El caso AMIA en Argentina y la inocencia de Irán
El atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el principal centro comunitario de la colectividad judía argentina, que dejó 85 muertos en 1994, no es solo el peor atentado en la historia de Argentina. Sino que un cuarto de siglo después del ataque, no solo no ha sido arrestado ninguno de los autores ni juzgado ni un solo sospechoso.
El anuncio de la desclasificación de las investigaciones del caso AMIA en Argentina pudiera aportar pruebas concluyentes de la no participación de Irán en ese evento y mostrar las sutilezas de los servicios secretos estadounidenses y locales para inculpar a Teherán en una acción terrorista.
Así aflora ahora cuando el presidente de Argentina, Alberto Fernández, anunció que se desclasificará el material que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) guarda sobre el caso.
El atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el principal centro comunitario de la colectividad judía argentina, que dejó 85 muertos en 1994, no es solo el peor atentado en la historia de Argentina.
Quizás el mayor reflejo de ello es que, un cuarto de siglo después del ataque, no solo no ha sido arrestado ninguno de los autores ni juzgado ni un solo sospechoso, sino que el que está preso es el juez que llevó la causa original.
En febrero de 2019, Juan José Galeano fue condenado a seis años de prisión por haber usado dinero del Estado para pagar a testigos falsos para que acusaran a un grupo de policías de ser la "conexión local" del ataque.
Las expectativas son mayores ahora tras el anuncio de Fernández pues pudieran aflorar elementos que exoneran a los iraníes y airear el esquema orquestado por la CIA y servicios locales quienes en un planificado ejercicio en los medios informativos trataron de inducir que el atentado fue ejecutado por el grupo militante chiita Hezbolá, de origen libanés, bajo órdenes de Irán, algo que ese país siempre negó.
El primero que lanzó la acusación contra Teherán fue un exdiplomático de ese país llamado Manoucher Motamer, quien luego sería señalado como agente de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).
Esa acusación fue replicada posteriormente los gobiernos de EE.UU. e Israel, quienes señalaron a Hezbolá como los autores materiales del ataque.
Pese a la manipulación, el llamado "juicio por el atentado de la AMIA" que inicio en septiembre de 2001, no se enfocó en Hizbullah o Irán, sino en la "conexión local".
Ese juicio terminó en escándalo cuando se reveló que los imputados fueron falsamente acusados. La causa fue declarada nula y todos quedaron absueltos en 2004.
El juez Galeano, que había sido removido del caso en pleno juicio, fue destituido en 2005 y fue enviado a juicio años después, junto con Menem y otros funcionarios.
Mientras la justicia argentina vivía uno de los episodios más vergonzosos de su historia, los esfuerzos por atrapar a los responsables del ataque se vieron frustrados.
En agosto de 2003, en medio del juicio en Buenos Aires, Argentina pidió la extradición del exembajador iraní en ese país, Hade Soleimanpour, quien ahora estaba en Reino Unido.
Por otra parte, presidente Néstor Kirchner (2003-2007) decidió crear una fiscalía especial para investigar lo ocurrido en la AMIA y puso al frente del proceso a Alberto Nisman, quien venía trabajando como fiscal en la causa AMIA desde 1997.
Fue Nisman quien se concentró en la llamada "pista iraní", basándose en información que recibía de los servicios secretos de EE.UU. e Israel.
Hasta ahora algunos medios aseguran que lo de Amia fue un "autoatentado" israelí con apoyo de estadounidenses y servicios secretos locales.
Según un informe del diario argentino Página 12, la desclasificación del material que la AFI guarda sobre el caso AMIA es una especie de caja de pandora: nadie tiene claridad sobre lo que puede aparecer.
Hay material que sí se conoce, porque fueron testimonios de agentes de inteligencia en el juicio sobre irregularidades en la investigación, pero hay documentos de los que no se sabe nada, señala el informe de prensa.
Por ejemplo, informes de inteligencia de otros países. Según afirman, también esos documentos se conocerán, pero sin identificar qué servicio o qué agente proporcionó la información, amplia la fuente.
En el anuncio del domingo, el presidente especificó que se desclasificaban los testimonios de los agentes de inteligencia en el juicio por las manipulaciones que hubo en la investigación. Al final del proceso, terminaron condenados casi todos los imputados, incluyendo el juez Juan José Galeano, los fiscales, los titulares de la SIDE, jefes y agentes de los servicios de inteligencia, agrega.
Aquellas declaraciones en el juicio se mantuvieron en reserva, es decir que sólo las conocieron las partes del proceso. Ahora se harán públicas. Incluyen, por supuesto, los detalles de cómo se le pagaron 400.000 dólares al principal imputado, Carlos Telleldín, para que marque a algunos policías como las personas a las que entregó la camioneta Trafic que luego estalló en la AMIA.
Sin embargo, acentúa el análisis de Pagina 12, tal vez el material más valioso serán los informes y documentos sobre el atentado que hasta el momento nunca se conocieron.
Sergio Burstein, que perdió a su esposa en el atentado, puso como ejemplo que existe un informe denominado Operación Cacerola que tiene que ver con una oferta millonaria que los servicios de inteligencia norteamericanos le hicieron a Mohsen Rabbani --el sindicado como organizador del atentado-- para que dejara las filas iraníes.
Burstein recordó que el documento sobre la oferta y una reunión entre la CIA y la SIDE fueron presentados en el juicio por encubrimiento, maniobras en la investigación, y surgió de una revisión de los documentos hecha en la central de espías.
En otra parte del texto, la CIA sugiere que si Rabbani no acepta la oferta, debe ser expulsado del país. Lo asombroso es que el documento es de 1997, tres años después del atentado, lo que significa que hasta el momento a Rabbani se lo trataba con mano de seda, que no se lo detuvo y le permitieron volver a Irán sin problemas. Material de este estilo es el que ahora se va a desclasificar, y que pudiera probar la manipulación del atentado contra Irán.
Puntualiza la publicación que aún más interesantes pueden ser los informes sobre pruebas o diagnósticos de los servicios de inteligencia, argentinos y extranjeros.
La versión es que hay cajas y cajas llenas de material que todavía no se analizó. Según las fuentes cercanas a la iniciativa, también se van a desclasificar esos documentos, pero sin revelar el origen: o sea, no se dirá que proviene de tal o cual servicio de inteligencia.
En los últimos meses, subraya el diario argentino, el magnífico documental de Justin Webster en Netflix permitió conocer la opinión del delegado de la CIA en la Argentina, Ross Newland, quien sostuvo que no encontró evidencias de la culpabilidad de Irán. Habrá que ver si aparecen otros papeles con ese u otros diagnósticos.
Concluye Página 12 que deberá verse la redacción del decreto de desclasificación. Por ejemplo, si abarca lo que ocurrió con Nisman o no. Pero es indudable, sostiene, que la decisión del mandatario y la actual titular de la AFI puede ser un paso adelante en la transparencia de un caso que tiene mucho más de oscuridad que de claridad.