Sin proponérselo Trump fomentó inicio de la ruina de Estados Unidos
Trump no se propuso de manera deliberada y consciente arruinar a Estados Unidos, y torpedear así sus propias posibilidades de reelección, porque simplemente no pudo evitarlo.
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Sin proponérselo Trump fomentó inicio de la ruina de Estados Unidos.
La posición de superpotencia de Estados Unidos comenzó a disminuir desde hace años y el manejo del presidente Donald Trump lo acerca a su fin, vaticina The New York Times.
En los últimos 35 años más o menos, las advertencias de inminente declive estadounidense no se escucharon.
El éxito de ventas del libro The Rise and Fall of the Great Powers (El ascenso y caída de las grandes potencias), de Paul Kennedy, sugirió que la "sobrecarga imperial" podría hacer que Estados Unidos siga el camino descendente de Reino Unido, un pronóstico sombrío que resultó ser, en el mejor de los casos, prematuro.
Otros eruditos prominentes sugirieron que la Unión americana se estaba convirtiendo en un "país ordinario" que se dirigía a un mundo "después de la hegemonía", tras el colapso de la Unión Soviética y emerger Estados Unidos como única superpotencia.
Antes de Trump, los errores de la era unipolar se dividían en tres cuestiones principales.
La primera, adoptar una estrategia de hegemonía liberal que buscaba difundir la democracia, los mercados y otros valores liberales a lo largo y ancho del mundo entero, bajo el diseño y dirección de la Casa Blanca.
Esa estrategia ambiciosa provocó una fuerte reacción de varios sectores, condujo a guerras innecesarias y costosas que desperdiciaron billones de dólares y minó sectores clave de la economía estadounidense.
El segundo, permitir el deterioro de instituciones públicas, privarlas de recursos y luego culparlas de todos los problemas.
Los jefes republicanos impulsaron los recortes de impuestos con escasa consideración por las consecuencias fiscales, un hecho similar a los ejecutados por los junkers prusianos o los aristócratas franceses prerrevolucionarios.
De esa manera, los estadounidenses ricos, incluido Trump, encontraron innumerables formas de evitar contribuciones suficientes para las arcas públicas y cada vez con menos temor a que los atraparan.
En lugar de crear y financiar instituciones públicas sólidas, competentes y respetadas, el tipo de capacidad administrativa que enfrentaría con éxito una pandemia y que otros países tienen, pero los estadounidenses decidieron que no las necesitaban.
El tercer paso en falso fue el armamento de la política partidista que comenzó con la revolución de Newt Gingrich en el Congreso de los Estados Unidos.
Como Julian Zelizer documenta en un nuevo libro fascinante, pero inquietante, la decisión de Gingrich de derrotar al líder de la Cámara Jim Wright comenzó un proceso que convirtió la política estadounidense en un deporte sangriento, en el cual ganar y retener el poder importaba más que promover el interés público.
Con la ayuda de charlatanes de odio como el comentarista radial, Rush Limbaugh, y los propagandistas agrupados en Weekly Standard y Fox News, las teorías de conspiración, la calumnia y la erosión constante de las "barreras suaves" de la democracia reemplazaron el debate respetuoso, la discusión y el compromiso.
Para ser claros: no creo que la hegemonía liberal hubiera funcionado incluso si Estados Unidos decidiera llevarla a cabo de una manera más seria y sofisticada, dice el comentario del Times.
Pero hacerlo de la manera mediocre de Estados Unidos hizo que el fracaso fuera inevitable y a un costo no menor.
Las consecuencias de esos tres errores proporcionaron la preparación tóxica que permitió que un charlatán incompetente y narcisista como Trump llegara a la Casa Blanca.
Desde entonces, se las arregló para llevar la imagen de Estados Unidos en todo el mundo a mínimos históricos, arruinó la guerra comercial con China, acercó a Irán a una bomba nuclear y prodigó elogios a varios dictadores asesinos (algunos de los cuales son abiertamente hostiles al Estados Unidos).
Su único logro significativo en política exterior hasta la fecha consiste en que Reino Unido prohíba el uso de la tecnología Huawei para su red digital 5G, bien poco para mostrar durante casi cuatro años en el cargo.
Trump ha empañado la menguante reputación de Estados Unidos de sociedad que sabe cómo hacer las cosas de manera efectiva.
Cuando todos los países impiden la llegada de estadounidenses ante los temores de que propaguen la Covid-19, mientras observan una combinación de conmoción y lástima, todos saben que algo ha salido mal.
The New York Times convoca a la siguiente consideración, ruandeses, uruguayos y argelinos son bienvenidos a visitar Europa este verano, los estadounidenses, no.
De otro lado, la depresión financiera causada por la pandemia dejará profundas cicatrices en la economía estadounidense y el daño aumentará a medida que continúe la crisis.
Estados Unidos todavía tiene una serie de ventajas importantes en comparación con otras grandes potencias por sus abundantes recursos naturales, un alto nivel de innovación, un clima templado (al menos hasta ahora) y una ubicación geopolítica extremadamente favorable.
Esas posibilidades hacen que el éxito a largo plazo sea más probable, pero no lo garantizan.
El país se enfrenta a una serie de rivales serios, sobre todo a una China en ascenso.
Trump no se propuso de manera deliberada y consciente arruinar a Estados Unidos, y torpedear así sus propias posibilidades de reelección, porque simplemente no pudo evitarlo.
Es el resto de nosotros, y especialmente nuestros hijos y nietos, quienes sufrirán las consecuencias, vaticina el diario neoyorkino.