Instan en Panamá a difundir verdad sobre invasión EE.UU.
En un mensaje de la Iglesia Católica, monseñor Ulloa instó además a reflexionar sobre las acciones que llevaron al fatídico día, donde las cifras de víctimas y desaparecidos son inciertas.
A 33 años de la invasión militar de Estados Unidos a Panamá, el 20 de diciembre de 1989, el arzobispo José Domingo Ulloa llamó a transmitir a las nuevas generaciones la verdad sobre aquel acontecimiento.
En un mensaje de la Iglesia Católica, monseñor Ulloa instó además a reflexionar sobre las acciones de aquel fatídico día, donde las cifras de víctimas y desaparecidos son inciertas.
El 20 de diciembre es un día para que podamos examinarnos y preguntarnos por qué llegamos a enfrentarnos entre panameños y quedar invadidos por un ejército extranjero, remarcó.
Lograr la verdad de lo sucedido con los fallecidos en la invasión a Panamá es un derecho que demanda la sociedad panameña.
En ese sentido, el líder religioso llamó a la ciudadanía a fortalecer la memoria histórica para no repetir los errores del pasado.
De acuerdo con varios analistas, los panameños fueron traicionados aquella madrugada, cuando los ganadores de elecciones fraudulentas de mayo de 1989 -Guillermo Endara, como presidente y los vicepresidentes Ricardo Arias y Guillermo Ford- recibieron de los jefes castrenses estadounidenses la información del momento exacto de la invasión y les prometieron encabezar el nuevo gobierno.
La denominada Causa Justa, cuyos alegados objetivos eran acabar con la supuesta dictadura, capturar al exgeneral Manuel Antonio Noriega, restaurar la democracia y dar bienestar al pueblo, en realidad trajo la muerte al barrio mártir de El Chorrillo.
Decenas de civiles aniquilados se acumularon en las calles, sin permitir a sus familiares rescatar sus cuerpos, mientras las tanquetas cruzaban sobre ellos.
Además de las pérdidas humanas, esta invasión ocasionó la destrucción de gran parte de la infraestructura de Panamá, dejando a miles de personas sin hogar, obligadas a desplazarse de sus domicilios para refugiarse en otros territorios.
Aunque la capital fue la más golpeada por esa operación bélica, también hubo víctimas en la caribeña provincia de Colón y en Río Hato, zonas bombardeadas e incendiadas indiscriminadamente.
El alto número de hogares y edificaciones destruidas por la invasión da muestras de que las tropas del Pentágono no hicieron el menor esfuerzo por limitarse a blancos militares, y evitar daños a las vidas y bienes de la población civil panameña.