Politólogo estadounidense: La inestabilidad del sistema político iraquí no reducirá la influencia iraní ni beneficiará al Medio Oriente
En opinión Robert S. Ford, investigador principal en el Middle East Institute, la inestabilidad iraquí tampoco disminuirá el extremismo en la región.

El proceso político en Irak no es ideal, pero el año pasado ese país cambió de presidente y de primer ministro sin grandes campañas de violencia o de arrestos.
Según Robert S. Ford, investigador principal en el Middle East Institute, a principios de este verano hubo marchas pacíficas de protesta contra la ineficiencia del gobierno y la corrupción en muchas provincias, y mientras las fuerzas de seguridad observaban, no intervinieron.
La influencia del primer ministro sobre Irán es limitada. Sus principales asesores estaban estrechamente vinculados a Teherán. El comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní, el General Qassem Soleimani, mantiene una oficina en Bagdad que visita regularmente.
Para Ford, el mandato del Primer Ministro no va muy lejos. En varias ocasiones se escucha la historia de su fallido esfuerzo de julio de 2018 para desalojar los puestos de control de una milicia (Unidades de Movilización Popular o Al Hashad Al Shabi) en las afueras de Mosul. El primer ministro finalmente tuvo que aceptar que la milicia permaneciera en su lugar.
Lo cierto –asegura Ford– es que las fuerzas federales iraquíes establecerían un puesto de control cerca del puesto de control de la milicia. Mientras, los norteamericanos han impuesto sanciones a las milicias, pero sus puestos de control siguen allí hoy en día, y la milicia sigue cobrando tasas.
Por otro lado, sostiene que a medida que los recursos financieros de Irán han disminuido bajo las sanciones estadounidenses, las llamadas milicias pro-iraníes han establecido sus propios negocios para asegurar su viabilidad financiera. Y obtienen ingresos sustanciales del gobierno iraquí por ser parte del sistema de seguridad iraquí.
Mientras tanto, las medidas del gobierno para contener a las milicias se están deteniendo en el mejor de los casos. Curiosamente, en el salón político, Abadi destacó la necesidad de que el Estado iraquí monopolizara sus fuerzas armadas. Lo dijo ante el embajador iraní, que también estuvo presente. La implicación de Al Hashad al Shabi era obvia.
Ford, quien trabajó en la Embajada de Estados Unidos en Bagdad de 2004 a 2006 y de 2008 a 2010, señala que siempre escuchó dos peticiones de todos los iraquíes con los que se reunió.
“Esperaban que Estados Unidos no fuera a la guerra con Irán. Todos los que conocimos en Bagdad y Erbil, incluidos los iraquíes con profundas conexiones con Irán, entienden que Irak se beneficia de unas relaciones relativamente equilibradas tanto con Estados Unidos como con Irán. Los iraquíes no quieren estar en una posición en la que tengan que elegir entre los dos países. Probablemente no nos gustará el resultado si los obligamos a hacerlo”, señala Ford.
En el futuro, advierte, la relación de Estados Unidos con Irak no puede consistir únicamente en competir con Irán y establecer puntos de referencia para la supuesta independencia iraquí de la influencia iraní. Tampoco las relaciones de Estados Unidos con Irak deben consistir en huir de la decisión de 2003 de invadir el Irak de Saddam Hussein.
A juicio del también ex embajador de Estados Unidos en Siria (2011 a 2014), Washington debería estar pensando en trabajar para ayudar a que el tambaleante sistema político extienda gradualmente sus raíces y su estabilidad. Un sistema político iraquí inestable no reducirá la influencia iraní y no beneficiará la estabilidad en Medio Oriente ni en los mercados energéticos internacionales.
La inestabilidad iraquí tampoco disminuirá el extremismo en la región. Hay algunos indicios positivos y otros negativos en la evolución de la política iraquí. El éxito de Irak no está asegurado ni siquiera con nuestra atención y ayuda para seguir adelante. Pero los iraquíes nos dicen que sin esa atención y ayuda, sin embargo, sus esfuerzos incipientes en la buena gobernanza, la reconstrucción y las relaciones pacíficas con todos los vecinos serían mucho peores.