Experto estadounidense critica planes de Occidente contra Rusia
Estados Unidos deberá esforzarse por reparar las relaciones con Rusia y no adoptar posturas irresponsables, innecesarias y provocadoras, valoró Ted Galen Carpenter, investigador principal del Randolph Bourne Institute.
El idilio de la clase dirigente de Occidente con el presidente ucraniano Zelensky no tiene límites, dijo el especialista Galen Carpenter en un análisis sobre los planes trasnochados de sectores occidentales, los cuales pretenden desplazar y despojar a Rusia de su asiento como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la organización de Naciones Unidas (ONU).
Titulado "Una propuesta peligrosa", el documento del experto (37 años en el Cato Institute), publicado en el sitio https://www.theamericanconservative.com aborda las políticas alejadas de la realidad adoptadas por "los aduladores de Ucrania en Occidente".
El último ejemplo es un artículo del 22 de mayo aparecido en el Wall Street Journal y firmado por Bernard-Henri Lévy, quien afirma que una de las principales armas de Vladimir Putin en su guerra contra Ucrania "es el estatus de su país como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas".
Ese estatus de Moscú es un legado reservado a los cinco vencedores en la Segunda Guerra Mundial, incluida la antigua Unión Soviética, e implica el poder de bloquear cualquier resolución no acorde con sus principios.
Levis llega al final al meollo de su propuesta: "Ucrania puede y debe heredar los derechos de una Rusia caída. Retirar a la Federación Rusa de su puesto como miembro permanente y transferirlo a Ucrania".
El articulista no es la única figura que aboga por expulsar a Rusia del Consejo. En octubre de 2022, la Comisión de Helsinki hizo una propuesta similar. Los representantes estadounidenses Steve Cohen y Joe Wilson, presentaron una resolución en la cual respaldan ese objetivo, señala Carpenter en su documento.
En su opinión, expulsar de su puesto a un miembro permanente del Consejo de Seguridad no solo es dudoso desde el punto de vista jurídico, sino además temerario y provocador.
Mirado desde la geopolítica, expulsar a la nación euroasiática de esa estructura tiene aún menos sentido, pues los partidarios de las Naciones Unidas suelen exagerar la importancia de la misma.
La ONU es, ante todo, un escenario de posturas diplomáticas y un vertedero de asuntos molestos a los cuales las grandes potencias conceden baja prioridad, valora el experto.
Según su criterio, el único problema es cuando los cinco miembros permanentes utilizan su poder de veto para proteger sus propias acciones desagradables y las de sus aliados favoritos.
Los países pequeños sin esa protección son presa fácil de la coerción unilateral o multilateral, incluida la militar. Serbia, Irak, Georgia y Libia son algunos de los ejemplos pertinentes más recientes.
Como remarca Carpenter, privar a Rusia de su derecho sería una peligrosa escalada de la ya alarmante confrontación de Occidente con Moscú, donde acusan cada vez más a Estados Unidos y a sus aliados de estar decididos a eliminarla como gran potencia.
De hecho, Putin describió la lucha en Ucrania como una "guerra por delegación" de la OTAN contra su gobierno para lograr esos objetivos.
Los funcionarios estadounidenses dan credibilidad a esas acusaciones. El Secretario de Defensa, Lloyd Austin, admitió con franqueza el objetivo de debilitar a Rusia.
Un movimiento gratuito en relación con el puesto ruso en el Consejo de Seguridad confirmaría las sospechas de Moscú sobre los motivos y objetivos de Occidente, y cualquier esperanza de un acercamiento tras ese conflicto se evaporaría, con lo cual el mundo se volvería más peligroso, alertó el analista.
¿Por qué alguien propondría convertir a un país tan insignificante como Ucrania en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y otorgarle el estatus de actor principal en el sistema internacional? , preguntó el experto.
Esta es otra medida del intenso idilio de la clase dirigente de la política exterior occidental con Volodymyr Zelensky, su "campeón de la libertad democrática" y los defensores de un segundo advenimiento de Winston Churchill son capaces de cualquier grado de devoción por esa nación eslava, comentó Carpenter.
Para quienes viven en el mundo real, el apoyo de la Casa Blanca a Kiev es un hecho sin principios y temerario, asevera, y espera, con fortuna, que la última propuesta de ceder a Ucrania el asiento de Rusia en el Consejo de Seguridad sea recibida con una merecida risa despectiva, como ya hicieron analistas bien informados como Daniel Larison, de Eunomia.
Estados Unidos debería esforzarse por reparar las relaciones con Rusia, no adoptar posturas irresponsables, innecesarias y provocadoras, subrayó el experto.