Disparates de Trump durante último debate presidencial en EE.UU.
Otra vez deja mucho que desear tal show mediático de baja factura, guión defectuoso y con actores poco profesionales, algo que ni el peor cine de Hollywood se permite.
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Disparates de Trump durante último debate presidencial en EE.UU.
Las interrupciones constantes en un debate que muchos calificaron de caótico, motivaron que silenciaran los micrófonos en el segundo y último cara a cara del republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden, previo a las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos.
Otra vez deja mucho que desear tal show mediático de baja factura, guión defectuoso y con actores poco profesionales, algo que ni el peor cine de Hollywood se permite.
Sin embargo, según reseña la periodista Marina Velasco del diario digital estadounidense Huffpost, los disparates pronunciados por el actual presidente seguramente hicieron soltar humo por las orejas a más de uno, y enumeró y comentó varias de esas frases, excepto la de que “es inmune” al coronavirus, que a su parecer es el colmo de los colmos.
Entre los dislates comentados está: “Asumo por completo la responsabilidad (de la pandemia en EEUU). Pero no es mi culpa. Es culpa de China”.
Escribe la comentarista que la afirmación empezaba bien. Parecía que Trump se estaba haciendo una autocrítica por la gestión de una pandemia que ha acabado con la vida de más de 220 000 personas en Estados Unidos, y que todavía suma alrededor de mil víctimas cada día.
Pero es una equivocación, el presidente volvió a esgrimir su argumento del “virus chino”, atacando de lleno a todo un país una vez más.
Otro disparate casi no merece comentario: “La vacuna está lista. Se va a anunciar y a administrar en unas semanas. (...) No es una garantía, pero esperamos que esté para final de año”
Trump se dice y desdice. Lo cierto es que las agencias de medicamentos estadounidenses no han garantizado que la vacunación comience “en unas semanas”, y Trump lo sabe. Una cosa es que haya una vacuna “en cuestión de semanas”, algo que todavía está por ver, y otra cosa es que la gente comience a recibir las dosis, un proceso aún más lento debido a los costes y procedimientos de producción y distribución.
Otro comentario que da para que lo apresen: “En Hacienda me tratan fatal y examinan mis declaraciones de arriba a abajo”.
Para Donald Trump, las evaluaciones fiscales a las que le someten son “una caza de brujas”. Después de que The New York Times desvelara que el presidente pagó sólo 750 dólares de impuestos en 2017 y 2018, el magnate sigue negándose a mostrar sus declaraciones. Biden se lo ha recriminado durante el debate, pero Trump ha hecho caso omiso, insistiendo en que ha pagado “decenas de miles de dólares” de impuestos, “con antelación”.
El colmo de su cinismo irresponsable saltó al decir que a los niños “les están cuidando muy bien”.
Comenta la periodista que la frase no sería indignante si no fuera porque esos niños a los que se ha referido el presidente son los menores migrantes a los que el Gobierno de Trump separó de sus padres al entrar en Estados Unidos.
Esta barbarie fue fruto de la política de ‘tolerancia cero’ aplicada por Trump en 2018 que, pese a estar vigente sólo durante unos meses, separó a miles de niños de sus familias. A día de hoy, se calcula que al menos 545 menores no han podido reencontrarse con sus progenitores, y no parece importarle porque, en sus instalaciones para migrantes, “les están cuidando muy bien”.
Risas y burlas provocaría si no fuera tan serio el desastre que ha provocado. Pero esto fue lo que dijo en otra de sus barbaridades: “Soy la persona menos racista de la sala”.
No es la primera vez que Trump hace acopio de descaro para proclamarse “la persona menos racista”. “Nadie ha hecho más por la población afroamericana que Donald Trump, con la excepción, tal vez, de Abraham Lincoln”, ha apostillado, además.
Teniendo en cuenta sus políticas migratorias, su historial de frases xenófobas y racistas, su coqueteo con el supremacismo blanco y su negativa a condenar el racismo y la violencia policial, cuesta dar un mínimo de credibilidad a su afirmación, concluye el análisis de Huffpost.