El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para atajar el "acoso antisemita en colegios y campus universitarios" que apunta, sin embargo, contra el movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), promovido por activistas palestinos e internacionales como una herramienta pacífica para poner fin a la ocupación israelí. 

Durante un acto de celebración de la festividad de Hanukkah en la Casa Blanca, Trump fue claro: si las universidades "quieren aceptar la tremenda cantidad de dólares federales que reciben cada año, deben rechazar el antisemitismo. Es así de simple".

Por si las dudas, aclaró que con ello su Administración toma una "posición firme contra" el BDS.

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De hecho, la orden ejecutiva tiene el objetivo es amordazar a las voces críticas con (Israel) en el ámbito académico.

Solo días antes, el Departamento de Educación ordenó a dos universidades que cambiaran su plan de estudios sobre Oriente Medio por su supuesto sesgo antiisraelí.

Para dar pie a su particular boicot a la libertad de expresión (garantizada por la primera enmienda de la Constitución), la orden ejecutiva de Trump se acoge a la Ley de Derechos Civiles de 1964.

En concreto se remite al Título VI, que prohíbe la discriminación "por motivo de raza, color y nacionalidad" en aquellas actividades y programas que reciban fondos federales.

Un artículo de opinión publicado en  el diario The New York Times, señaló que Jared Kushner, asesor y yerno de Trump, defiende que la orden "no define a los judíos como una nacionalidad", sino que simplemente dice que si son "discriminados por sus características étnicas, raciales o nacionales, tienen derecho a la protección de la ley contra la discriminación".