Líbano y las huellas del pasado
Líbano posee alrededor del 20 por ciento de todas las especies de fósiles en el mundo y tres de sus cordilleras acumulan la mayor cantidad de hallazgos.
La aldea montañosa de Hjoula, a una elevación entre 850 y 900 metros sobre el nivel del mar, resguarda en losa y roca las huellas de millones de años.
Junto a Hakel y al-Nammoura, el asentamiento ubicado en el distrito norte de Biblos y bendecido por las aguas del río Ibrahim, es famoso por la preservación de restos o señales de organismos biológicos del pasado.
A criterio del explorador Hussein Ibrahim, los descubrimientos en las canteras libanesas permiten ver con mucha facilidad los ojos, dientes, columna vertebral y cola de los fósiles.
En declaraciones a Prensa Latina, el especialista indicó que buena cantidad de los peces encontrados en la nación están en exhibición en museos de Francia, Alemania, Estados Unidos y otros países.
Una historia milenaria
Bibliografías consultadas en internet definen como fósil a un organismo petrificado mediante procesos químicos y geológicos, presente en los antiguos depósitos sedimentarios de la corteza terrestre.
Según la historia, el primer espacio habitado por estos seres vivos antes de petrificarse fue el mar de Tetis que cubría gran parte de los países mediterráneos y el territorio libanés, hace 220 millones de años.
En el caso de Líbano, algunos paleontólogos afirman que la formación de los fósiles sucedió por el rápido llenado de una cuenca oceánica con sedimentos de la plataforma continental.
Por otra parte, la actividad tectónica y el movimiento de las placas causó este repentino deslizamiento de tierra que sumergió bajo el agua todo a su paso.
El término de pez fosilizado comenzó a escucharse por primera vez en Líbano en el siglo XIII durante las Cruzadas, precisamente en el contexto de la visita del Rey Luis IX a la región.
De acuerdo con el cronista francés del Medioevo y acompañante personal del monarca, Jean de Joinville, durante la estancia le obsequiaron un pez petrificado al Rey, quien expresó su admiración por los detalles y belleza de la conservación.
Más adelante, en los siglos XVIII y XIX, las expediciones francesas, británicas e italianas comenzaron a llegar a territorio de la nación de los cedros con el propósito de realizar labores de exploración y extracción de las rocas.
Hasta ese momento, según atestiguan investigadores locales, los pobladores de las aldeas libanesas trabajaban para los extranjeros a cambio de una mísera suma de dinero debido al desconocimiento sobre el valor arqueológico de las piezas.
Tradición familiar
Con treinta años de experiencia en el campo de la exploración de fósiles, Ibrahim heredó el oficio de su padre Ali, quien lo desarrolló de manera autodidacta durante 60 años.
Según contó a este equipo de prensa, en la excavación nadie puede tener la certeza de obtener ganancias, pues uno puede estar martillando rocas durante semanas y no obtener ningún pez, "depende mucho de la suerte", indicó.
Ali Ibrahim, conocido como Abu Ammar, inició los trabajos arqueológicos como colaborador de una misión italiana que llegó a Hjoula a fines de la década de 1960.
“Empecé a coleccionarlos, y vinieron personas de fuera de Hjoula para preguntarme por los fósiles y entonces me di cuenta que el pez petrificado era de gran importancia y tenía mercado”, comentó sobre las primeras ganancias en los albores de 1970.
Hasta hace pocos años, Abu Ammar preparaba en su rudimentario taller los fósiles hallados en las canteras de su pequeña propiedad para ser exhibidos y puestos a la venta en establecimientos de la ciudad costera de Biblos.
Sus octogenarias rodillas ya no le permiten llegar a las inmediaciones de las canteras ni sostener las pesadas herramientas, pero su hijo Hussein y su pequeño nieto no abandonan el legado y le imponen sellos de modernidad debido a la demanda de estos souvenirs por los turistas.
Pasión por la arqueología
Hussein Ibrahim guarda con añoranza las vacaciones de verano en su adolescencia cuando junto a su padre acudía a la cantera en busca del gran premio: encontrar un fósil.
Ahora, el joven Ibrahim intenta transmitir el saber a su pequeño hijo, quien después de las clases y los fines de semana lo ayuda en los trabajos y ya comienza a disfrutar de los primeros hallazgos.
En la búsqueda de fósiles, Hussein trata de conservar los más mínimos recortes de piedra pues en el proceso de reconstrucción en el taller pueden ayudarlo a completar un pez.
Pala, maza, cuñas, pico, martillo y un compresor son utilizadas en los trabajos de extracción en la losa; madera, tela de pana y pirograbados decoran las cajas comercializadas junto a la pieza.
De acuerdo con el joven Ibrahim, el 80 por ciento de los fósiles encontrados en suelo libanés son peces que no existen en el presente, mientras el otro número es visible en el mar, "pero con algún ligero cambio en su forma".
Sin el reconocimiento oficial, muchos avalan esta actividad como patrimonio de la nación y los "peces de piedra" de Líbano destacan entre los más hermosos del mundo.