Correa condena agresividad de sectores derechistas hacia gobiernos progresistas latinoamericanos
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, durante su estancia en la sede de las Naciones Unidas, reflexionó sobre la soberanía de Latinoamérica y la agresividad de los círculos de poder hacia los gobiernos progresistas.
El dignatario expresó que América Latina ha cambiado muchísimo en los últimos años y es suficientemente soberana como para marchar por sus propios pies.
En un encuentro con la prensa, después de firmar -junto al secretario general Ban Ki-moon- la invitación a los Jefes de Estado y de Gobierno para la conferencia Hábitat III, prevista en octubre en Quito, Correa, al referirse al impacto regional de las elecciones de noviembre en Estados Unidos, le deseó suerte al pueblo norteamericano en el proceso eleccionario, y precisó que el destino de su país depende de sus propias decisiones, y no de las que tomen otros.
Pese al discurso de acercamiento y los pasos concretos en esa dirección de la actual administración, liderada por el presidente Barack Obama, no son pocos los que advierten que Washington sigue sin renunciar a sus pretensiones de dominación política y económica.
Recordó que en abril de 2013, el secretario de Estado John Kerry desempolvó la frase imperial "América Latina como el patio trasero de Estados Unidos", y Obama se encargó el mes pasado de darle sentido práctico con la prórroga de su decreto que considera a Venezuela una amenaza extraordinaria e inusual en materia de seguridad nacional, pese a que desde ese país jamás ha salido una fuerza agresora.
Correa condenó el empeño de los círculos de poder en manipular y atacar con argumentos como los derechos humanos y la corrupción.
Para el estadista, las verdaderas violaciones de los derechos humanos ocurren cuando una transnacional niega las medicinas que produce a quienes no pueden comprarla por su costo, se ejecutan linchamientos mediáticos jugando con la reputación de las personas o poderes extranjeros crean embargos y bloqueos ilegales que niegan servicios básicos a pueblos enteros.
Asimismo, rechazó las campañas contra Venezuela y Brasil y la manipulación imperante a la hora de tratar la situación en ambos países sudamericanos, dirigidos por gobiernos de izquierda.
A juicio de Correa, no debe olvidarse que en Venezuela hace dos años ocurrieron crímenes atroces, con más de 40 muertos durante disturbios generados por sectores radicales de la oposición.
Respecto a Brasil, calificó de politiquería la cruzada contra la presidenta Dilma Rousseff y de carentes de credibilidad las acusaciones de corrupto lanzadas contra el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
En un encuentro con la prensa, después de firmar -junto al secretario general Ban Ki-moon- la invitación a los Jefes de Estado y de Gobierno para la conferencia Hábitat III, prevista en octubre en Quito, Correa, al referirse al impacto regional de las elecciones de noviembre en Estados Unidos, le deseó suerte al pueblo norteamericano en el proceso eleccionario, y precisó que el destino de su país depende de sus propias decisiones, y no de las que tomen otros.
Pese al discurso de acercamiento y los pasos concretos en esa dirección de la actual administración, liderada por el presidente Barack Obama, no son pocos los que advierten que Washington sigue sin renunciar a sus pretensiones de dominación política y económica.
Recordó que en abril de 2013, el secretario de Estado John Kerry desempolvó la frase imperial "América Latina como el patio trasero de Estados Unidos", y Obama se encargó el mes pasado de darle sentido práctico con la prórroga de su decreto que considera a Venezuela una amenaza extraordinaria e inusual en materia de seguridad nacional, pese a que desde ese país jamás ha salido una fuerza agresora.
Correa condenó el empeño de los círculos de poder en manipular y atacar con argumentos como los derechos humanos y la corrupción.
Para el estadista, las verdaderas violaciones de los derechos humanos ocurren cuando una transnacional niega las medicinas que produce a quienes no pueden comprarla por su costo, se ejecutan linchamientos mediáticos jugando con la reputación de las personas o poderes extranjeros crean embargos y bloqueos ilegales que niegan servicios básicos a pueblos enteros.
Asimismo, rechazó las campañas contra Venezuela y Brasil y la manipulación imperante a la hora de tratar la situación en ambos países sudamericanos, dirigidos por gobiernos de izquierda.
A juicio de Correa, no debe olvidarse que en Venezuela hace dos años ocurrieron crímenes atroces, con más de 40 muertos durante disturbios generados por sectores radicales de la oposición.
Respecto a Brasil, calificó de politiquería la cruzada contra la presidenta Dilma Rousseff y de carentes de credibilidad las acusaciones de corrupto lanzadas contra el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.