Argentina campeón 28 años después
La selección argentina de fútbol puso fin a una larga letanía de 28 años sin títulos a nivel mayor, al adjudicarse la Copa América Brasil 2021.
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Argentina campeón 28 años después
La coronación se materializó frente al seleccionado local y en el estadio Maracaná, condimento que le agregó lustre a la conquista.
Este trofeo llegó para saldar viejas cuentas individuales y colectivas, y los ingredientes mencionados le dan un marco de mayor relevancia.
En primer lugar, una deuda del seleccionado argentino como equipo. Pasó demasiado tiempo para que la albiceleste, una selección considerada 'grande', volviera a levantar un trofeo en categoría absoluta.
Desde aquel lejano Ecuador 93, pasaron nueve Copas América y siete Mundiales, cada uno con sus particularidades. En todo este lapso Argentina perdió cuatro finales de Copa América (2004–2007–2015 y 2016) y fundamentalmente, la del Mundial 2014.
No es un mérito menor haber llegado a todas estas definiciones de torneos, eso es cierto. Pero a un seleccionado con la historia del argentino, no le basta con ser subcampeón.
En el medio hubo un párrafo digno de destacar y fueron las dos Medallas de Oro en los JJOO de 2004 y 2008. Títulos que hasta ese momento el fútbol argentino nunca había conquistado, pero encuadrados dentro de la categoría Sub 23.
Esta copa es también un premio necesario para un grupo de jugadores que pasó por muchas de las circunstancias antes mencionadas y merecían un reconocimiento grande. Especialmente
hablamos de Lionel Messi y Ángel Di María, y a ellos podemos sumar a Nicolás Otamendi y Sergio Agüero. Messi es el símbolo de la historia moderna del fútbol argentino, es la imagen de cualquier afiche, es el rostro de la selección. Por eso, cada vez que llegaba una nueva frustración para el equipo albiceleste, parecía que el que perdía era Messi. No la selección, no el plantel, no el cuerpo técnico.
La sensación instalada era que el que perdía era Messi. Es cierto que siempre se le exige más a quien está en condiciones de dar más pero también era una injusticia para un futbolista que soportó todas las críticas, comparaciones y que siempre quiso estar y pertenecer a la selección argentina.
Messi hoy se cuelga con gusto la medalla de campeón de América, y con la satisfacción de haber exhibido un nivel y una incidencia determinantes en esta conquista.
Autor de cuatro tantos (goleador del torneo junto al colombiano Luis Díaz) y cinco asistencias de gol. Y algo muy importante: mostrando un liderazgo contagioso, un compromiso y una épica a la altura de la historia (basta con recordar su tobillo ensangrentado en la semifinal).
El otro gran símbolo de este triunfo es Ángel Di María, autor del gol que selló el resultado en la final. Fideo fue otro de los que cargó con años de críticas, perseguido increíblemente por el infortunio de lesiones en los partidos claves.
Di María hoy tiene el placer de gritar campeón y de ponerle su firma al partido final, esos mismos partidos en los que otras veces no pudo estar o terminar.
Aquí vale volver sobre un punto: tanto Messi, como Di María y Agüero protagonizaron aquel título en los JJOO de 2008, que se definió con el golazo de Angelito ante Nigeria (gol parecido en su definición al que anotó ante Brasil, sólo que llegando por izquierda)... casi un deja vú.
Remarcamos la presencia de estos tres jugadores en el Oro Olímpico de Beijing, porque cualquier apresurado podría pasarlo por alto en el repaso, y no es la intención.
Otamendi y Agüero también habían sufrido sus cuestionamientos a lo largo de la última década en la selección. El exjugador de Vélez cargaba con el lastre desde aquella derrota ante Alemania en Sudáfrica 2010.
Hoy es un puntal de la defensa y aporta experiencia a la columna vertebral del equipo. Al Kun, lo mismo que a Messi y Di María, se le reclamaba que no rendía en la albiceleste al mismo nivel que en sus clubes.
Agüero demostró que podía aportar lo suyo a este grupo, y aún sin ser titular, trató de sumar para el colectivo y aprovechar sus momentos en cancha. Le suma a su largo palmarés, este título con la camiseta celeste y blanca.
Párrafo aparte para Lionel Scaloni, el DT del seleccionado argentino. Desde este mismo espacio hemos expresado en su momento que no compartíamos la forma en la que había sido designado como entrenador del cuadro albiceleste.
Sin experiencia previa como máximo responsable de ningún equipo y habiéndose desprendido de un cuerpo técnico saliente, en uninterinato que se extendió hasta hacerse definitivo.
También destacamos sus méritos: el principal es haber dado lugar a un recambio que se reclamaba desde el 2015. Se les dio continuidad a hombres como Giovanni Lo Celso, Leandro
Paredes, Lautaro Martínez; y aparecieron futbolistas como Cristian Romero, Nicolás González y Emiliano Martínez, que son claros exponentes de esta gestión.
'Dibu' Martínez despejó cualquier polémica para el puesto de arquero, después de haber tapado tres penales ante Colombia, trasmitiendo una personalidad y una seguridad admirables.
Por otra parte, se nota que el plantel está alineado y comprometido con el cuerpo técnico, y esto es vital en cualquier equipo.
Eso quedó de manifiesto a lo largo del torneo, pero especialmente en la final. Argentina fue un equipo que podía jugar mejor o peor, pero jamás mostró falta de compromiso.
Llegó al duelo con Brasil a tope desde lo motivacional, incluso más fuerte desde lo anímico que desde lo futbolístico (con el envión de aquella definición ante Colombia). El fútbol es estado de ánimo En esta final se vio a un equipo que sabía perfectamente lo que quería frente a otro que jamás le encontró la vuelta al partido.
Hoy Argentina festeja, pero, aunque no hubiese sido así, nosotros planteábamos la continuidad de este cuerpo técnico hasta el próximo Mundial.
Así como expresamos críticas al comienzo de la gestión, ahora entendíamos que, si hubiese existido una derrota ante Brasil, ya no se podía cambiar de entrenador faltando un año y medio para el mundial.
Eso hubiese sido repetir errores del pasado. No dejar terminar un trabajo de cuatro años y al mismo tiempo condenar al nuevo entrenador a no contar con el tiempo suficiente para desarrollar un proyecto a conciencia.
Claro que en el fútbol no se puede hablar sobre lo que pudo haber pasado, y lo que importa es lo que realmente pasó.
La selección argentina cierra un capítulo de 28 años sin títulos a nivel mayor y vuelve a inscribir su nombre en el primer escalón de un podio. Celebran los hinchas exteriorizando su alegría como hace años no ocurría.
Celebra Messi, el gran símbolo de la edad moderna de elenco albiceleste, sosteniendo con orgullo esa copa y esa medalla dorada. Celebra Di María, la cara del festejo argentino en la final. Celebra Scaloni, quien apuntala su trabajo nada menos que con un título.
Celebran todos y como en cada festejo argentino, siempre, en cualquier lugar, sonríe Maradona.