueves con obispos de la Conferencia Episcopal para valorar la conveniencia de llevar adelante el diálogo nacional, a fin de superar la crisis sociopolítica que vive el país desde el 18 de abril.
La reunión fue solicitada por la jerarquía católica y tendrá lugar en la Casa de los Pueblos, tras la cual se informará a la opinión pública el resultado de la misma.
Después de escuchar a diversos sectores de la sociedad nacional e internacional solicitamos al presidente una audiencia para tratar temas indispensables e imprescindibles para el país, de la justicia y la democracia, de los que depende siempre la paz, expresó la Conferencia en un comunicado.
La Conferencia Episcopal -mediadora y testigo del proceso- había decidido congelar las conversaciones por falta de consenso y ante los acontecimientos violentos en el país, de los cuáles responsabilizó a partidarios del gobierno, pese a que el Ejecutivo rechazó de manera reiterada esas acusaciones.
El encuentro ocurrirá un día después de que la Asamblea General de la OEA aprobara una declaración en la se pide el "cese inmediato" de la violencia en Nicaragua.
El gobierno denunció que la actual situación de violencia delincuencial en el país es generada por grupos políticos de oposición con agendas específicas, lo cual constituye una conspiración que viola la Constitución.
Hace casi dos meses la nación centroamericana está inmersa en una ola de violencia que se generó a partir de las protestas contra reformas al seguro social, más tarde eliminadas, pero que no detuvieron las manifestaciones, a las cuales se sumaron otras demandas políticas.
Acorde con observadores, tales reformas sirvieron de pretexto para poner en marcha un plan dirigido desde el exterior con el objetivo de desestabilizar la nación y provocar el derrocamiento del gobierno.
Desde entonces más de 120 personas perdieron la vida y casi un millar resultaron, según estadísticas de prensa.