¿Fin de la era estadounidense en Medio Oriente?
El "principio del fin" para la futura Pax estadounidense en Medio Oriente no ocurrió a mediados de septiembre, cuando Trump se tambaleó una vez más sobre Irán, sino en 2003, cuando Estados Unidos invadió Irak.

Reflexionando sobre el último susto de la guerra de Irán, el columnista del New York Times, Bret Stephens teme que "podamos estar siendo testigos del comienzo del fin de la era americana en Medio Oriente". Si es así, entonces más rápido, por favor, comentó Andrew Bacevich, escritor en general del TAC, y presidente del Quincy Institute for Responsible Statecraft.
Desde hace varias décadas, Estados Unidos ha intentado establecer alguna forma de Pax Americana regional. Ese esfuerzo ha fracasado irremediablemente y a un costo enorme para EE.UU. y para otros. Según Bacevich hemos soportado una era de ineficaz intromisión estadounidense.
Sin embargo, Stephens no está listo para tirar la toalla. Su confianza en la eficacia de las fuerzas armadas de los EE.UU. podría permanecer inalterada. Preocupado por la tímida respuesta del presidente Trump a una serie de provocaciones recientes atribuidas a Irán, la más reciente de las cuales fue un ataque el 14 de septiembre contra las instalaciones petroleras sauditas, Stephens insta a que se tomen represalias. Aunque no detalla la escala de la acción punitiva que favorece, expresa su confianza en que una "represalia militar limitada" casi con toda seguridad "restablecerá la disuasión con Teherán".
De acuerdo con Bacevich, Stephens no explica la base de su confianza, que permanece desafiantemente intacta a pesar de los innumerables fracasos, decepciones y sorpresas que Estados Unidos ha experimentado en Oriente Medio desde la Revolución Iraní de 1979.
El "principio del fin" para la futura Pax estadounidense en Medio Oriente no ocurrió a mediados de septiembre, cuando Trump se tambaleó una vez más sobre Irán, sino en 2003, cuando Estados Unidos invadió Irak.
Desde entonces, precisa Bacevich, las fuerzas estadounidenses han estado más o menos continuamente involucradas en lo que debería llamarse Operación Control de Daños, tratando de limpiar el desorden creado como consecuencia directa de nuestra propia imprudencia.
Ahora Stephens y otros de su calaña están deseosos de abrir un nuevo frente en esta campaña militar abierta.
Ahora nuestro presidente es muchas cosas, pero no es un pensador sofisticado. Su propio conocimiento de la historia parece ser bastante limitado. Posee pocos o ningún principio a partir del cual formular un enfoque coherente de la política. Convencido de su propio genio, no acepta consejos. Sin embargo, a cierto nivel, Trump tiene una profunda y encomiable aversión a la guerra.
Uno se imagina que desde la perspectiva de Trump, es como una empresa de negocios que se vuelve agria. Cortas tus pérdidas y sigues adelante, idealmente metiendo otra savia en la cuenta.
Lo cierto es, subraya Bacevich, que Trump no ha cumplido su promesa de campaña de poner fin a nuestras interminables guerras. Tampoco ha logrado ningún éxito significativo en política exterior, a menos que se cuente la retirada del acuerdo nuclear con Irán y la instigación de una guerra comercial con China. Lo último que Trump necesita políticamente es comenzar otra guerra de disparos para acompañar a los varios que heredó.
Lamentablemente, ni Trump ni nadie en su administración parece tener la capacidad de idear una alternativa real a la fantasía de crear una "era americana en Medio Oriente".
Al menos hasta ahora, la respuesta de la administración a esta crisis ha sido un poco más de lo mismo -más sanciones, más tropas estadounidenses desplegadas en la región-, pero no lo suficiente como para hacer una diferencia significativa.
A juicio de Bacevich, el diseño de una alternativa real requeriría esta admisión: en Medio Oriente, el poder militar de los Estados Unidos ha desempeñado un papel importante en la exacerbación de los problemas en lugar de contribuir a su solución. Con pocas excepciones, los miembros del establishment, entre ellos Bret Stephens, carecen de la gentileza de hacer tal admisión.
El comienzo de la sabiduría está en reconocer que el interés primordial de Estados Unidos en el Medio Oriente es restaurar la estabilidad. Punto. No es para elegir a los ganadores. La estabilidad no requiere más guerra, sino menos, y los rivales como Irán y Arabia Saudita -que tampoco califican como "amigos" de Estados Unidos- se dan cuenta de que ellos también se beneficiarán de la reducción del nivel de violencia.
Sin duda, afirma Bacevich, se trata de un enorme desafío que requiere paciencia y sofisticación diplomática. Pero para citar un viejo refrán, quizá sea hora de dar una oportunidad a la paz. Y si Teherán y Riad hacen caso omiso de esos esfuerzos de pacificación y optan por la guerra, no corresponde a los Estados Unidos respaldar su insensatez.