Sabah Fakhri …. venerado cantante sirio (Primera Parte)
El célebre hijo de la ciudad de Alepo renovó el tradicional género musical árabe Muwashahat y Qudud Halabiya.
Dueño de una técnica impecable, una voz de gran alcance y los aplausos de todos. Quienes lo vieron actuar compararon su talento con el gran Zaryab, el poeta de la corte abasí.
Sabah Fakhri, el hijo de la ciudad siria de Alepo, renovó los géneros musicales árabes Muwashahat y Qudud Halabiya.
El célebre cantante pasó por muchas etapas durante su infancia y juventud antes de tocar las estrellas con su perfecta ejecución de la armonía.
Los primeros pasos
Sabah al-Din Abu Qaws, mejor conocido como Sabah Fakhri, nació en Alepo, Siria, en 1933, en el seno de una familia acomodada, muy religiosa y conservadora.
De pequeño, aprendió el Corán en la escuela de su padre, Sheikh Muhammad (al-Kitab) y de ahí nació su gran habilidad con las palabras.
En una entrevista, el intérprete mencionó el beneficio de aprender la entonación y recitación para potenciar la voz y el lenguaje.
“Cuando alguien lee el Corán, da a las letras su verdadero valor y peso”, afirmó.
También asistió a la Mezquita Al-Atroushi para realizar sesiones de dhikr (recuerdo de Allah) y cánticos, además de practicar la caligrafía árabe y la aritmética.
Luego estudió en la Escuela Al-Hamdaniya y fue diligente, sobre todo en el idioma árabe y la educación religiosa.
Por la belleza de su voz, la directora del colegio Al-Balabel le pidió su participación en el festival infantil anual y en todas las actividades que requerían recitación, retórica y canto.
Descubrimiento de su talento
De manera extraña, cuando aún era un bebé, su tío materno lo escuchó llorar y le sorprendió la calidad musical de sus sollozos.
Sobre su infancia, el propio artista relató: "Solíamos vivir en una gran casa damascena, y las mujeres se reunían por la noche para bromear y hablar, y yo me subía a un árbol y tarareaba en tonos. Una mujer que tenía una voz hermosa me notó y me enseñó a cantar”.
Su talento fue conocido oficialmente cuando el músico, violinista y “cazador de talentos” Antoine Elias Shawa, apodado como Sami Shawa, lo escuchó.
El profesor cambió el nombre de su preciado alumno por el de Muhammad Sabah, y lo acompañó a conciertos en las provincias sirias, donde presentó las canciones de moda en los años cuarenta.
Este niño de doce años cantó frente al entonces presidente de Siria, Shukri al-Quwatli, primero en Alepo y luego en el Palacio Republicano de Damasco.
Años después, ingresó en el conservatorio de Alepo, perfeccionó sus estudios en la academia musical de Damasco y obtuvo su título en 1948.
Finalizadas sus lecciones, viajó a El Cairo, Egipto y trabajó junto a los mejores cantantes de la época, al mismo tiempo realizó conciertos en Siria.
Desde ese momento, los seguidores afirmaron que sus interpretaciones y su gran carisma representaban la esencia de la música árabe.