Conociendo al sionismo israelí y el orgullo iraní
Para apropiarse de un territorio, primero hay que borrar su memoria. Lo que eran. Lo que fuimos. Lo que somos.
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Conociendo al sionismo israelí y el orgullo iraní
- Naile! ¿Madran io ghdimi?
Me pregunta la profesora de persa para conocer mis preferencias en cuanto a la arquitectura de un país: ¿moderna o antigua? La lección del día abre una discusión dividida entre opiniones expresadas saltando del español al tailandés, del indonesio al inglés y del árabe al farsi, que es lo que intentamos aprender.
- Ghdimi, khanum. Antiguo, porque se trata de la memoria histórica de cada país.
La clase me parece de lo más interesante pues entiendo todo lo que mencionan, siento que conozco sus países, aunque no los haya pisado y me conmueve saber que durante esos años en los que mi vida se partió entre TeleSUR, La Iguana.TV y Al Mayadeen, nuestros esfuerzos cumplían su objetivo: contar la verdadera historia. La misma historia que te puede contar un estudiante sirio de 21 años sin formación política, pero con la experiencia de ser forzado a emigrar de su país natal por la intervención extranjera y criminal de algo que venden como Islam, pero es terrorismo.
- ¡Naile!, la profesora de persa me saca de mis pensamientos queriendo conocer mi opinión.
– Ghdimi? ¿che ra? (antiguo, si, ¿por qué?), con su pregunta me presiona a practicar mi pronunciación.
Digo que sin lugar a dudas prefiero lo antiguo, porque lo moderno se puede copiar, se puede intentar imitar, pero no ocurre así con lo genuino. Le explico a Maryam, la profesora de persa, que Irán, sin su cultura sería una especie de Dubai. Agua embotellada con sobreprecio en el desierto. Espejismo. Y un estudiante sirio, me interrumpe hablando sobre las casas en su Damasco natal.
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Palacio Golestán, Irán.
Se le ilumina el rostro.
Cuando termina de hablar sumo que lo moderno es una trampa, sobre todo para esta región tan rica en lo cultural y digo que la prueba más reciente para quienes tienen memoria corta, es Siria.
Se supone que en clase no se debe hablar de política, pero para mí eso es historia y les comento que antes de la caída de Bashar Al Assad, el terrorismo inyectado por Estados Unidos, se había dedicado a destruir principalmente el patrimonio cultural sirio pues para apropiarse del territorio, primero hay que barrer el terreno, borrar el arraigo, la memoria, la identidad. Lo que eran. Lo que fuimos. Lo que somos.
En medio de mi argumentación mitad farsi, mitad persa, mitad español, Alí, escucha “DAESH”, y me vuelve a interrumpir emocionado:
- ¡Sí! Como en Palmira. Bombardearon nuestra historia y luego la “reconstruyeron”. No dejaron nada. Ya no es Palmira.
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Vista aérea de secciones de columna de la antigua ciudad de Palmira (Foto: AP)
Esa fue la primera vez que ese sirio que solo habla árabe y esta venezolana que solo habla español, nos entendimos.
Acabó la clase y nos preparamos para un fin de semana largo, coronado por un sábado de Eid (que suelen ser feriados en Irán) específicamente el Eid al-Ghadir, una festividad musulmana chiita importantísima. Conmemora el momento en que se dice que el profeta Mahoma designó a Ali ibn Abi Talib como su sucesor. Algo que no permitieron los musulmanes sunitas hasta pasar por cuatro Califas, y un evento que caracteriza una fundamental diferenciación entre los musulmanes sunitas (mayoría en los países del Golfo y las monarquías árabes) y chiítas (mayoría en Yemen, en la resistencia libanesa Hezbollah y en Irán).
Las estudiantes que tienen cerca a sus familias, se preparan para abandonar el hostal e ir a hacer la visita recomendada para los días viernes y para atravesar ese Eid en comunidad. Yo aprovecho para visitar a lo más cercano que tengo a mi Caribe en Irán, una familia de amigos cubanos radicados en el centro norte de Teherán. Atravieso la ciudad en Snap (la especie de Uber iraní) y durante el recorrido de una hora me permito apreciar las vallas publicitarias que ahora puedo leer e intentar comprender, apreciar decenas de banderas iraníes hondear por doquier, fotos de mártires, mil formas de usar un hiyab, y se me viene a la mente un pensamiento: ¡Qué bella y tranquila es Teherán! Recuerdo la clase y agradezco a Dios permitirme conocerla y respirar una ciudad tan antigua como moderna y especial. No hay necesidad de renunciar a ninguna Teherán.
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Imagen de la ciudad de Teherán
Llego a mi destino y paseamos un rato por un centro comercial. Las familias están reunidas en torno a un concurso de rifas y acompaño a Day, mi amiga, a comprar regalos para su familia, al tiempo que compro algunos para la mía para cuando tenga la oportunidad de hacérselos llegar. Regresamos a casa y sostenemos una conversación ardua sobre la capacidad de Irán de ser soberanos y plantarse ante el chantaje acerca de su programa nuclear.
Me hacen un espacio en el mueble de la casa que hace las veces de cama cuando llego a visitar y me acuesto pensando que me encantaría que mi familia pudiera experimentar la tranquilidad de vivir en Irán.
- Nai…
- ¿Ah?
- “Israel” está atacando Irán.
Day me despierta y se sienta a mi lado en la penumbra, mientras revisa a toda prisa su teléfono celular. Hago lo propio y envío el primer mensaje: “Estoy bien”, anticipándome a la avalancha de preguntas provenientes del hemisferio occidental.
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En adelante, nos acoplamos a la actitud de esta sociedad en medio de tal circunstancia mientras verificamos las informaciones de los puntos atacados y objetivos alcanzados, esos que luego resumirían la violación al Derecho Internacional a las cifras de 78 mártires y 379 heridos además de objetivos de importancia estratégica y militar nuclear en seis ciudades de Irán, incluyendo la capital, donde estamos, Teherán.
La velocidad de respuesta y difusión de información contrasta con el silencio y la tensa calma, además de la sensación de que el edificio entero estaba conteniendo la respiración hasta la llegada de la mañana, pero era solo una proyección. Los iraníes que no habían sido atacados directamente esperaban el amanecer para conducir sus Snap, para verificar los daños, abrir sus negocios y tiendas comerciales alrededor del conjunto residencial y para reclamar, exigir al gobierno de la República Islámica una respuesta militar a la altura de las circunstancias. Al punto de volcarse a las calles de Teherán, de Tabriz e Isfahán.
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Conociendo al sionismo israelí y el orgullo iraní
Vi a mis amigos partir y regresar de trabajar, vi a sus hijas jugar, y llegada la tarde ya se difundía en RRSS iraníes que el Eid debía ser aprovechado como una muestra de la valentía de Alí, del primer Imam.
El Líder Supremo prometió un castigo severo, el presidente de EE. UU. habló muy en su estilo haciendo alarde de su desprecio por la cultura y el pueblo iraní jactándose del poder israelí y estadounidense de hacer de la tierra un infierno y sellando su mensaje siniestro con un “Dios los bendiga a todos”.
Fuera de las pantallas de televisión y de los teléfonos celulares estaba la realidad al alcance si me asomaba a la ventana para ver a padres con sus hijos mirando el cielo, alertas, esperando un nuevo suceso. Sin ansiedad, sin miedo.
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La respuesta que buscaban en el cielo apareció al anochecer en medio de detonaciones y al asomarnos a la ventana se podía apreciar los destellos naranjas y amarillos propios de la actividad del sistema de defensa aéreo y, al mismo tiempo, la salida de los misiles con dirección a objetivos militares, no civiles, en "Tel Aviv".
- Cuatro minutos se tardaron en llegar los misiles a “Israel”.
- ¿Cuatro minutos?
- Sí.
Vino a mi mente la respuesta del exembajador de la República Islámica de Irán en Venezuela, Hojjatollah Soltani, cuando le pregunté sobre la velocidad y la precisión de la operación Verdadera Promesa 2, con la que Irán vengó el asesinato de Esmail Haniyeh y reivindicó a Palestina a finales de 2024.
Esta vez no tenía el dato. Sin buscarlo, los vi salir y los vi llegar en forma de Breaking News sobre los objetivos alcanzados en "Tel Aviv". Es cierto, no más de cinco minutos tardaron.
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Respuesta de Irán: Misiles iraníes impactan "Tel Aviv ".
Menos de 24 horas han pasado desde que “Israel” decidió cruzar todas las líneas rojas y Estados Unidos decidió apoyarle de forma tan arrogante como cobarde y vergonzosa. Algunos medios aseguran que el ataque estaba previsto hace años, pero esto lejos de servir de evidencia de la magnificencia militar israelí, revela que, ante la cultura y el nacionalismo iraní, aun en todos esos años, no han podido diseñar un antídoto distinto y más efectivo que drones y bombas.
Cierra un amargo viernes en un mundo que una vez más ha demostrado su ineficiencia para lidiar con la ausencia de códigos y valores del sionismo israelí, los persas reclaman justicia y los iraníes chiítas anuncian que la mayoría en Teherán conmemorarán en la plaza Azadi y en otras partes de la capital, cuando la mano del Imam Alí, fue levantada por el Profeta para dejar claro quién estaría a cargo de proteger el Islam.
Donald Trump amenaza a Irán con ataques "más brutales" https://t.co/H8HERmHcGL#Trump #EstadosUnidos #Iran #ataques pic.twitter.com/y7DRyx3jyq
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) June 13, 2025
Planean conmemorar su Eid mientras resienten el luto por seis grandes científicos nucleares, grandes líderes militares, mujeres, hombres y niños iraníes, y, en contraste, en Estados Unidos de América no hay nada digno que conmemorar por lo que Trump insiste en hacer del asesinato una fiesta y volver a amenazar a Irán con que, si no acepta un acuerdo (que de acuerdo no tiene nada), se atreverá a reducir lo que alguna vez fue el imperio persa a nada.
Pese a las muertes y los daños innegables y evidentes, Trump y Netanyahu siguen su diálogo de sordos, hablan para fascinarse entre ellos, y si bien alcanzan objetivos criminales, parecen jugar las cartas retóricas equivocadas porque abro la ventana, alzo la mirada y veo en el cielo los destellos bélicos de la Verdadera Promesa 3; bajo la mirada y veo a las muchachas caminar desenfadadas con sus jeans y sus chales veraniegos, mientras los jóvenes, hombres, señoras y niños aprecian cada ráfaga de detonación de la respuesta iraní. Los veo inflar el pecho, izar banderas y los escucho gritar desde sus cocinas, sus balcones, sus terrazas, sus baños y sus habitaciones “Morg bar Israil ( مرگ بر اسرائیل) seguido de “Alahu Akbar”( الله أكبر).