Mundo desconocido: el tráfico ilegal de la fauna silvestre
Un acercamiento a cómo funciona el mercado negro del tráfico de la fauna silvestre que mueve miles de millones y que sigue creciendo: en 2021; la Brigada de Control Ambiental logró recuperar a casi mil animales.
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Mundo desconocido: el tráfico ilegal de la fauna silvestre
Desde un oso que vive en un domicilio luego de que el circo itinerante lo dejara abandonado hace años, hasta una organización criminal de alcance internacional que comercializa miles y miles de huevos de aves o de tortugas. Tal es la complejidad de un problema que incluye situaciones de las más diversas y que se expande: el tráfico ilegal de fauna silvestre.
El abanico incluye animales vivos que urge rescatar, así como venta de piezas de origen animal, pieles y taxidermias.
En medio de un espectro inmenso y con poca información estadística oficial, solo en el último año la Brigada de Control Ambiental (BCA), que fue creada en septiembre de 2020 y depende del Ministerio de Ambiente de Argentina, realizó 928 decomisos de animales vivos, productos y subproductos de la fauna silvestre.
Las especies autóctonas más traficadas, según datos de la BCA, son reptiles como tortugas de tierra y aves pequeñas como cardenales de copete rojo, cardenales amarillos, jilgueros, reina moras, corbatitas, loros y guacamayos. Entre las especies exóticas más comercializadas de forma ilegal se encontraron osos pardos, otras aves y grandes felinos como tigres. Las zonas fronterizas y las grandes ciudades surgen como los sitios más problemáticos.
La venta ilegal de animales silvestres muchas veces está a la vista, en mercados, ferias o puestos a la vera de las rutas.
La Brigada “realiza trabajos de patrullaje en las redes abiertas en pos de captar la demanda de fauna y así poder detectar traficantes, además de ser parte de acciones internacionales con la Aduana e Interpol. Asimismo, se trabaja en colaboración con el Ministerio Público Fiscal y con las fuerzas policiales de todo el país”. La intervención se realiza de forma directa, mediante actuaciones administrativas, o tras realizar la denuncia judicial para –por ejemplo– obtener órdenes de allanamiento.
Los ejemplares rescatados pueden ser autóctonos o exóticos. En el primer caso tratan de reinsertarlos en su hábitat, en caso de que se encuentren en condiciones de hacerlo. Los animales exóticos, en cambio, solo pueden ser llevados a santuarios o espacios de conservación, sin una posibilidad libre de reinserción.
El mercado del comercio ilegal de vida silvestre genera entre 15 y 20 mil millones de dólares al año, según estimaciones.
De acuerdo con información difundida por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, es el cuarto comercio ilegal mundial después de la venta de drogas, la falsificación y el tráfico de personas.
Pese a estar a la vista, es un problema poco cuantificado en términos oficiales.
Si bien los especialistas apuntan a que los controles se concentren en los grandes traficantes de animales y piezas, también remarcan la necesidad de concientizar para que no se tenga como mascotas a animales exóticos.
La gravedad del tráfico ilegal se potencia cuando afecta a especies que ya se encuentran amenazadas. De las más de cien especies de aves, 20 de reptiles y 15 de mamíferos que se comercializan ilegalmente en la Argentina, una veintena está bajo amenaza, según el Ministerio de Ambiente.
Uno de los casos emblemáticos es el cardenal amarillo. “Además de todos los problemas ambientales que padece vinculados a la actividad humana, como pérdida de hábitat y agricultura, también sufre la presión de caza para mascotismo”, denuncia Cecilia Maqueda, de Aves Argentinas. “Es un animal muy lindo, canta hermoso, y al haber cada vez menos se convierte en una ‘figurita difícil’ y la quieren tener”.
Las cifras detectadas en el relevamiento de esa ONG en Facebook son alarmantes en torno de esa especie: dieron con ofertas por 68 ejemplares a lo largo de 50 publicaciones, en seis provincias. Se cree que el tamaño poblacional de la especie no superaría los 2500 individuos, con lo que cada uno es altamente valioso para su conservación. El valor de un ejemplar va de los seis mil a los diez mil pesos.