Crecen desacuerdos en comunidades opositoras iraníes en la diáspora
Grupos opositores iraníes de línea dura intentan someter a sus compañeros, partidarios de la diplomacia, al considerarlos aliados del gobierno de Teherán.
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Opositores iraníes que abrazan la línea diplomática son objetos de ataques en Internet tras su reunión con el Secretario de Estado Antony Blinken en 2022.
De acuerdo con un reciente artículo publicado en el sitio web Politico, la oposición iraní en la diáspora, partidaria de la diplomacia, es hoy difamada, hostigada y amenazada por sus similares de línea dura.
Según la publicación, los ataques tienen como objetivo abrumador a las mujeres en América del Norte y Europa, en particular activistas feministas, periodistas, analistas de política exterior e historiadoras.
Hasta el momento los agresores no fueron identificados, pero hay sospechas sobre algunas figuras conocidas o no dentro de la comunidad iraní fuera de la República islámica, comprometidos con aislar a Irán de forma vigorosa.
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Conforme al trabajo, las luchas políticas no son nada nuevo al interior de las comunidades opositoras en el extranjero.
En este punto, Politico refiere los debates de los cubanoamericanos sobre si Estados Unidos debería oponerse al gobierno de la isla y con qué fuerza.
Por otro lado, los venezolanos residentes en el exterior sostienen acaloradas discusiones sobre el presidente Nicolás Maduro.
Para los estadounidenses de origen iraní abundan las acusaciones de colaboración. Pero los ataques van más allá de la mutilación ocasional, aseguró el medio.
Farnaz Fassihi, reportera del New York Times sobre asuntos iraníes, recibió amenazas de muerte y violación.
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Elah Sharif Poor-Hicks, exinvestigadora sobre Irán en Human Rights Watch y defensora del acuerdo nuclear, encontró fotos y una caricatura de ella misma desnuda entre los brazos del líder supremo de Irán.
El hijo del alguacil Burr Hicks, ausente de la política y la diplomacia, también fue objeto de intimidaciones contra su vida.
Pero el acoso no se limita a Internet y avanzó a países distintos a Estados Unidos.
A mediados de octubre, la Universidad de Chicago recibió una amenaza de bomba después de invitar a un evento a Najjar Mortazavi, periodista independiente iraní-estadounidense.
Cuando Roozbeh Parsi, académico escéptico de las sanciones, formó parte de un panel sobre las protestas iraníes en el Museo de Estocolmo, los manifestantes afuera intentaron asaltar el edificio.
En Berlín, un grupo de expertos alemán canceló un evento en diciembre sobre Irán por insultos a los miembros del comité y al personal.
El parlamento británico pospuso una audiencia sobre Teherán cuando un experto, a punto de testificar, fue atacado en represalia por publicar un artículo de opinión en el Washington Post, en el cual pedía revivir el acuerdo nuclear.
Analistas en política exterior iraní rechazaron las invitaciones para escribir artículos para revistas. Otros prefirieron evitar los medios por completo.
Los violentos expatriados iraníes ven las cosas de otra manera. Para ellos, y para muchos otros halcones, la mejor manera de detener a Teherán es aislarlo del mundo por la fuerza. Pero, a diferencia de otros partidarios de la línea dura, este grupo considera la vía diplomática una forma de apoyo al gobierno de Teherán, concluyó Politico.