La actual división transatlántica sobre Teherán podría dar paso a una nueva inestable era en la política mundial
Según el artículo del analista europeo, Sam Denney, publicado en el portal digital National Interest, a medida que las tensiones continúan intensificándose debido a las grandes apuestas del presidente Donald Trump con Irán, Washington se arriesga a una nueva ruptura seria con sus aliados europeos, una que podría dañar permanentemente el poder financiero de Estados Unidos.

Según el artículo del analista europeo, Sam Denney, publicado en el portal digital National Interest, a medida que las tensiones continúan intensificándose debido a las grandes apuestas del presidente Donald Trump con Irán, Washington se arriesga a una nueva ruptura seria con sus aliados europeos, una que podría dañar permanentemente el poder financiero de Estados Unidos.
De acuerdo con Denney, la invasión de Irak en 2003 llevó a una crisis en la relación transatlántica porque Francia y Alemania se opusieron vehementemente al uso de la fuerza para impedir que Irak obtuviera armas de destrucción masiva (ADM). En cambio, al tratar de usar la diplomacia, cuestionaron la evidencia del desarrollo de armas de destrucción masiva en Irak y la afirmación de Estados Unidos de que la instalación de un gobierno democrático conduciría a un florecimiento de la democracia en la región.
Como resultado, en Estados Unidos se desarrolló una narrativa de la traición franco-alemana y el apoyo europeo al liderazgo de Estados Unidos en el escenario mundial se desplomó en las encuestas de opinión.
En ese momento, la invasión creó divisiones entre los países europeos. Ahora, dieciséis años después, los europeos consideran casi unánimemente que la invasión es un error y un ejemplo equivocado del unilateralismo de Estados Unidos.
En opinión de Denney, Estados Unidos, la Unión Europea e Irán han estado construyendo hasta este momento desde antes de las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos. Pero la reciente violación por parte de Irán del nivel máximo de enriquecimiento de uranio exigido por el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) y la incautación de buques petroleros británicos, junto con el despliegue de tropas estadounidenses en Arabia Saudita por primera vez desde la guerra de Irak, han aumentado aún más los riesgos y las tensiones transatlánticas.
Como candidato, Trump criticó repetidamente al JCPOA, que fue firmado bajo la administración de Obama para evitar que Irán desarrollara un arma nuclear. Se hizo eco de las afirmaciones republicanas de que el acuerdo era demasiado estrecho y no lo suficientemente duro.
Para los europeos –sostiene Denney–, el acuerdo fue un éxito debido a sus objetivos limitados y permitió ganar tiempo para nuevas negociaciones. El anuncio del Presidente Trump el 8 de mayo de 2018 de que Estados Unidos abandonaría formalmente el JCPOA y reimpondría unilateralmente amplias sanciones económicas fue criticado rotundamente por Francia, Alemania, el Reino Unido, China y Rusia, que anunciaron su determinación de mantener el acuerdo.
El año transcurrido desde entonces ha estado marcado por la escalada de la presión de Estados Unidos sobre Irán, acompañada por los cada vez más desesperados intentos europeos de salvar el acuerdo.
Se han hecho comparaciones entre la crisis actual con Irán y la guerra de Irak, pero el riesgo que esta disputa representa para la alianza transatlántica puede ser aún mayor. Es cierto que las empresas europeas han cumplido con las sanciones estadounidenses a pesar de la oferta del estatuto de bloqueo de la UE.
Para Denney, las sanciones estadounidenses contra Irán han afectado en gran medida a los intereses empresariales y de seguridad europeos. Para proteger a ambos, Europa ha amenazado con adoptar medidas que, de llevarse a cabo en su totalidad, iniciarían un proceso de desarticulación de la integración económica mundial que se ha producido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Tales pasos golpearían el corazón del poder económico de Estados Unidos al alejar las transacciones comerciales y financieras estadounidenses y provocar una respuesta potencialmente extrema por parte de Estados Unidos.
Casi inmediatamente después de la retirada de Estados Unidos, el ministro de finanzas francés Bruno Le Maire trató de encontrar maneras de evitar las sanciones estadounidenses, sugiriendo que la Unión Europea podría utilizar un estatuto de bloqueo para proteger a las empresas europeas de las sanciones secundarias de Estados Unidos.
En agosto de 2018, el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, pidió a Europa que actuara como contrapeso de Estados Unidos y abogó por la creación de un mecanismo europeo de pagos similar al sistema de la Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunications (SWIFT).
En septiembre de 2018, la alta representante europea para asuntos exteriores, Federica Mogherini, anunció la creación de un "vehículo de propósito especial" (SPV, por sus siglas en inglés) para permitir a las empresas europeas eludir las sanciones de Estados Unidos y continuar comerciando con Irán, con la esperanza de mantener el acuerdo. El SPV se formó más tarde oficialmente como Instrumento de Apoyo a los Intercambios Comerciales (INSTEX) y recientemente entró en pleno funcionamiento.
La Comisión Europea presentó en diciembre de 2018 medidas para aumentar el papel del euro en los pagos globales. Como señala la Comisión, las empresas europeas comercian con el dólar estadounidense, lo que las vincula al sistema financiero estadounidense y las expone a sanciones o "decisiones unilaterales que afectan directamente a las transacciones denominadas en dólares", según el lenguaje de la Comisión.
Pero a diferencia de Irak, apunta Denney, una división sobre Irán podría ser un punto de inflexión para mucho más que la relación transatlántica. La creación de una arquitectura financiera alternativa, amenazada por la UE, podría conducir a una balcanización financiera de carácter político. Como resultado, los países que no están de acuerdo con las políticas de Estados Unidos podrían eludir las sanciones estadounidenses mucho más fácilmente.
Peor aún, una arquitectura financiera fracturada podría crear mayores dificultades para coordinar las respuestas a futuras crisis financieras mundiales. La actual división transatlántica sobre Irán podría dar paso a una nueva y más inestable era en la política mundial.