Tensión en EE.UU. por cambios en el equilibrio civil-militar
Ocho exsecretarios de Defensa y cinco exjefes del estado mayor advierten del desafío de mantener esa relación ahora en peligro por una serie de factores que van desde la evolución de la situación geopolítica global, el impacto de la pandemia de coronavirus y las “dislocaciones económicas” hasta la polarización política.
“Tensión extrema” en la tradicional relación civil-militar en Estados Unidos generada, en parte, por una polarización política "que culminó en la primera elección en más de un siglo en la que el traslado pacífico del poder fue irrumpido y puesto en duda”, manifestaron ocho exsecretarios de Defensa y cinco exjefes del Estado Mayor estadounidense.
En una evaluación que antes sólo se hacía sobre países del “tercer mundo” advierten del desafío de mantener la relación ahora en peligro por las consecuencias de una serie de factores que van desde la evolución de la situación geopolítica global, el impacto de la pandemia de coronavirus y las “dislocaciones económicas” hasta la polarización política.
“Viendo hacia adelante, todos estos factores bien podrían empeorar antes de mejorar”, y enumeran en una carta abierta publicada en el portal War on the Rocks, especializado en temas militares, los “principios centrales” y “mejores prácticas” que históricamente han mantenido la relación cívico-militar y que ahora se deben fortalecer.
El “control civil de lo militar” es fundamento de la democracia estadunidense. El proyecto democrático no está amenazado por la existencia de fuerzas armadas poderosas, siempre y cuando civiles y militares –y las filas que encabezan– abrazan e implementan el control civil efectivo”.
Los oficiales militares hacen un juramento de defender la Constitución y no “un juramento de lealtad a un individuo o puesto”. Subrayan que los militares están obligados a obedecer a los líderes civiles y sus órdenes, siempre y cuando estas sean “legales”. Los militares, recuerdan, “son obligados (por ley y por ética profesional) a rehusar llevar a cabo una política/orden/acción ilegal o inconstitucional”.
A la vez, recuerdan que hay un papel muy limitado y definido de los militares en tareas de seguridad pública bajo la Constitución y las leyes.
Enfatizan que “líderes militares y civiles tienen que ser diligentes en mantener a los militares separados de actividad política partidaria”, y que al fin es el pueblo, y “no los militares” quienes eligen al comandante en jefe, aclaración significativa, ya que el excomandante en jefe Donald Trump estaba contemplando ordenar a los militares intervenir en la elección, incluso confiscando las urnas (aunque la carta nunca menciona al expresidente por nombre).
Que los exmáximos jefes civiles y militares del Pentágono que sirvieron bajo presidentes de ambos partidos –entre ellos dos secretarios de Defensa de Trump– se vean obligados a publicar esta carta abierta es, en sí, algo extraordinario en la historia moderna del país.
Uno de los firmantes, el almirante Mike Mullen, quien fue jefe del estado mayor en las presidencias del republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama, comentó al diario Washington Post que después del ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, está preocupado de que su país “está en el umbral de perder una democracia”.
No es la primera vez que exjefes del Pentágono, tanto civiles como militares, han expresado sus preocupaciones sobre el deterioro no sólo de la relación cívico-militar, sino del uso de las fuerzas armadas en la pugna política interna del país, sobre todo durante el gobierno de Trump.
En junio de 2020, cerca de 90 oficiales de alto rango y exsecretarios de Defensa deploraron que Trump hubiera contemplado ordenar a fuerzas militares reprimir manifestaciones antirracistas, mientras su exsecretario de Defensa James Mattis calificó a su exjefe de amenaza a la democracia al “burlarse de nuestra Constitución”.