Soraya Tarzi, reina y revolucionaria de las mujeres de Afganistán
A principios del siglo XX, Soraya Tarzi fomentó la educación en una sociedad conservadora, de fuertes tradiciones ancestrales.
“Yo soy vuestro rey, pero la ministra de educación es mi esposa”, así empezó el rey Amanullah Khan su discurso en 1926 acompañado por Soraya Tarzi, la primera reina consorte de Afganistán.
Desde su matrimonio el 30 de agosto de 1913, ella defendió la instrucción de las mujeres y su derecho a no llevar velo. Luchó contra la poligamia. Rompió siglos de tradiciones y costumbres ancestrales.
A su modo de ver, la mejor forma de contribuir al desarrollo de la nación era mediante la preparación de todos los ciudadanos.
Con el fin de animar a las mujeres a recibir clases, la reina abrió el primer colegio solo para niñas en Kabul, la escuela "Masturat" y envió a quince jóvenes a Turquía en 1928 para recibir educación superior.
La educación, un proceso que se hereda
El comportamiento de Soraya no vino de la nada. Hija de la feminista siria Asma Ramsay y de la gran figura política afgana Mahmud Tarzi, nació durante los años de exilio de sus padres, lejos de Kabul, en Damasco, entonces parte del imperio otomano.
Estudió en este territorio y aprendió los valores occidentales y modernos que influirían más tarde en sus acciones y creencias.
También, gracias a su padre, aprendió el árabe perfectamente, el persa, además de su materno pashto.
Años más tarde, cuando nombraron a Habibullah Khan (padre de Amanullah) rey, todos los exiliados regresaron a la patria y Amanullah encontró a Soraya.
Ambos revolucionaron los códigos en un momento en que los conservadores lo consideraban una traición a la cultura, a la religión y al “honor” de las afganas.
Bajo muchas influencias y para evitar una guerra civil, el rey Amanullah abdicó en 1929 y emigró con su familia, primero a la India y luego a Italia.
Pero a pesar de todo, Soraya quedó para muchos intelectuales como una figura revolucionaria, en contraste con los extremismos que hoy sufre el país.