Detrás de la fachada de la normalización entre Marruecos e (Israel)
La Casa Blanca anunció que medió en el acuerdo para la normalización de relacione entre Marruecos e (Israel) y a cambio, Estados Unidos reconocerá soberanía de Rabat sobre la región del Sahara Occidental, un intercambio de doy y me das, anunciado por el presidente Donald Trump en Twitter, afirma un comentario del sitio Responsible Statecraft.
El Sahara Occidental, un territorio rico en recursos del tamaño del estado norteamericano de Colorado, contiene una reserva significativa de fosfatos necesarios para producir fertilizantes y, por lo tanto, cruciales para el futuro de la producción mundial de alimentos.
Trump sigue así su línea de acceder a deseos de varios gobiernos árabes por el reconocimiento de éstos del régimen sionista, de lo cual surge la pregunta de por qué Trump prioriza los intereses israelíes por encima de otras consideraciones, incluida la seguridad estadounidense.
La motivación de décadas de búsqueda de Marruecos para afirmar soberanía sobre el Sáhara Occidental es en parte económica: la minería representa aproximadamente un tercio del PIB de Marruecos, en especial la minería de fosfato.
Con la inclusión del disputado territorio, Marruecos se asegura casi 73 por ciento de las reservas mundiales de fosfato.
Es un recurso no renovable imposible de sintetizar que se requieren para producir fertilizantes, por lo que controlarlo es un activo de importancia global.
Marruecos es actualmente el tercer mayor productor mundial de fosfatos después de Estados Unidos y China, pero dada su enorme reserva sería capaz de dictar el futuro del mundo en la producción agrícola.
Cada año, el gobierno marroquí recuerda el 6 de noviembre de 1975 en la que el rey Hassan II de orquestó la llamada “Marcha Verde”, cuando 350.000 marroquíes cruzaron la frontera hacia lo que entonces se conocía como el Sahara español para presionar a Madrid a que abandonara su colonia, lo que ocurrió al año siguiente.
Los locales manifestaron su determinación de establecer la República Árabe Democrática Saharaui, respaldada por el Frente Polisario, un movimiento independentista que posteriormente se involucró en ataques al estilo guerrillero en un esfuerzo por ganar la libertad del territorio.
La ONU y la comunidad internacional apoyaron el derecho de los saharauis a la autodeterminación, pero Marruecos respondió mediante la colonización y la explotación de recursos.
El conflicto persistió hasta un alto el fuego mediado por la ONU en 1991 que garantizó un referéndum para decidir el futuro del territorio, pero Rabat lo impidió y mantuvo el control de facto.
Con el anuncio de Trump, las esperanzas de independencia del Sáhara Occidental se ven cada vez más débiles.
La ocupación por Marruecos del Sáhara Occidental, su brutal represión de la resistencia local e intransigencia ante la condena internacional ayudan a explicar por qué Rabat puede sentirse más inclinado hacia la perspectiva de los israelíes que hacia la de los palestinos.
Ambos conflictos surgieron de una salida fallida de las potencias coloniales europeas –Reino Unido, de Palestina, y España, del Sahara Occidental- y tanto los gobiernos ocupantes consolidaron control sobre esos territorios mientras hay un desgaste de la oposición internacional y mientras dominan con estados policiales a los habitantes.
El gobierno de Argelia apoya el derecho a la autodeterminación de los saharauis, con refugio para los miembros del Frente Polisario y respaldo a los campos de refugiados a lo largo de la frontera.
La intransigencia de Marruecos en la cuestión del Sahara Occidental también le costó su membresía en la Unión Africana: cuando la República Árabe Democrática Saharaui ingresó en 1984 como estado miembro y Rabat se retiró del organismo internacional más importante del continente, aunque volvió en 2017.
Marruecos e (Israel) tenían relaciones amistosas en secreto, en tanto que el apoyo popular a Palestina fue históricamente demasiado grande para que el gobierno marroquí se arriesgara a una rebelión abierta al normalizar los lazos con el régimen de Tel Aviv.
Sin embargo, la relevancia del conflicto entre israelo-palestino disminuyó en el tiempo en comparación con cuestiones más urgentes para muchos públicos árabes.
Al igual que con los otros acuerdos de normalización, ninguno de los países representaba amenaza significativa para (Israel), ni en las circunstancias contemporáneas ni históricamente; por lo tanto, los acuerdos de normalización no son en realidad "acuerdos de paz".
Después que Emiratos Árabes Unidos (EAU) acordó normalizar las relaciones con Tel Aviv, seguido por Bahréin y Sudán, Marruecos era un candidato probable en seguir ese ejemplo.
La narrativa oficial del gobierno marroquí retrata al islam marroquí como excepcionalmente tolerante, una campaña de relaciones públicas que ganó suficiente aceptación internacional para que haya un movimiento de capacitación considerable de imanes en el Instituto de Formación Imam Mohammed VI.
En 2016, el gobierno marroquí convocó a un grupo de eruditos religiosos musulmanes para condenar el trato del Estado Islámico a los yazidíes y otras minorías religiosas.
La reunión culminó con la publicación de la Declaración de Marrakech (antiguo nombre de Marruecos) que reafirmó la protección histórica del profeta Mahoma para los no musulmanes; la declaración gozó de aplausos internacionales, incluidos los del presidente Obama.
Sin embargo, las intenciones de Marruecos de promover una interpretación tolerante del islam no impidieron que más de sus ciudadanos se incorporaran a las filas del terrorista Estado Islámico durante su apogeo.
Una vez más, al igual que los Emiratos Árabes Unidos, construir una reputación de tolerancia religiosa y emitir un llamamiento al “islam moderado" resultaron ser suficientes para mejorar la imagen marroquí en el escenario mundial.
Con el anuncio del reconocimiento por Washington de soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental como territorio marroquí, esa mancha el expediente de Rabat puede ser eliminada, con otros países siguiendo los pasos de Estados Unidos.}
Trump tiene una oportunidad de hacerse pasar por un negociador antes de dejar el cargo y asegurar así apoyo de donantes republicanos pro-sionistas con vista a una carrera presidencial en 2024.
Es muy poco probable que Joe Biden revoque la decisión de Trump por temor a que Marruecos pueda incumplir el acuerdo de normalización y aunque el próximo gobierno norteamericano esté menos atrapado por los intereses pro-israelíes que Trump, el Departamento de Estado de Anthony Blinken no querrá reabrir el tema y arriesgarse a socavar un acuerdo de normalización con Israel.
Lo siguiente es si el gobierno marroquí presionará para compras adicionales de armas (en 2019, compró más armas estadounidenses que Arabia Saudita) y desencadenar una carrera armamentista en el norte de África e involucrar a Estados Unidos en otra guerra interminable en Medio Oriente.