NASA resuelve misterio de 30 años
Detecta la luz de mayor energía jamás vista en un planeta de nuestro sistema solar que no sea la Tierra. En Júpiter, a diferencia que, en la Tierra, las auroras son constantes y permanentes: esto se debe a que las partículas no son solares, sino que provienen de la luna joviana Io.
En un nuevo estudio, los investigadores de la NASA han podido detectar la luz de mayor energía jamás vista en un planeta de nuestro sistema solar que no sea la Tierra.
Estas emisiones, procedentes de las auroras permanentes de Júpiter, y detectadas por el telescopio espacial de rayos X NuSTAR de la NASA, podrían arrojar luz sobre las auroras más potentes del sistema solar, y resolver un viejo misterio sobre por qué la nave espacial Ulysses no detectó ningún rayo X joviano en sus años de funcionamiento entre 1990 y 2009.
No es la primera vez que se observan rayos X en Júpiter: tanto el observatorio de rayos X Chandra de la NASA como el XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea han observado rayos X de baja energía procedentes de las auroras del planeta gigante. Esta vez, los científicos pensaron que también debería haber rayos X de alta energía más allá de lo que esos instrumentos podían detectar. Así que utilizaron el NuSTAR para buscarlos.
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"Es bastante difícil que los planetas generen rayos X en el rango en que el NuSTAR los detecta", dijo el astrofísico Kaya Mori, de la Universidad de Columbia. "Pero Júpiter tiene un enorme campo magnético y gira muy rápido. Esas dos características significan que la magnetosfera del planeta actúa como un acelerador de partículas gigante, y eso es lo que hace posible estas emisiones de mayor energía", agregó.
En Júpiter, a diferencia de la Tierra, las auroras son constantes y permanentes: esto se debe a que las partículas no son solares, sino que provienen de la luna joviana Io, el satélite más volcánico del sistema solar. Constantemente arroja dióxido de azufre, que es inmediatamente despojado a través de una compleja interacción gravitacional con el planeta, ionizándose y formando un torrente de plasma alrededor del gigante gaseoso. Las partículas de este torrente se envían a lo largo de las líneas del campo magnético hacia los polos, y así sucesivamente.