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El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, promulgó una orden que autoriza a su ejército a realizar operaciones especiales a Somalia, informó este lunes The New York Times, citando a cuatro funcionarios norteamericanos.

Biden aprobó así una solicitud presentada por el secretario de Defensa Lloyd Austin a principios de mayo para atacar a los presuntos líderes de los terroristas de Al Shabab, agregaron los funcionarios.

La portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, confirmó la medida y afirmó que la acción permitiría una "lucha más efectiva contra Al Shabab".

Agregó que la decisión de Estados Unidos se tomó para "maximizar la seguridad y la eficacia de nuestras fuerzas y permitirles un apoyo más eficiente a nuestros socios."

Aunque Watson no indicó la cantidad de tropas que desplegaría el ejército, otras fuentes dijeron que la cifra es de alrededor de 450.

Somalia ha sufrido desde 1991 numerosas crisis y catástrofes desde que el ejército estadounidense irrumpió en el país a inicios de la década de 1990 como parte de una coalición formada para contrarrestar una guerra civil.

La situación fue bastante dura bajo el gobierno de Trump quien autorizó 202 ataques aéreos y otros muchos terrestres en el país.

La intervención militar reforzada se produce solo un día después de una elección largamente retrasada en la nación,  en la que los legisladores somalíes eligieron al exlíder Hassan Sheikh Mohamud, quien fue presidente de 2012 a 2017.

Cuando se hizo evidente que Mohamud había ganado las elecciones, los partidarios del nuevo líder de Somalia desobedecieron el toque de queda y salieron a las calles de Mogadishu, vitoreando y disparando armas de fuego.

Mohamud hereda un país con un marcado aumento de los ataques de la organización Al-Shabab, vinculada a Al-Qaeda, y una terrible sequía que amenaza con matar de hambre a millones.

Las Naciones Unidas han advertido sobre un desastre humanitario a menos que se tomen medidas inmediatas, y las organizaciones internacionales de ayuda anticipan una repetición de la horrible hambruna de 2011, que mató a 260 mil personas, la mitad de las cuales eran niños menores de seis años.