¿Qué pasará si el planeta se queda sin chips?
¿Para qué sirven, dónde se fabrican y usan?. Con su escasez, quiénes se beneficiarían. Cuál es el papel de EE.UU. y Japón en esto y qué dice China al respecto
Hace más de un año el mundo enfrenta la peor pandemia registrada luego de la llamada “fiebre española”. Poco a poco se van abriendo las economías, terriblemente afectadas en todos los niveles, a la que no escapó la producción de chips, industria monopolizada por Asia, y de vital importancia en la vida cotidiana.
Estos circuitos le permiten desarrollar diversas funciones en aparatos electrónicos, a su vez, requieren poco material y consumen una cantidad reducida de energía.
Expertos dicen que Estados Unidos marcha a la cabeza en el desarrollo de diseños de componentes, mientras la industria de la fabricación de los más avanzados la dominan Taiwán y Corea del Sur.
Estos componentes electrónicos, esenciales para los sectores de alta tecnología -robótica, tecnología digital, telecomunicaciones, etc.- representan recursos estratégicos clave.
En respuesta a la escasez mundial que afecta actualmente al sector, Intel anunció recientemente un plan de inversión de 20.000 millones de dólares para crear dos fábricas en Arizona (Estados Unidos) y así aumentar su producción de semiconductores.
Según datos de Gartner, Intel es actualmente el líder mundial de este mercado, con una cuota de ventas del 15,6 % en 2020. El principal competidor de la empresa estadounidense en este sector es Samsung, que representa alrededor del 12,5 % de las ventas mundiales, mientras que otra empresa surcoreana, SK Hynix, ocupa el tercer lugar, pero con una cuota más modesta del 5,6%.
El economista Lombard Rory Green considera que las dos naciones asiáticas que monopolizan la fabricación representan el 83% de la producción mundial de chips de procesadores y el 70 % de los de memorias.
Luego de más de medio siglo del descubrimiento de estos minúsculos aparaticos, la humanidad prácticamente no puede vivir sin ellos. Se usan en casi todos los productos digitales hoy en día, y han revolucionado el mundo de la electrónica, computadoras, teléfonos móviles, y otros dispositivos electrónicos que son parte indispensable de las sociedades modernas, sus costos de producción son muy bajos y eso los hace altamente necesarios y competitivos.
La pandemia que azota al planeta desde hace más de un año y otros muchos problemas que enfrenta el mundo del hoy han provocado que todas las esferas de la economía y la vida cotidiana se hayan quedado casi paralizadas, y la que tiene que ver con los chips también entra en esta situación y cuando los suministros se agoten harían detener su fabricación.
Expertos consultados por diversas publicaciones dicen que la escasez de chips no es nueva. Desde 2016 ya se venía experimentándose, pero que se ha agravado en los últimos años por la gran demanda de los mismos.
A esto se une que ha habido poca inversión en nuevas tecnologías para chips avanzados en las grandes plantas de producción, más el desarrollo creciente de la infraestructura 5G.
Los fabricantes no fueron previsores para desarrollar la industria que se quedó estancada, además de muy concentrada, a lo que se unió una demanda creciente de semiconductores.
A todas luces la situación actual no tiene solución a mediano plazo y podría prolongarse hasta el 2022 o 2023, teniendo en cuenta que la economía global está casi paralizada por la pandemia, según los entendidos en el tema.
Tampoco pueden dejarse fuera del análisis de la escasez los factores políticos como la guerra comercial entre Estados Unidos y China, en la que EE.UU. ha aplicado sanciones de todo tipo contra el gigante asiático, como la emprendida contra Huawei, uno de los principales consumidores de chips en el mundo, la cual tuvo que reducir su producción drásticamente en 2021, disminución que el “Financial Times” sitúa en torno al 60 %, unido a la caída de sus ventas de teléfonos inteligentes en un 41 %.
Más cerca en el tiempo la primera señal de que algo andaba mal la dieron hace más de un año los jugadores de videojuegos al intentar comprar tarjetas gráficas. Apple tuvo que detener algunos de sus lanzamientos y no pudo satisfacer la demanda. A esto se unió que, justo antes de la navidad, la industria automotriz de EE.UU. se enfrentaba a lo que ellos llamaron "el Armagedón de los chips".
La industria del automóvil no queda fuera del problema pues los de nueva fabricación incluyen, a menudo, más de 100 microprocesadores, pero los fabricantes simplemente no pudieron obtenerlos todos. Desde entonces, una empresa de tecnología tras otra ha advertido que también enfrentan limitaciones, señala un artículo publicado por BBC News.
A esta situación se unen compañías como Samsung y Qualcomm, las cuales han anunciado que también afrontan el desabastecimiento.
Visto a la luz de estos días, el mundo moderno no puede ya prescindir de esta tecnología, ya no hay equipo -sea de uso doméstico o industrial- que entre sus componentes no tengan un chip.
¿Qué sucede entonces, quién se hará con el mercado?
Analistas consultados por medios internacionales dicen que las plantas productoras no son cuestión de encender y apagar, sino que lleva su tiempo ponerlas en funcionamiento y que lleguen a su máxima capacidad.
La BBC señala que Huawei, por ejemplo, hizo un gran pedido para acumular una reserva de chips antes de que las restricciones comerciales de Estados Unidos le impidieran pedir más.
Mientras que, por el contrario, la industria del automóvil tiene un margen relativamente bajo y tiende a no acumular suministros, lo que ahora la ha dejado en un apuro. Recientemente, según BBC, TSMC y Samsung, los principales productores de chips, gastaron miles de millones de dólares para acelerar un nuevo proceso de fabricación de chips de cinco nanómetros altamente complejo para impulsar los últimos productos de vanguardia.
Pero los analistas piensan que, de manera más generalizada, el sector ha sufrido una inversión insuficiente. "La mayoría de las fundiciones de nivel dos han registrado ganancias escasas, márgenes bajos y un alto índice de endeudamiento durante los últimos años”.
"Desde la perspectiva de la rentabilidad, es difícil considerar la construcción de una nueva (planta de fabricación) para fundiciones más pequeñas". Y muchos de estos productores de chips responderán en cambio a la demanda adicional aumentando sus precios.
Lo que deja claro que dada la situación las grandes compañías se ajustarán a estos tiempos, venderán más caro, y las pequeñas verán, cuando menos, afectados sus ingresos o irán a la quiebra.
Y comienza entonces la guerra por apoderarse de la supremacía mundial de un negocio a todas luces sustancioso. Estados Unidos y Japón buscan aliarse inmediatamente y tratan de dejar fuera a China que, con su gran producción de automóviles -la mayor del planeta- es de las más afectadas con la caída en la producción de microchips y la escasez de líneas de suministro.
Esta contienda comercial de la Casa Blanca contra el gigante asiático que comenzó con la administración de Donald Trump y continúa con la Joe Biden, ha arreciado en los últimos meses.
Biden convocó una reunión para los primeros días de abril con el primer ministro japonés para debatir el tema y apoderarse entre ambos de todo el sistema de diseño, fabricación y mercado de los chips, pero se ha ido posponiendo y llegó mayo sin que se vislumbren atisbos para su realización.
China, por su parte, mantiene su hegemonía sobre Taiwán, uno de los principales implicados en la fabricación de los semiconductores, aunque en este territorio hay una fuerte sequía que impide que se produzcan a plena capacidad, más las tensiones internas que laceran las relaciones entre el gigante asiático y los taiwaneses.
Entre tanto, seguiremos esperando para ver qué sucede con la producción mundial de chips y quién será el que se lleve el gato al agua.
Ojalá y las grandes potencias se pongan de acuerdo y gane la Humanidad, que a estas alturas ya no puede prescindir del desarrollo tecnológico alcanzado.