Biden se enfrenta al aumento de la violencia con armas de fuego
La violencia armada va en aumento y la Casa Blanca se esfuerza por mantener la seguridad del Estado bajo control.
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Biden se enfrenta al aumento de la violencia con armas de fuego.
Las armas de fuego ilegales están esparcidas por las calles, los adolescentes son asesinados y un número alarmante de agentes de policía han muerto en el cumplimiento del deber.
La violencia con armas de fuego, que ya estaba en aumento durante la pandemia, vuelve a crecer, y las ciudades asediadas se esfuerzan por saber cómo afrontarla. El jueves, el presidente Joe Biden visitará una de ellas, en Nueva York, en un intento de desmentir las acusaciones de la derecha de que no ha sido lo suficientemente duro con la delincuencia.
Biden dice que tiene la intención de intensificar los esfuerzos para eliminar las armas de fuego de las calles y de los tiradores reincidentes, pero afirma que el problema reside en el Congreso, que no muestra ningún entusiasmo por aprobar una reforma de las armas, lo que limita sus opciones. Incluso después de que 20 niños y seis adultos fueran asesinados en el tiroteo de la escuela Sandy Hook de 2012 en Newtown (Connecticut), el impulso más fuerte de los últimos años fracasó.
Biden también está intentando negociar el panorama político actual, que incluye la búsqueda de estrategias para frenar la delincuencia y, al mismo tiempo, abogar por una mayor responsabilidad tras los tiroteos de la policía contra los negros. Aunque a veces se les llame así, ambos esfuerzos no tienen por qué estar reñidos.
Todo esto tiene lugar en el contexto de las recientes encuestas que indican que los estadounidenses están cada vez más preocupados por la delincuencia y que los republicanos tienen ventaja sobre los demócratas en cuanto a ser el partido que mejor haría frente a ella.
Además, la Casa Blanca está luchando contra los intentos de los republicanos de presentar a Biden como un debilucho.
"Creo que todos estamos de acuerdo, o deberíamos estarlo, en que la delincuencia violenta es un problema grave", dijo esta semana la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. "Nuestra opinión es que, en lugar de convertir esto en un fútbol político, debemos centrarnos desde el principio del mandato del presidente en reducir la delincuencia y mantener nuestras comunidades seguras".
Mientras el país se enfrenta a un aumento de los asesinatos en 2020, las armas están en el centro del debate. Sólo en Nueva York, al menos siete jóvenes de 16 años murieron por disparos el año pasado. En lo que va de 2022, 32 agentes han recibido disparos en el trabajo, cinco de ellos han muerto.
Durante las dos últimas semanas, dos personas han perecido en Nueva York, y dos policías universitarios fueron asesinados en Virginia el martes.
En 2020, los estadounidenses compraron un número récord de armas. El año pasado, los agentes de la ley recuperaron una cantidad sin precedentes de armas, y se están descubriendo más con números de serie eliminados, lo que hace imposible su seguimiento.
Los primeros datos revelan que, en comparación con años anteriores, se ha acortado el tiempo entre el momento en que un arma fue adquirida y utilizada en un delito y el momento en que fue incautada por la policía.
"Es una especie de tormenta perfecta", afirma Thomas Abt, miembro del Consejo de Justicia Penal y presidente de su Grupo de Trabajo sobre Delitos Violentos. "No hay un único culpable. En términos generales, es la pandemia, el malestar social y las armas".
La policía está llevando a cabo menos investigaciones proactivas, mientras que las comunidades están denunciando menos delitos y proporcionando menos información cuando la policía intenta resolverlos, en parte debido a una creciente brecha de desconfianza tras la atención prestada a los asesinatos policiales de personas de raza negra y el consiguiente malestar.
"En todo esto entra el presidente de Estados Unidos, que tiene un historial de 25 años de trabajo en estos temas", dijo Chuck Wexler, director ejecutivo del Police Executive Research Forum, una organización dedicada a mejorar la profesionalidad de la policía.
"Tiene la oportunidad como presidente de utilizar su púlpito para enviar un mensaje a la policía estadounidense, y eso podría tener más impacto que cualquier recurso que pudiera dar el gobierno federal".
Por su parte, el gobernador de Ohio, el republicano Mike DeWine, abogó por invertir 250 millones de dólares federales para ayudar a los primeros intervinientes en la lucha contra la delincuencia violenta y en la recuperación del sufrimiento causado por la pandemia. Los que se queden en Aurora (Colorado), donde los agentes han abandonado el cuerpo, recibirán 6 millones de dólares en bonificaciones.
Más dinero es crucial, según el jefe Michel Moore, del Departamento de Policía de Los Ángeles, pero la dotación de personal de las organizaciones policiales federales también supondría una gran diferencia. "Los esfuerzos de la reforma de la justicia penal tienen que incluir los factores que alimentan la delincuencia violenta", dijo.
"Nuestras conversaciones con la Casa Blanca han sido que reconocemos la necesidad de la reforma de la justicia penal, el papel de la policía y la responsabilidad, pero también tenemos que invertir de forma similar en aportar a la policía los recursos necesarios para hacer frente al aumento de la delincuencia".
Las fuerzas federales de ataque están destinadas a lugares como Los Ángeles y Nueva York para combatir el tráfico de armas. El Servicio de Alguaciles de EE.UU. realiza periódicamente redadas de fugitivos para capturar a sospechosos con órdenes de detención estatales o federales pendientes, y los agentes federales están integrados en los equipos de homicidios de los departamentos de policía de todo el país.
No obstante, los jefes de policía y los fiscales de todo el país han pedido al gobierno federal más ayuda. Según dos personas familiarizadas con la situación, las tensiones entre algunos líderes policiales y el Departamento de Justicia han aumentado en los últimos meses.
