Vaticinan que América Latina está al borde de otra década perdida
La prensa especializada pone nuevamente de actualidad el fatídico término “década perdida” y alerta sobre el peligro de una crisis económica más profunda aún que la experimentada en los años de 1980.
Resulta innegable que abundan las propuestas y recomendaciones para enfrentar la situación económica actual, aunque la mayoría de los expertos coincide en que la posibilidad de superarla se complejiza, mientras transcurre el tiempo y los Gobiernos continúan sin adoptar las reformas estructurales requeridas.
El especialista colombiano José Antonio Ocampo, quien dirigió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en el periodo 1998-2003, sugirió recientemente que quizás la mejor manera de rebasar la crisis actual sea abordando cuestiones que “van más allá del crecimiento”.
Los efectos sociales de la pandemia de la COVID-19 han sido devastadores, afirmó en un artículo distribuido por una cadena periodística estadounidense, y en el cual destacó que dicha zona geográfica ha perdido más de una década en la lucha para la reducción de la pobreza.
Ocampo propuso una agenda que permita lograr un crecimiento más incluyente y sostenible, entre cuyos objetivos señaló “emprender un fuerte impulso a la integración regional, despolitizando los procesos existentes y ampliando su acción a nuevas áreas, particularmente en materia de salud y productos farmacéuticos”.
El debate sobre las reformas
Desde otra óptica, el economista jefe del Banco Mundial para América Latina, William Maloney, reconoció en su último informe semestral que de cara a alcanzar el ritmo de crecimiento que necesita la región “se deben llevar a cabo urgentes reformas, postergadas aunque viables, en el ámbito de la infraestructura”.
En ese sentido mencionó la actividad en las esferas de la educación, la salud, la política energética y la innovación tecnológica, así como encarar los nuevos desafíos que plantea el cambio climático.
“Si no se abordan estos factores estructurales -opinó Maloney-, es probable que el crecimiento débil y lento se mantenga y sea insuficiente para avanzar en la lucha contra la pobreza y las tensiones sociales”.
“La región de América Latina y el Caribe está saliendo de la crisis de la COVID-19, pero la recuperación es más lenta de lo esperado, y las secuelas que ha dejado en la economía y la sociedad tardarán años en desaparecer", indicó el informe.
Entre los efectos negativos que ha tenido la pandemia en esa área el experto mencionó la elevación del monto total de la deuda pública en un 15 por ciento, lo cual ha significado que el débito actual exceda el 75 por ciento del producto interno bruto (PIB) latinoamericano.
El decenio 2012-2021 se vio agravado en la región por el descenso en las inversiones directas de capital extranjero recibidas, las que se contrajeron de 150 mil millones de dólares en 2012 a 113 mil millones en 2020.
En forma excepcional, las estadísticas de los últimos años revelaron que opuesto a las expectativas planteadas por los expertos, el flujo de las remesas de los migrantes ascendieron tanto en 2020 como en 2021, en particular las remitidas desde Estados Unidos.
El zigzag del crecimiento económico
Organismos internacionales como la Cepal y el Banco Mundial prevén que, después del elevado crecimiento conseguido en 2021, el área tendrá un repliegue al menos del tres por ciento en el presente año y en el venidero.
Frente a este oscilante ritmo económico, Ocampo y otros expertos propusieron centrar los esfuerzos de los Gobiernos en reformas estructurales y varias medidas que reduzcan la desigualdad, apelando en ese sentido a un mayor gasto social y a sistemas tributarios más equitativos.
Asimismo, aconsejaron el fomento de dinámicas políticas de desarrollo productivo, respaldadas por un financiamiento superior a la ciencia y a la tecnología.
Mientras, numerosos economistas abogan por un mayor esfuerzo encaminado a incrementar las exportaciones, sobre todo en un periodo como el actual, cuando ha subido el valor de las materias primas en el mercado, en especial los metales; por ejemplo, el cobre y el hierro.
La última edición del Panorama Social de América Latina y el Caribe, que elabora la Cepal, reconoce que el crecimiento del 6,2 por ciento en 2021 no ha sido suficiente por sí solo para mitigar las derivaciones sociales y laborales de la pandemia.
En tal sentido subraya que esos efectos son profundos y dispares, y se encuentran estrechamente vinculados con los problemas estructurales de desigualdad, pobreza, informalidad y vulnerabilidad.
En pos de una recuperación con igualdad
Ante tal coyuntura, la Cepal llama a “adoptar políticas públicas transformadoras, con la igualdad y la sostenibilidad en el centro, para evitar que los impactos sociales de la pandemia se prolonguen en el tiempo y tengan consecuencias de mediano plazo, profundizando las múltiples brechas sociales preexistentes, marcadas por los ejes estructurales de la matriz de la desigualdad y la cultura del privilegio”.
A fin de lograr una recuperación con igualdad en el corto plazo, añade el documento, junto a las políticas de salud, de cuidados y de reactivación del empleo, y la promoción del regreso gradual y seguro a las escuelas, “es clave dar continuidad a las medidas de protección social de emergencia que los países de la región han implementado para que amplios sectores de la población -incluidas las personas en trabajos informales- puedan satisfacer sus necesidades básicas”.
Los observadores más optimistas no se dan por derrotados ante los augurios de quienes ya consideran inevitable la recaída en una segunda década perdida, pero tanto unos como otros están conscientes de que la tarea es difícil y se agota el tiempo para llevarla a cabo.