Internet podría devorar la energía del planeta en 2025
La transición ecológica va de la mano de la energética. Sin embargo, la reconversión tecnológica no siempre va asociada a contaminar menos.
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Internet podría devorar la energía del planeta en 2025
"La nube" es un concepto que hemos integrado completamente en nuestro día a día, naturalizándolo como el hecho de tener dedos en las manos. Todo el mundo lo invoca cuando habla de tecnología, y suele referirse a ello como una especie de lugar místico, infinito y casi mágico al que cada hora se "suben" cientos de miles de millones de archivos en todo el planeta.
Básicamente, Internet son cientos de miles de millones de discos duros encendidos las 24 horas del día e interconectados entre sí por kilómetros de cable que se extiende como raíces por el subsuelo y viaja a través de mares y océanos. Además, muchos de esos ordenadores existen únicamente para respaldar los datos de otro, por si este último fallara, como una especie de copia de seguridad.
El milagro de la red, además de no tener nada de divino, también plantea un reto medioambiental a gran escala, ya que todos esos aparatos consumen una cantidad de electricidad y generan un calor de proporciones bíblicas.
Los centros de datos donde se encuentran los servidores tienen sofisticados sistemas de refrigeración que, por supuesto, también necesitan mucha energía para funcionar. Y la tendencia es que esa demanda energética continúe multiplicándose durante los próximos años. Por lo tanto, el gran reto que plantea la digitalización va obligatoriamente unido a la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.
El desafío de la transformación digital sostenible no sólo se circunscribe al ámbito productivo (desarrollar máquinas más eficientes que contaminen menos), sino que afecta a toda la estructura económica y de consumo, ya que obliga a repensar los modelos de negocio y los hábitos individuales para ajustarlos y enfocarlos hacia una nueva realidad económica centrada en reducir la utilización de recursos no renovables y donde la quema de combustibles fósiles no sea el centro de todo. Un equilibrio que puede ser complicado.
En este proceso de transición hacia lo digital, los transportes y la industria energética son alumnos aventajados, pero en ellos urge la descarbonización, ya que también son dos de los sectores más contaminantes. Conceptos como el de ciudad inteligente se erigen en el horizonte de las grandes urbes, donde flotas de autobuses eléctricos, carriles bici, espacios peatonales o aplicaciones que muestran alternativas ecológicas al coche son algunas de las medidas en las que se trabaja desde hace tiempo.
El empresarial es otro de los ámbitos de vanguardia tecnológica. Desde hace años, son cada vez más las empresas que se crean y desarrollan su actividad en un entorno totalmente digital. Muchas entidades bancarias, por ejemplo, ya ni siquiera tienen sedes físicas, sino que sus operaciones se realizan exclusivamente a través de Internet, y sus usuarios tan sólo necesitan una aplicación en el móvil para hacer sus operaciones y consultas. Sin embargo, los avances tecnológicos que cambian nuestros hábitos no siempre significan un mayor respeto hacia el medio ambiente.
Siguiendo con el ejemplo de los bancos online, hacer que el grueso de las gestiones de una entidad dependa íntegramente de Internet supone que hacen falta varios servidores conectados a la red eléctrica continuamente operativos, además de otros tantos que sirven de apoyo y generan copias de seguridad. Si multiplicamos esto por todos los bancos del planeta, la cantidad de ordenadores que ahora mismo están encendidos y procesando datos es incalculable.
Otro ejemplo es el comercio online, donde el cliente puede realizar compras desde una web o una aplicación y la empresa de turno se lo lleva a casa. A pesar de que la comodidad para el consumidor es innegable (comprar sin desplazarse hasta una tienda), también hay que tener en cuenta la contaminación que conlleva fletar un carguero o un avión desde el país de origen del producto hasta el centro logístico, y los millares de camiones y furgonetas que salen de allí para la distribución y el reparto.
Este asunto y el impacto ecológico que también ocasionan las devoluciones y los residuos plásticos derivados de esta forma de comprar es en lo que se centra el estudio La ecologización del comercio online, elaborado por la Agencia Alemana de Medioambiente (UBA, por sus siglas en alemán). Además, este modelo de consumo también es altamente perjudicial para la economía local y los pequeños comerciantes, que no pueden competir con los precios de las multinacionales.