El Hajj: Devoción y apoteosis musulmana a Allah grandioso, misericordioso y todopoderoso
El Hajj moviliza a millones de musulmanes privilegiados por cumplir el quinto pilar del Islam, aunque este año tampoco escapó de episodios infaustos que muchos creen inevitables por tratarse del ritual religioso más multitudinario del mundo.

La peregrinación principal a Meca -que muchos llaman "La Meca"-, que como todo en la vida de los musulmanes se rige por el calendario lunar, suele transcurrir del octavo al duodécimo día del mes Dhu Al-Hijjah (el de la peregrinación, en árabe, que es el último de los 12 que forman ese anuario), reseña en su artículo Ulises Canales, corresponsal de Prensa Latina.
Su equivalencia en el calendario gregoriano fijó el 22 de septiembre de 2015 como inicio de la procesión que, según el Sagrado Corán (libro sagrado que es para los musulmanes lo que la Biblia para los cristianos), todo creyente debe hacer al menos una vez en la vida si dispone de medios y salud para ello.
Aunque los devotos del Profeta Mahoma pueden acudir en cualquier momento del año en lo que se denomina "Umrah" o peregrinación menor, viajar en el referido período es una obligación coránica y por ello convergen hacia Arabia Saudita más de dos millones de personas de todo el planeta.
El término Hajj significa "intentar realizar el viaje", tanto en su connotación de acto externo propiamente dicho de trasladarse a Meca, como en la de acción espiritual reflexiva de proponerse realizarlo.
Su equivalencia en el calendario gregoriano fijó el 22 de septiembre de 2015 como inicio de la procesión que, según el Sagrado Corán (libro sagrado que es para los musulmanes lo que la Biblia para los cristianos), todo creyente debe hacer al menos una vez en la vida si dispone de medios y salud para ello.
Aunque los devotos del Profeta Mahoma pueden acudir en cualquier momento del año en lo que se denomina "Umrah" o peregrinación menor, viajar en el referido período es una obligación coránica y por ello convergen hacia Arabia Saudita más de dos millones de personas de todo el planeta.
El término Hajj significa "intentar realizar el viaje", tanto en su connotación de acto externo propiamente dicho de trasladarse a Meca, como en la de acción espiritual reflexiva de proponerse realizarlo.
ORÍGEN Y RITUAL

Según Canales, la peregrinación tiene como principal destino la Gran Mezquita (Masjid Al Haram) para la "tawaf", circunvalar siete veces y en dirección contraria a las manecillas del reloj la Honrada Kaaba, el cubo que protege la Piedra Negra hacia la cual se inclinan los creyentes para sus cinco rezos diarios.
Textos religiosos afirman que el arcángel Gabriel trajo desde el paraíso dicha piedra (mataaf) para incorporarla a la Kaaba y recuerdan que en tiempos medievales los peregrinos se agrupaban en grandes ciudades de Siria, Egipto e Iraq para ir en caravanas a Meca, custodiados por militares y médicos.
Se afirma que en la Arabia pre-islámica la Honrada Kaaba estaba rodeada de ídolos paganos y en el año 630 de nuestra era el Profeta Mahoma lideró a numerosos seguidores en una misión de Medina a Meca, la limpió destruyendo todos los talismanes y volvió a consagrar el edificio a Allah Grandioso.
Dos años después, el devenido Profeta realizó su primer y único peregrinaje con sus leales a quienes instruyó sobre los ritos del Hajj, convirtiéndolo en el quinto pilar del Islam, junto con la profesión de fe, la oración cinco veces al día, la limosna y el ayuno durante el sagrado mes de Ramadán.
En la primera de las tres jornadas -el 8 del Dhu Al-Hijjah- todo comienza con el "niyyah" (Intención) o declaración de hacer la peregrinación repetida tres veces y a partir de lo cual el creyente entra en "ihram", una suerte de estado de conexión celestial o purificación del espíritu.
Los hombres visten con telas blancas que no pueden tener costuras en las cuales se envuelven dejando un hombro al descubierto, mientras las mujeres, algunas ataviadas de blanco y otras con túnicas negras, suelen llevar el velo hiyab y algunas el niqab (el que sólo deja ver los ojos).
Tras circunvalar la Kaaba y besar la "mataaf", se hace siete veces una caminata entre las colinas Al-Safa y Al-Marwah, según se dice, para honrar la trayecto de Hagar (esposa de Ibrahim) cuando buscaba agua para su hijo Ismail (Ismael), de ahí que se beba "agua bendita" del pozo Zamzam.
A juicio del corresponsal del Prensa Latina, lo atractivo para los devotos es aguardar al anochecer, pues fue en ese momento cuando -relata el Sagrado Corán- el Profeta Mahoma pronunció su sermón de despedida, y se dedican a meditar, leer, orar y pedir a Allah Grandioso.
Textos religiosos afirman que el arcángel Gabriel trajo desde el paraíso dicha piedra (mataaf) para incorporarla a la Kaaba y recuerdan que en tiempos medievales los peregrinos se agrupaban en grandes ciudades de Siria, Egipto e Iraq para ir en caravanas a Meca, custodiados por militares y médicos.
Se afirma que en la Arabia pre-islámica la Honrada Kaaba estaba rodeada de ídolos paganos y en el año 630 de nuestra era el Profeta Mahoma lideró a numerosos seguidores en una misión de Medina a Meca, la limpió destruyendo todos los talismanes y volvió a consagrar el edificio a Allah Grandioso.
Dos años después, el devenido Profeta realizó su primer y único peregrinaje con sus leales a quienes instruyó sobre los ritos del Hajj, convirtiéndolo en el quinto pilar del Islam, junto con la profesión de fe, la oración cinco veces al día, la limosna y el ayuno durante el sagrado mes de Ramadán.
En la primera de las tres jornadas -el 8 del Dhu Al-Hijjah- todo comienza con el "niyyah" (Intención) o declaración de hacer la peregrinación repetida tres veces y a partir de lo cual el creyente entra en "ihram", una suerte de estado de conexión celestial o purificación del espíritu.
Los hombres visten con telas blancas que no pueden tener costuras en las cuales se envuelven dejando un hombro al descubierto, mientras las mujeres, algunas ataviadas de blanco y otras con túnicas negras, suelen llevar el velo hiyab y algunas el niqab (el que sólo deja ver los ojos).
Tras circunvalar la Kaaba y besar la "mataaf", se hace siete veces una caminata entre las colinas Al-Safa y Al-Marwah, según se dice, para honrar la trayecto de Hagar (esposa de Ibrahim) cuando buscaba agua para su hijo Ismail (Ismael), de ahí que se beba "agua bendita" del pozo Zamzam.
A juicio del corresponsal del Prensa Latina, lo atractivo para los devotos es aguardar al anochecer, pues fue en ese momento cuando -relata el Sagrado Corán- el Profeta Mahoma pronunció su sermón de despedida, y se dedican a meditar, leer, orar y pedir a Allah Grandioso.
En la noche la marcha se hace hacia el Valle de Muzdalifa para los últimos rezos y recopilar diminutas piedras con las que hombres y mujeres se expiarán en el tercer y último día, lanzándolas simbólicamente al Diablo.
El epílogo de tan fervorosa peregrinación empieza con la oración matutina del alba o Fajr, inviolable antes de volver a Mina y en el camino detenerse ante grandes monolitos que simbolizan los tres puntos del trayecto donde Iblís o el Demonio intentó seducir a Ibrahim para que no sacrificara a su primogénito.
La Lapidación del Diablo o Jamarat se funde en el tiempo con el inicio del Aid Al-Adha o Fiesta del Sacrificio, todo un festín de calles ensangrentadas por el degollamiento de corderos a la voz de "Allah es el más grande".
El también conocido como Gran Bairam rememora el episodio en el que Ibrahim ofrendó a Dios un borrego en lugar de su hijo.
El incesante lanzamiento de guijarros, siete por cada una de las tres rocas, se hace caminando del Este al Oeste y es uno de los momentos de mayor exaltación entre los creyentes que se prolonga por dos o tres días más.
El día 10 del Dhu Al-Hijjah, tras el regreso de los peregrinos a la Gran Mezquita, con nuevas vueltas a la Kaaba, recorridos entre Al-Safa y Al-Marwah y la circunvalación del adiós, pone fin al estado de "ihram" y los hombres se rapan la cabeza mientras las mujeres se cortan el pelo.
El monarca wahabita cursa cada año la invitación y sufraga los gastos de un muy selecto grupo de feligreses extranjeros que acuden al ritual.
Quienes logran permiso para estar en Meca en días de Hajj -incluidos los reporteros que lo cubren, que tienen que ser musulmanes- señalan entre los atractivos las visitas a la fábrica donde se confecciona el manto que cubre la Kaaba, su historia, las materias primas usadas y el proceso de "vestirla".
El epílogo de tan fervorosa peregrinación empieza con la oración matutina del alba o Fajr, inviolable antes de volver a Mina y en el camino detenerse ante grandes monolitos que simbolizan los tres puntos del trayecto donde Iblís o el Demonio intentó seducir a Ibrahim para que no sacrificara a su primogénito.
La Lapidación del Diablo o Jamarat se funde en el tiempo con el inicio del Aid Al-Adha o Fiesta del Sacrificio, todo un festín de calles ensangrentadas por el degollamiento de corderos a la voz de "Allah es el más grande".
El también conocido como Gran Bairam rememora el episodio en el que Ibrahim ofrendó a Dios un borrego en lugar de su hijo.
El incesante lanzamiento de guijarros, siete por cada una de las tres rocas, se hace caminando del Este al Oeste y es uno de los momentos de mayor exaltación entre los creyentes que se prolonga por dos o tres días más.
El día 10 del Dhu Al-Hijjah, tras el regreso de los peregrinos a la Gran Mezquita, con nuevas vueltas a la Kaaba, recorridos entre Al-Safa y Al-Marwah y la circunvalación del adiós, pone fin al estado de "ihram" y los hombres se rapan la cabeza mientras las mujeres se cortan el pelo.
El monarca wahabita cursa cada año la invitación y sufraga los gastos de un muy selecto grupo de feligreses extranjeros que acuden al ritual.
Quienes logran permiso para estar en Meca en días de Hajj -incluidos los reporteros que lo cubren, que tienen que ser musulmanes- señalan entre los atractivos las visitas a la fábrica donde se confecciona el manto que cubre la Kaaba, su historia, las materias primas usadas y el proceso de "vestirla".

ORGANIZACIÓN E INCIDENTES INFAUSTOS

A pesar de crisis y epidemias globales, el creciente interés por honrar ese pilar islámico lo ilustra el hecho de que de 1996, cuando se registró que lo hicieron un millón 865 mil 234 fieles sauditas y foráneos, a 2012, el año que más acudieron (tres millones 161 mil 573), la estadística más baja refiere un millón 733 mil 785 (2000).
Tal afluencia de creyentes obligó a ampliaciones y reacomodos de espacios para acoger a los viandantes, sobre todo en el Jamarat y en la Masjid Al Haram, los puntos de la procesión que registran las cifras más luctuosas.
Estampidas, aglomeraciones, asfixias, incendios, protestas, actos violentos y ataques terroristas, accidentes aéreos, desplome de edificios, enfermedades y brotes epidémicos, figuran entre las causas de incontables fatalidades.
La triste antesala en esta temporada de 2015 fue la muerte el 11 de septiembre de 107 feligreses de varias nacionalidades por la caída de una de las 15 grúas alrededor de la Gran Mezquita, como parte de los trabajos de ampliación de ese recinto, el más importante para los devotos del Profeta.
Fuertes vientos, lluvias y aparente negligencia de la constructora a cargo de la ampliación se mencionaron entre las causas del accidente, que también dejó un saldo de 238 heridos e hizo que el propio rey saudita ofreciera elevadas compensaciones económicas para heridos y familiares de fallecidos.
Pero al igual que en los últimos tres años, la detección del brote del coronavirus del Síndrome Respiratorio de Medio Oriente en el reino wahabita, en septiembre de 2012, se mantuvo entre las mayores preocupaciones sanitarias.
Tal afluencia de creyentes obligó a ampliaciones y reacomodos de espacios para acoger a los viandantes, sobre todo en el Jamarat y en la Masjid Al Haram, los puntos de la procesión que registran las cifras más luctuosas.
Estampidas, aglomeraciones, asfixias, incendios, protestas, actos violentos y ataques terroristas, accidentes aéreos, desplome de edificios, enfermedades y brotes epidémicos, figuran entre las causas de incontables fatalidades.
La triste antesala en esta temporada de 2015 fue la muerte el 11 de septiembre de 107 feligreses de varias nacionalidades por la caída de una de las 15 grúas alrededor de la Gran Mezquita, como parte de los trabajos de ampliación de ese recinto, el más importante para los devotos del Profeta.
Fuertes vientos, lluvias y aparente negligencia de la constructora a cargo de la ampliación se mencionaron entre las causas del accidente, que también dejó un saldo de 238 heridos e hizo que el propio rey saudita ofreciera elevadas compensaciones económicas para heridos y familiares de fallecidos.
Pero al igual que en los últimos tres años, la detección del brote del coronavirus del Síndrome Respiratorio de Medio Oriente en el reino wahabita, en septiembre de 2012, se mantuvo entre las mayores preocupaciones sanitarias.
Con fines preventivos, el Ministerio de Salud de Arabia Saudita movilizó a unos 25 mil profesionales y paramédicos de todo el país para asistir en el terreno a los peregrinos.
Algunos musulmanes aseguran que siempre habrá muertos, porque incluso hay fieles que sabiéndose enfermos terminales o incapacitados para descomunal esfuerzo, se sienten impelidos de hacer la peregrinación y, en caso de fallecer en esos parajes, lo asumen como una suerte de gracia divina.
La lista de episodios lamentables es extensa, pero entre los más recordados están los acontecidos en un túnel peatonal en 1990, cuando perecieron mil 426 peregrinos; y el de 2005, en el que fallecieron 251 en el Puente de Jamarat.
Pero los anales recuerdan a 2006 como especialmente trágico, pues abrió en enero con 76 fallecidos y 64 heridos por el derrumbe del hotel Al-Ghaza, y cerró en diciembre con tres muertos y 34 heridos al chocar un autobús turístico que llevaba fieles de sitios sagrados de Medina a Meca.
Fue también en 2006 cuando se reportaron 345 decesos básicamente por estampidas en el Puente Jamarat, lo que llevó a demoler esa calzada y los tres pilares para edificar al año siguiente cuatro niveles y tres columnas que representan a Satanás con vías independientes de ingreso y salida.
Desde entonces, se hizo más ágil la lapidación del Diablo y se redujo la posibilidad de morir o resultar lesionado por empujones y aplastamientos, pero esa sigue siendo la parte más peligrosa de una procesión en la que los devotos no escatiman en pasión, sacrificio y meditación encomendándose a Allah Grandioso, concluye el articulista.
Algunos musulmanes aseguran que siempre habrá muertos, porque incluso hay fieles que sabiéndose enfermos terminales o incapacitados para descomunal esfuerzo, se sienten impelidos de hacer la peregrinación y, en caso de fallecer en esos parajes, lo asumen como una suerte de gracia divina.
La lista de episodios lamentables es extensa, pero entre los más recordados están los acontecidos en un túnel peatonal en 1990, cuando perecieron mil 426 peregrinos; y el de 2005, en el que fallecieron 251 en el Puente de Jamarat.
Pero los anales recuerdan a 2006 como especialmente trágico, pues abrió en enero con 76 fallecidos y 64 heridos por el derrumbe del hotel Al-Ghaza, y cerró en diciembre con tres muertos y 34 heridos al chocar un autobús turístico que llevaba fieles de sitios sagrados de Medina a Meca.
Fue también en 2006 cuando se reportaron 345 decesos básicamente por estampidas en el Puente Jamarat, lo que llevó a demoler esa calzada y los tres pilares para edificar al año siguiente cuatro niveles y tres columnas que representan a Satanás con vías independientes de ingreso y salida.
Desde entonces, se hizo más ágil la lapidación del Diablo y se redujo la posibilidad de morir o resultar lesionado por empujones y aplastamientos, pero esa sigue siendo la parte más peligrosa de una procesión en la que los devotos no escatiman en pasión, sacrificio y meditación encomendándose a Allah Grandioso, concluye el articulista.
