¿Cómo reducir los peligros de guerra de Estados Unidos con Irán?
La estrategia de los Estados Unidos de ejercer la máxima presión contra el Irán durante los últimos dos años y medio ha transformado una relación bilateral ya antagónica en una relación aún más hostil.
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¿Cómo reducir los peligros de guerra de Estados Unidos con Irán?
El intercambio retórico entre Estados Unidos e Irán no es nada nuevo. Pero incluso en ese contexto, las últimas observaciones del presidente Donald Trump son angustiantes, según un artículo publicado en el sitio digital The American Conservative.
"Cualquier ataque de Irán, en cualquier forma, contra los Estados Unidos se enfrentará a un ataque contra Irán que será 1000 veces más grande en magnitud", tuiteó Trump el 14 de septiembre.
Sus comentarios, reiterados a la mañana siguiente en Fox News, no salieron de la nada. Un día antes, Politico había informado sobre un posible complot iraní para asesinar al embajador de EE.UU. en Sudáfrica en represalia por el asesinato estadounidense en enero del general iraní Qassem Soleimani, comentó el columnista Daniel R. DePetris.
El complot era lo suficientemente serio como para llamar la atención de la Agencia de Seguridad del Estado de Sudáfrica. Todo esto llega en un momento en el que las sanciones estadounidenses están golpeando la economía iraní, mientras que el gobierno iraní sigue insistiendo en que la diplomacia con los Estados Unidos está fuera de discusión hasta que Washington vuelva al acuerdo nuclear.
Mientras que los medios de comunicación se centran, como es comprensible, en el supuesto plan de ataque iraní, el presunto asesinato es sólo un elemento de una historia más alarmante: la estrategia de los Estados Unidos de ejercer la máxima presión contra el Irán durante los últimos dos años y medio ha transformado una relación bilateral ya antagónica en una relación aún más hostil.
Los funcionarios de la administración Trump siguen insistiendo en que la campaña de máxima presión es un éxito rotundo. En cuanto al dolor económico, puede que tengan razón. Los iraníes están pasando un mal rato exportando petróleo crudo.
El presidente iraní, Hassan Rouhani, dijo esta semana que los ingresos petroleros de Teherán se han reducido de 120 mil millones de dólares en 2011 a "algo más de 20 mil millones de dólares" en 2019, un descenso del 83 por ciento. El PIB de Irán disminuirá un seis por ciento este año.
El país está atravesando su peor crisis monetaria de los últimos tiempos, ya que el rial ha perdido el 70 por ciento de su valor en los últimos dos años.
La bancarrota de la economía iraní, sin embargo, nunca fue el objetivo de la máxima presión. El objetivo declarado era obligar al gobierno iraní a volver a la sala de conferencias y negociar un nuevo acuerdo más amplio en los términos de Washington.
Lamentablemente, no ha ocurrido nada de eso. Los iraníes no sólo han rechazado conversaciones adicionales con los EE.UU., sino que han sido más insistentes que nunca al registrar sus objeciones.
El 31 de julio, el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Khameni, calificó cualquier noción de diplomacia como un ardid propagandístico y declaró que la campaña de sanciones de Washington era un intento de separar al gobierno iraní de su pueblo. Si el Presidente Trump quiere realmente hablar con Irán, entonces la estrategia actual es contraproducente.
Mientras tanto, el Organismo Internacional de Energía Atómica informó en su última evaluación que las existencias de uranio enriquecido de Teherán se han multiplicado por más de 10, lo que constituye una respuesta directa a la decisión de Washington de abandonar el acuerdo en años anteriores.
Miles de tropas estadounidenses en Iraq siguen siendo presa fácil para los disparos de las milicias chiítas apoyadas por Irán. El general Frank McKenzie, comandante del Comando Central de EE.UU., admitió: "Hemos tenido más ataques de fuego indirecto alrededor y contra nuestras bases en la primera mitad de este año que en la primera mitad del año pasado".
Cabe señalar que la gran mayoría de estos ataques con cohetes se produjeron después de la muerte de Soleimani, una operación supuestamente destinada a restablecer la disuasión contra Teherán.
Dada la situación, un acuerdo integral entre EE.UU. e Irán puede estar fuera de alcance en este momento. Lo mejor que puede hacer EE.UU. es gestionar su relación con Irán y asegurarse de que los dos países no se involucren en otra operación de desempolvamiento.
Ambas partes deben dejar de acosarse mutuamente con declaraciones públicas exageradas sobre las vulnerabilidades de seguridad de la otra parte. Los comentarios que amenazan con una guerra importante son peligrosos en los mejores días, pero son especialmente preocupantes cuando los dos países que participan en las conversaciones basura tienen muy poco contacto diplomático y ya son propensos a asumir lo peor del otro.
La administración Trump también necesita aceptar finalmente que es improbable que Teherán acceda a las demandas de los Estados Unidos o responda a las presiones económicas, diplomáticas o de otro tipo.
Irán es un país orgulloso e independiente cuyos dirigentes son conscientes del terreno resbaladizo en el que someterse a una sola demanda sólo permite ejercer una presión aún mayor en el futuro. Si los Estados Unidos e Irán van a reanudar las conversaciones, tendrán que empezar poco a poco para no hacer estallar todo el proceso al principio.
Cualquier concesión tendrá que ser sincronizada para que ambos puedan salvar las apariencias y vender las conversaciones en casa. El embajador de Qatar ante la ONU ha sugerido que su país podría servir como un tercer mediador. Dado que las conversaciones bilaterales serían difíciles, el Presidente Trump debería explorar la oferta de Doha.
Washington y Teherán no van a ser amigos en un futuro próximo. Pero tampoco tienen que ser enemigos permanentes al borde de una confrontación armada. Cuanto antes se desescalen las dos partes, antes podrán comenzar un nuevo período de diálogo pragmático.