Alta complejidad política en elecciones en Guatemala
Nueve millones de votantes decidirán el futuro de Guatemala en unas inusuales elecciones generales con 21 candidatos para presidente.
El excomandante insurgente Pablo Monsanto, líder del movimiento social Tejiendo Pueblos consideró que la participación de 21 candidatos en las elecciones generales del domingo en Gutemala constituye una estrategia para dividir el voto popular y confundir a la sociedad y a los pueblos.
En entrevista con Telesur, el exdiputado indicó que lo importante para el gobierno actual es ganar sufragios para su sistema y sus nominados.
Para el líder popular, muchos de esos candidatos (algunos subcandidatos, dice el pueblo), participan del “circo electoral” no porque esperen ganar, sino para negociar con los ganadores y ocupar puestos dentro del Estado.
En su opinión, esto responde a otra característica llamativa de estas elecciones, el contexto lamentable desde el punto de vista político, económico y social, y el nivel de corrupción en las estructuras del Estado.
De acuerdo con Monsanto, las encuestas colocan entre los favoritos a la ex primera dama, Sandra Torres; el exdiplomático, Edmond Mulet, y la hija del dictador Efraín Ríos Montt, Zury Ríos.
Para el excomandante, Torres participa por tercera vez en unas elecciones, primero como representante del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y luego con uno propio de base social bastante fuerte, sobre todo en el interior de la República, pero a la vez con la mayor oposición visible.
Mulet y Ríos compiten respaldados por la derecha, detalló el entrevistado. En el segundo caso, por la extrema fascista, y fue capaz incluso de desafiar el impedimento constitucional para su candidatura (por ser hija de un exdictador), gracias a una maniobra ejecutada desde el Congreso de la República con el cambio de integrantes de la Corte de Constitucionalidad.
Monsanto subrayó que Ríos representa a la mafia militar guatemalteca, una fuerza política consolidada en los más de 36 años vividos en guerra y conformada sobre todo por los llamados “patrulleros de autodefensa civil”, que llegaron a ser más de un millón en el país.
A tales intereses sirve Ríos, aclaró el entrevistado, porque esas fuerzas son financiadas en parte por el ejército y en parte por sectores empresariales vinculados con el capital financiero internacional y con el narcotráfico.
En cuanto al tercer candidato, Edmond Mulet, el dirigente popular lo describió como un personaje con una gran cantidad de señalamientos en su contra, algunos de mucho peso, como sus vínculos con organizaciones que bajo una fachada de actividad humanitaria lucraban con la compra y venta de niños: menores que “no podían vivir bien en Guatemala” y entonces él los compraba a las madres para venderlos en el extranjero.
Solo eso debería bastar para proscribir su candidatura, valoró el entrevistado. Sin embargo, su divulgación no despertó un movimiento fuerte para impedirle participar como candidato presidencial, y de hecho está entre los primeros tres lugares, precisaron las encuestas.
En cuanto a la posición del sector empresarial, este proceso muestra una alta complejidad política, económica y social. Monsanto rememoró cómo en los últimos 70 años el país fue controlado por los poderes fácticos y sus aliados: la mafia militar, la oligarquía criolla, el capital financiero internacional.
Alertó además sobre el papel del movimiento internacional a favor de la política norteamericana para Centroamérica, donde Guatemala tiene un lugar privilegiado como paso obligado para México y Estados Unidos, y por tanto “filtro” de masas migrantes, y el Estado está al servicio de esos intereses norteños, aseguró.
En ese escenario, la embajada norteamericana mantiene su actividad política, sus vínculos con algunos movimientos dentro del país y con naciones vecinas.
“Tanto es así, que muchos usan la expresión popular: ‘Ah, eso se va a decidir en la 20 calle’, o sea, en la casa del embajador de los Estados Unidos”, ejemplificó el entrevistado, en referencia a las continuas visitas de altos funcionarios a esa residencia para tomar decisiones de país, incluidos los presidentes, en una relación de sometimiento.
Así funcionó para Álvaro Colom, aseveró Monsanto, y para Pérez Molina, a quien la embajada exigió presentar su renuncia cuando salió a la luz el desfalco y latrocinio, los negocios sucios y los niveles de corrupción, por los cuales Pérez y su vicepresidenta aún cumplen prisión.
“En todo eso tuvo que ver la embajada de los Estados Unidos, junto con la Comisión Internacional contra la Impunidad, la CICIG” ratifica el exdiputado, y reafirma el origen norteamericano del financiamiento de esas maniobras, cuando trataron de controlar los niveles de descomposición en temas fundamentales, como la migración o el narcotráfico.
En su percepción del asunto, Estados Unidos no está en contra del narcotráfico, solo quiere controlarlo, pero no va a oponerse a que siga llegando la droga a su territorio.
Otro tema a su juicio clave en las relaciones de los presidentes guatemaltecos con Washington es la migración. Al respecto recuerda la inversión de capital de Obama para combatir la pobreza en Centroamérica y de esa manera tratar de frenar el fenómeno, o cuando intentaron detener la influencia de la Revolución Cubana con la queja política de Kennedy y su alianza para el progreso.
El diálogo televisivo abordó también el desarrollo del Movimiento de la Liberación de los Pueblos (MLP), ubicado según las encuestas en quinto lugar; una organización con una mayor presencia organizativa en buena parte del país, porque la base de su lucha es la recuperación de los recursos naturales y estratégicos, es decir, la nacionalización de la energía eléctrica y de las minas, la defensa de la tierra.
Cuando los poderes detrás del gobierno fáctico entendieron la fortaleza del MLP, lo vieron como un peligro para otras fuerzas políticas sin arraigo popular, aseguró el entrevistado, para quien la influencia de ese movimiento no queda solo en las zonas rurales, pues ya lograron levantar una estructura muy fuerte en las ciudades.
A propósito, señaló que si en las elecciones respetaran el voto popular, el MLP tiene posibilidades, junto con otras fuerzas progresistas, de llegar a tener una presencia en el Legislativo y en el Congreso de la República, con capacidad de lanzar una serie de reformas muy importantes.
De acuerdo con su análisis, una de las primeras reformas progresistas sería a la ley electoral y de partidos políticos. También la realización de una asamblea constituyente con vistas a cambiar los artículos pétreos de la actual Constitución de Guatemala, que impide avanzar en otras reformas necesarias.
En ese sentido, comentó la habitual resistencia a reformas constitucionales, por parte de la oligarquía y el capital financiero internacional, sobre todo porque en las últimas décadas incrementaron la minería y los cultivos extensivos, a costa del desalojo brutal de los campesinos, y todo eso quedaría afectado con las reformas propuestas por los movimientos de más arraigo popular.
Esa es también la explicación de por qué proscribieron a candidatos como Thelma Cabrera y Jordán Rodas, quienes removerían los intereses de los actuales poderes nacionales y las transnacionales, admitió el entrevistado.
En los minutos finales del encuentro, Pablo Monsanto comentó sobre su libro recién publicado, “No es cuento, es historia”, cuyo objetivo fue dar a conocer hechos reales sobre la insurrección en Guatemala en las últimas décadas, a partir de sus vivencias y de un serios trabajo de reconstrucción histórica.
Como cronista, rescata la esencia del movimiento revolucionario durante la etapa de confrontación armada, cuando importaba conocer la verdad y lograr que los pueblos de Guatemala reconquistaran sus derechos, sus historias, todo aquello de lo que son dueños.
Aclaró, a modo de cultura, que Guatemala tiene cuatro orígenes de sus 22 pueblos: los maya, los incas, los garífunas y los mestizos, y hablan más de 23 idiomas en un territorio de 108 mil kilómetros cuadrados, lo cual hace más complejo organizar a la población en un solo frente con objetivos comunes.
Su expectativa como revolucionario es la reorganización de un solo movimiento, capaz de luchar por establecer un Estado nacional, que represente a los 22 pueblos con intereses autóctonos y con una Constitución nueva para amparar la recuperación de las riquezas nacionales y estratégicas construir un nuevo país, más democrático, en el que, al decir de la presentadora, quepan todos y todas, aunque sea un tremendo desafío.