El papel del Reino Unido en los intentos de EE.UU. de asesinar a Fidel Castro
Estados Unidos lo intentó todo para asesinar al líder cubano, desde píldoras venenosas hasta moluscos explosivos. Nuevas filtraciones descubren que Washington no fue el único.
Un documento del Ministerio de Asuntos Exteriores británico, clasificado durante seis décadas y publicado recientemente por los Archivos Nacionales, revela que diplomáticos británicos discutieron la "desaparición" de Fidel Castro con la CIA.
Las filtraciones plantean nuevas preguntas sobre el grado de conocimiento que tenía Gran Bretaña de los esfuerzos encubiertos de Washington para eliminar a Castro.
Cómo Estados Unidos unió esfuerzos con el Reino Unido para matar a Castro
El jefe de los servicios secretos de Fidel Castro calculó en su día que se habían producido 634 atentados contra la vida del líder cubano.
La campaña de Washington para asesinar a Castro sigue siendo un ejemplo infame de la acción encubierta de la Guerra Fría, desde la explosión de cigarros hasta las píldoras envenenadas.
Para el gobierno estadounidense, la presencia de un gobierno revolucionario en Cuba, a sólo 90 millas de la costa de Florida, era intolerable.
Lo que es menos conocido es que, a principios de los años 60, Gran Bretaña colaboró con Washington para asesinar a Castro.
En noviembre de 1961, Thomas Brimelow, un diplomático británico de alto rango en Washington, se reunió con la CIA junto a su colega Alan Clark.
Clark, que estaba de visita en Estados Unidos desde su puesto en la embajada británica en La Habana, proporcionó a la inteligencia de Washington una ventana a Cuba, país del que el Departamento de Estado se había retirado.
Tras las declaraciones iniciales, los hombres de la CIA entraron directamente en materia, preguntando a Clark "si la desaparición del propio Fidel Castro tendría graves repercusiones" en Cuba.
Las actas de Brimelow de esa reunión, marcadas como "secretas y personales", muestran que el dúo británico no objetó la referencia abierta al asesinato de Castro.
Clark respondió diciendo que "Raúl Castro había sido nominado como sucesor de Fidel" y "podría tener éxito en tomar el lugar de Fidel si se le da el tiempo adecuado".
Clark añadió abiertamente: "Si Fidel fuera asesinado, entonces era menos seguro que hubiera una toma de posesión sin problemas. El aparato [estatal], que aparentemente era lo suficientemente fuerte como para hacer frente a un cambio gradual, podría no hacer frente a una crisis repentina."
La discusión subversiva tuvo lugar meses después que la Casa Blanca rompiera los lazos diplomáticos con La Habana e intentara una fallida invasión de la Bahía de Cochinos en Cuba.
El presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, autorizó la Operación Mangosta, un programa secreto para eliminar a Castro por cualquier medio, apenas unos días después de la reunión entre el Reino Unido y la CIA.
Mientras que el Reino Unido simpatizaba en general con el objetivo de la Casa Blanca de deponer a Castro, los funcionarios británicos fueron supuestamente más críticos con la estrategia estadounidense, sobre todo durante la chapucera invasión de Bahía de Cochinos.
La luna de miel de Estados Unidos y el Reino Unido en La Habana
Sin embargo, la embajada británica en La Habana siguió compartiendo información con Washington sobre la situación militar, política y económica de Cuba, según documentos desclasificados.
El Pentágono reiteró en marzo de 1962 "lo agradecidos que están por toda la información anterior sobre la situación militar en Cuba".
Meses más tarde, EE.UU. esbozó "objetivos prioritarios" para la recopilación de información militar británica en Cuba.
"Casi todos estos 'objetivos' se encuentran en el área de La Habana, y han sido seleccionados por estar casi todos en áreas que los miembros de la Embajada podrían visitar", escribió un funcionario británico tras una discusión de alto secreto con el Pentágono.