Comisión Europea impondrá un único cargador universal de tipo USB-C
Bruselas advierte a los fabricantes que ya han dado suficiente margen para adaptarse y que no han obtenido respuesta. Quieren evitarse 11 000 toneladas al año de residuos electrónicos
En una medida que busca también reducir los residuos electrónicos, la Comisión Europea impondrá un único cargador universal de tipo USB-C para que se armonice su uso en todo tipo de teléfonos móviles, tabletas, cámaras digitales, auriculares y videoconsolas.
Desde 2009 Bruselas impulsa esta disposición y un acuerdo voluntario con los principales fabricantes de dispositivos móviles permitió ese año reducir de 30 a tres los cargadores existentes en el mercado, el USB 2.0 Micro B, el USB-C y el Lightning, exclusivo de Apple.
Sin embargo, ese pacto expiró en 2014 y desde entonces no se ha logrado el objetivo de tener un único cargador universal. “Los consumidores europeos se han sentido frustrados durante bastante tiempo por la acumulación de cargadores incompatibles en sus cajones.
Según plantea la vicepresidenta de la Comisión Europea responsable de la cartera digital, Margrethe Vestager, le dimos a la industria mucho tiempo para proponer sus propias soluciones, ahora ha llegado el momento de tomar medidas legislativas para un cargador común”.
Este es “un paso importante para aumentar la comodidad y reducir el desperdicio”, añadió el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton.
Precisamente, es la multinacional norteamericana Apple a la que se quiere convencer para que adapte también sus dispositivos como el resto, y que las ventas que haga en territorio comunitario no puedan tener una entrada de cargador diferente al resto.
Asimismo, la Comisión quiere que los consumidores puedan decidir si quieren adquirir o no un nuevo cargador cada vez que se compren un nuevo dispositivo, para evitar acumular 11 000 toneladas al año de residuos electrónicos.
La propuesta tendrán que aprobarla ahora tanto el Parlamento Europeo como el Consejo de la UE -la institución que representa a los países- y si dan el visto bueno, habrá un periodo de transición de dos años para que tanto los consumidores como la industria puedan adaptarse a los nuevos requisitos.
Bruselas dejó fuera de la propuesta productos como ordenadores portátiles, relojes inteligentes o los dispositivos que miden la actividad física por razones técnicas como su tamaño y tampoco reguló los requisitos que deben cumplir los cargadores sin cables de los dispositivos móviles.