Tulsa marcó evidente baja en popularidad de Trump
El presidente estadounidense, Donald Trump, esperaba ver una multitud desbordada en un mitin en Tulsa, el primero tras 110 días de confinamiento por la pandemia de la Covid-19.
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Tulsa marcó evidente baja en popularidad de Trump
Empero, debió sentir frustración cuando vio que el escenario preparado capaz de albergar a 19 mil personas, apenas llegó a la mitad de su aforo, consideró The Washington Post.
Después que sus directores de campaña vaticinaban lleno completo y anunciaban solicitudes de entrada superiores al millón, los miles de sillas vacías simbolizaron el estado calamitoso de la presidencia de Trump en su búsqueda para ganar un segundo mandato.
Para una nación afectada por una pandemia y recesión, con un movimiento de justicia racial que afecta a las comunidades de todo el país, el mandatario no ofreció ni reconciliación ni acercamiento.
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Con anterioridad, las manifestaciones convocadas por Trump han sido eventos singulares en la política de Estados Unidos, pero rara vez convergieron tantas corrientes diversas durante la que se celebró en el Centro Bok en Tulsa.
La presencia del presidente en Oklahoma era un desafío a todo, con aumento de casos del nuevo coronavirus en aumento sumado al desaliento expresado por los funcionarios hacia reuniones masivas.
Retrasado en las encuestas y magullado por la situación imperante, Trump esperaba a mostrar cómo luchará por un segundo mandato.
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Tulsa marcó evidente baja en popularidad de Trump
Su discurso de 101 minutos divagante y discordante, osciló desde algunos de sus temas favoritos, como ataques a CNN y las noticias falsas, hasta imágenes oscuras sobre “Joe Biden's America” y un pronóstico de país invadido por alborotadores y saqueadores.
Según el jefe de la Casa Blanca, ha sido víctima de villanos peligrosos viejos y nuevos, al tiempo que retrató al candidato presidencial demócrata como un desventurado cautivo de la mafia de izquierda.
Trump se regodeó en la adulación estridente y sin máscara de miles de seguidores, algunos de los cuales viajaron largas distancias para disfrutar del espectáculo, pero al ser mucho menor el aforo, el discurso y el acto quedaron por debajo de las expectativas; fue una humillación, resume The Washington Post.
Después que el gerente de campaña Brad Parscale hablara que más de un millón de personas solicitaron entradas, Trump había dicho: “Esperamos tener, como saben, una multitud récord. Nunca hemos tenido un asiento vacío. Y ciertamente no lo haremos en Oklahoma”, adelantó.
Con encuestas que mostraban a Biden muy por delante, incluida una de cobertura nacional de Fox News Channel publicada el jueves último que tenía al demócrata delante 50 por 38 por ciento, Trump estaba tratando de mostrar un activo que le falta a su oponente: la capacidad de atraer multitudes.
Las manifestaciones masivas y ruidosas son parte del ADN político de Trump y, como él y sus asesores lo ven, le dan una ventaja contra Biden, quien en tiempos normales durante el tramo final de la temporada primaria atrajo a multitudes más pequeñas, según The Washington Post.
“Han sido el alma de la campaña de Trump”, dijo Corey Lewandowski, un asesor externo del presidente que dirigió su campaña de 2016, quien agregó, “es una oportunidad para ofrecer un mensaje no solo a la audiencia allí, sino también a nivel nacional, sin restricciones”.
Durante mucho tiempo, Trump se desahogó en esas manifestaciones.
Después de más de tres meses el confinamiento en la Casa Blanca y en casi todo el país por la Covid-19, los seguidores del presidente consideraban a Tulsa una oportuna liberación para el presidente.
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Tulsa marcó evidente baja en popularidad de Trump
Pero, siguiendo su patrón de siempre que critican los demócratas, Trump volvió a sus argumentos de glorificar la violencia política y el hostigamiento que son insensibles y contraproducentes en este momento.
Varios asesores de senadores republicanos que buscan reelegirse dijeron en privado que planean como independizarse del presidente, aunque haya presiones políticas para que no lo abandonen.
“Es una situación terrible”, dijo uno de esos estrategas, quien sugirió que una solución podría ser que candidatos al Senado den sus discursos antes de que llegue el presidente para evitar ser fotografiados juntos.
El ex senador Jeff Flake (republicano de Arizona), un crítico de Trump, dijo: “La decisión que todos tendrán que tomar es, cuando él venga, ¿subirás al escenario o no? Vas y estás con él, pues si no vas puede que no parecerás genuino para muchos republicanos”.