¿Agresión de EE.UU. al aeropuerto de Chuayrat cambia las reglas del juego en Siria?
La reciente agresión de Estados Unidos al aeropuerto de Chuayrat, aunque no sería seguido de una escalada similar en el futuro próximo, representa una nueva modificación de las reglas del juego imperantes en Siria antes de dicho ataque. Washington tuvo éxito en la modificación de algunas de las reglas, pero no garantiza que pueda siempre lidiar cada vez con el deterioro de la situación.

A juicio de Mohammed Mohsen, hubo un nuevo fuego lanzado por Washington sobre la leña de la guerra en Siria. Un fuego que parece ser más político que de campo de batalla, es un fuego externo e interno de Trump. La agresión estadounidense contra el aeropuerto de Chuayrat no se mide por su fuerza destructiva a los hangares de aviones o a las pistas del aeropuerto.
La agresión de Chuayrat, y por muchas razones, se ajusta para ser una pauta principal en la guerra de Siria, que se ha convertido en un conflicto internacional después del ataque norteamericano, conforme con la declaración de la Cruz Roja Internacional.
Para Mohsen, la esencia de las posiciones de apoyo o de condena a la agresión está en la falta de interés o voluntad de cualquiera de las partes de hacer expandir la batalla en un corto plazo.
La mayor parte de los que apoyaron la agresión enlazaron su apoyo a no dejar usar nuevamente armas químicas, de acuerdo con una novela política cuyas investigaciones aún no han demostrado ni verificado. Incluso las investigaciones internacionales, y por otra parte, las experiencias pasadas, indican que la probabilidad de mentir es mucho mayor que la honestidad. Quienes han condenado la agresión, vincularon su posición con querer cerrarles el paso a los grupos terroristas beneficiados del ataque, y que ese ataque pueda llevar a arrastrar la región hacia una grave tensión.
Trump parece que quiere modificar las reglas del juego y no cambiarlas. Su primera modificación ha sido abrir la puerta al bombardeo a los puntos del ejército sirio, aun siendo parte del equipamiento del Ejercito Árabe Sirio de origen ruso, tal como es el caso del aeropuerto de Al Chuayrat, Trump dirigió un mensaje a los rusos, que consiste en que sus aliados no serán inmunes a su fuego, mientras él considere que ello serviría a su propio plan en Siria, donde se está quedando clara la ambición estadounidense para extender su influencia sobre la mayor parte del este de la Siria. Internamente, Trump baja la cortina de la época de Barack Obama, poniéndole fin definitivo, y presentándose a sí mismo como el presidente que toma decisiones en momentos críticos.
Después de la agresión estadounidense al aeropuerto de Al Chuayrat, y la respuesta firme y diplomática de Rusia al respecto, las reglas y ecuaciones pre-agresión fueron sacudidas. De esa sacudida se beneficiaron países como Turquía, que se ha retractado de las recientes declaraciones de sus dirigentes en los últimos meses para retomar su demanda de crear zonas seguras y de quitar al presidente sirio, demandas que no están garantizadas a pesar del borroso panorama entre Moscú y Washington, ya que ambas partes, resumida la cuenta, no aceptarán que otros decidan el destino y el final de esas batallas, por medio de un arreglo político, o bien a través de batallas más evidentes aun, que terminarían también con una solución compromiso (arreglo) .
La agresión de Chuayrat, y por muchas razones, se ajusta para ser una pauta principal en la guerra de Siria, que se ha convertido en un conflicto internacional después del ataque norteamericano, conforme con la declaración de la Cruz Roja Internacional.
Para Mohsen, la esencia de las posiciones de apoyo o de condena a la agresión está en la falta de interés o voluntad de cualquiera de las partes de hacer expandir la batalla en un corto plazo.
La mayor parte de los que apoyaron la agresión enlazaron su apoyo a no dejar usar nuevamente armas químicas, de acuerdo con una novela política cuyas investigaciones aún no han demostrado ni verificado. Incluso las investigaciones internacionales, y por otra parte, las experiencias pasadas, indican que la probabilidad de mentir es mucho mayor que la honestidad. Quienes han condenado la agresión, vincularon su posición con querer cerrarles el paso a los grupos terroristas beneficiados del ataque, y que ese ataque pueda llevar a arrastrar la región hacia una grave tensión.
Trump parece que quiere modificar las reglas del juego y no cambiarlas. Su primera modificación ha sido abrir la puerta al bombardeo a los puntos del ejército sirio, aun siendo parte del equipamiento del Ejercito Árabe Sirio de origen ruso, tal como es el caso del aeropuerto de Al Chuayrat, Trump dirigió un mensaje a los rusos, que consiste en que sus aliados no serán inmunes a su fuego, mientras él considere que ello serviría a su propio plan en Siria, donde se está quedando clara la ambición estadounidense para extender su influencia sobre la mayor parte del este de la Siria. Internamente, Trump baja la cortina de la época de Barack Obama, poniéndole fin definitivo, y presentándose a sí mismo como el presidente que toma decisiones en momentos críticos.
Después de la agresión estadounidense al aeropuerto de Al Chuayrat, y la respuesta firme y diplomática de Rusia al respecto, las reglas y ecuaciones pre-agresión fueron sacudidas. De esa sacudida se beneficiaron países como Turquía, que se ha retractado de las recientes declaraciones de sus dirigentes en los últimos meses para retomar su demanda de crear zonas seguras y de quitar al presidente sirio, demandas que no están garantizadas a pesar del borroso panorama entre Moscú y Washington, ya que ambas partes, resumida la cuenta, no aceptarán que otros decidan el destino y el final de esas batallas, por medio de un arreglo político, o bien a través de batallas más evidentes aun, que terminarían también con una solución compromiso (arreglo) .